GEMA ROMERO.- Para la preparación de medicamentos considerados peligrosos se requiere de una vestimenta concreta -los trajes EPI-, una cabina de presión positiva o negativa para evitar la emisión de vapores tóxicos y también dispositivos de sistema cerrado que aseguran que la transferencia de este tipo de medicamentos se hace de forma segura para la persona -normalmente una enfermera- que lo están preparando. Hasta ahora cada casa comercial fabrica estos dispositivos según sus propios criterios. Por ello, la Asociación Española de Normalización (UNE) y el Consejo General de Enfermería están trabajando en una norma que estandarice los requisitos que han de cumplir estos sistemas cerrados.
En la elaboración de esta norma, que en principio recogerá recomendaciones, además del CGE están trabajando todos los implicados, tanto la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios, las administraciones, así como la industria que los fabrica, los servicios de prevención de riesgos laborales, asociaciones de pacientes, sociedades específicas de oncología y otras sociedades científicas y representantes sindicales.
Como explica José Luis Cobos, vicesecretario general del CGE “los medicamentos peligrosos son algo con lo que están en contacto directo miles de enfermeras a diario y, por lo tanto, requerimos unos dispositivos que aseguren en mayor medida que hasta ahora que esa manipulación la hacen de forma segura, tanto desde la preparación como en la administración de este tipo de medicamentos”. Con esta norma “pretendemos dotar de seguridad a las enfermeras, de que el producto que manejan es un producto seguro y les va a aportar seguridad también a la hora de manipular este tipo de medicamentos”. Aunque en un principio sea voluntaria, “para los profesionales de enfermería supone una garantía más de que pueden trabajar con las mejores medidas posibles, porque el riesgo cero no se puede asegurar”, ha señalado Cobos.
“También a la hora de adquirir estos productos es importante contar con una norma UNE que nos permita comparar y fabricar con los mismos estándares. Hasta ahora el problema que teníamos es que cada casa comercial los fabricaba de una manera y a la hora de poder elegir con criterios de coste-eficacia nos era muy difícil, por no decir prácticamente imposible, asumir ciertos criterios técnicos”, explica Luiz Mazón, coordinador del servicio de prevención de riesgos laborales del Hospital Universitario de Fuenlabrada (Madrid).
Para Mazón, “la norma nos debe garantizar que el sistema que estemos utilizando es seguro, de forma que el enfermero o la enfermera no tenga que preocuparse de nada, sólo de su uso”. Y por supuesto, -añade- “siempre hay que tener en cuenta que cuando utilizamos estos dispositivos hablamos desde un punto de vista dual, tenemos que garantizar tanto la seguridad del profesional como la seguridad del paciente”.
Recomendaciones voluntarias
Esta norma realmente es la elaboración de unos estándares comunes sobre lo que es un sistema cerrado en la que se tienen en cuenta todos los puntos de vista posible. Como explica Cristina Hernán, técnico de normalización de UNE, “estas normas son voluntarias hasta que una administración exige su cumplimiento, entonces se volvería obligatoria para esa comunidad autónoma, para el Ministerio o para la administración pública que la haya reconocido”. Sin embargo, y aunque todavía puede tardar cerca de dos años en ver la luz, desde UNE son optimistas: “confiamos en la buena fe de los fabricantes, al fin y al cabo, están todos los fabricantes en la mesa haciendo sus aportaciones y es un tema que les preocupa bastante”, sostiene.
De hecho, desde el Consejo General de Enfermería no descartan que esta norma UNE al final se convierta en una norma ISO. Como señala José Luis Cobos, “ya hemos trasladado a Europa, concretamente en el Parlamento Europeo, en la reunión que hemos tenido recientemente, esta iniciativa española y esperamos que luego pueda ser trasladada a nivel europeo”.