El color de las estancias de un hospital afecta a la salud del paciente oncológico

ALICIA ALMENDROS.- Muchas horas son las que el paciente oncológico pasa en el hospital durante su patología. Intervenciones, revisiones, consultas… pero sobre todo los tratamientos de quimioterapia obligan a estos pacientes a pasar mucho tiempo en los centros sanitarios. Ahora, un estudio publicado en la revista Suportive Care in Cancer demuestra cómo esas cuatro paredes pueden convertirse en buenas aliadas contra la enfermedad. El estudio, realizado por un equipo multidisciplinar con experiencia en el campo de la investigación médica y la arquitectura en el IOB Institute of Oncology – Complejo Hospitalario Ruber Juan Bravo de Madrid, revela el efecto beneficioso de un color cálido (naranja) frente a otro de gama fría (blanco o azul) en las salas de tratamiento de quimioterapia. “Llevábamos mucho tiempo viendo cómo el entorno puede afectar a los pacientes y decidimos ver cómo podíamos mejorarlo”, explica Paula Gómez, arquitecta especializada en arquitectura para la salud. “Ha sido una suerte muy grande contar con un equipo multidisciplinar en el que el papel de la enfermería ha sido clave. Ya decía Florence Nightingale que cuidando el entorno se puede mejorar la salud de los pacientes, y en este caso la enfermería nos ha ayudado a llevar a cabo el trabajo”, añade.

Las salas de quimioterapia fueron modificadas en base a dos factores experimentales: color (blanco frente a naranja) y orientación de la luz solar (sur frente a norte). En cuatro sesiones consecutivas, los pacientes con cáncer fueron asignados aleatoriamente a una de las siguientes condiciones: naranja-norte, naranja-sur, blanco-norte y blanco-sur.
Durante la investigación, se ha estudiado el efecto agudo del color naranja y la luz natural en los pacientes durante sus tratamientos de quimioterapia.

“La investigación esperaba que los entornos más cálidos y que reciben más luz tuvieran impacto sobre las constantes vitales, la calidad de vida y síntomas de dolor de los pacientes”, expone la arquitecta.

Los resultados

En el tiempo que ha durado el estudio, las enfermeras han pasado por las diferentes salas y al administrar el tratamiento tomaban las constantes vitales al paciente y les pasaban un cuestionario con una escala que medía el dolor neuropático y una escala analógica y visual. “Comparábamos al paciente consigo mismo en las diferentes salas y detectamos que tenían leves mejorías en su estado de salud, contantes vitales, temperatura y presión diastólica en las salas de entorno cromático naranja (entorno cálido) en comparación con las salas convenciones (de entorno cromático más frío”, explica Almudena Corredera, supervisora de IOB de Juan Bravo (Madrid). Además, “no se encontró efecto agudo sobre la presión sistólica, ni sobre el dolor neuropático ni diferencias basadas en la orientación de la habitación”, puntualiza Corredera.

Para la realización del estudio se ha contado con 17 pacientes voluntarios del IOB-Ruber Juan Bravo con edades comprendidas entre los 36 y los 75 años y cuyo diagnóstico de cáncer requería la administración de quimioterapia en un hospital de día y en tratamiento ambulatorio. “Es cierto que el trabajo se ha llevado a cabo con un grupo pequeño de pacientes. Pero para nosotras, como enfermeras, lo más importante es el bienestar de estos pacientes y si un sillón o una pared influye para que estén mejor pues lo aplicamos. Ellos nos dicen que transmiten más alegría y luz. Además, hace más alegre el entorno de los hospitales”, señala la enfermera.

El tamaño del efecto clínico sobre el estado de salud percibido y los signos vitales podría ser considerado pequeño, “pero el análisis de costo-efectividad apoyaría el uso de las configuraciones propuestas y estas primeras conclusiones muestran que es interesante y necesario proseguir la investigación en este campo”, argumenta la arquitecta.

Y es que el bienestar del paciente oncológico tiene una relación directa en la evolución de su enfermedad.