REDACCIÓN.- Un estudio llevado a cabo en Canadá revela que los adolescentes que empiezan a experimentar con el cannabis antes de cumplir los dieciséis años y tienen, además, un alto riesgo genético de desarrollar esquizofrenia, presentan una trayectoria de desarrollo cerebral diferente a la de aquellos que no tienen ese riesgo genético, aunque estos últimos también consuman cannabis.
El descubrimiento, que ha sido posible gracias al análisis combinado de los datos de más de 1.500 jóvenes, pasa a engrosar el importante cuerpo de conocimientos que ya evidenciaba la interrelación entre el consumo de esta droga durante la adolescencia y el riesgo de desarrollar esquizofrenia en algún momento de la vida.
El estudio ha estado dirigido por investigadores del Instituto de Investigación Rotman del centro de Ciencias de la Salud de Baycrest, en Toronto (Canadá), y acaba de publicarse en la edición online de la revista JAMA Psychiatry. Próximamente estará también disponible en la versión en papel.
La adolescencia es un periodo especialmente vulnerable a la aparición de trastornos psicóticos, principalmente entre los varones. Las influencias medioambientales en la correcta maduración de los circuitos neuronales durante la adolescencia han despertado siempre gran interés entre neurocientíficos y profesionales sanitarios.
“Dada la solidez de la evidencia epidemiológica que respalda la idea de que existe un vínculo entre la exposición al cannabis durante la adolescencia y la esquizofrenia, hemos investigado si el consumo de cannabis antes de los dieciséis años está asociado a variaciones en la maduración cerebral y en el riesgo genético de padecer esquizofrenia”, ha explicado el autor principal del estudio, Tomas Paus.
Los resultados del estudio sugieren que el consumo de cannabis podría, efectivamente, interferir en la maduración del córtex cerebral de los adolescentes varones con elevado riesgo de esquizofrenia en virtud de su puntuación de riesgo poligénica. Y es que sus cerebros presentaron menor grosor cortical que los de aquellos participantes con bajo riesgo de desarrollar esquizofrenia y que los de las mujeres con alto o bajo riesgo que también consumieron cannabis.
Tomas Paus, investigador y pionero en el campo de los modelos poblacionales de la neurociencia, insiste en que hace falta investigar más a fondo para determinar si un menor grosor de la corteza cerebral realmente incrementa la probabilidad de sufrir esquizofrenia en algún momento de la vida.
Para llevar a cabo el estudio, el equipo de investigadores analizó tres amplias muestras de desarrollo típico de la juventud de Canadá y Europa. En total, examinaron los datos de 1.577 personas con edades comprendidas entre los 12 y los 21 años, siendo el 57% hombres y el 43% mujeres. Además, se tuvo en cuenta la información disponible sobre consumo de cannabis, resultados de imágenes cerebrales y riesgo poligénico de desarrollar esquizofrenia.
De acuerdo con la Alianza Nacional de Enfermedades Mentales del país norteamericano, “es muy temprano para clasificar la esquizofrenia como un trastorno del desarrollo neuronal (deterioro del crecimiento y desarrollo del cerebro) o degenerativo (pérdida progresiva de la estructura o función de las neuronas), ya que ambos parecen darse durante el transcurso de la enfermedad. Las investigaciones apuntan a que la aparición de la esquizofrenia es un resultado de factores tanto genéticos como ambientales».