ÁNGEL M. GREGORIS.- El consumo de grasas saturadas empeora la memoria de los adultos en edad laboral, según apunta un estudio presentado en las sesiones científicas de la reunión anual de la Asociación Americana del Corazón. La investigación, que consistió en un test de memoria, reveló que aquellos que consumían una mayor cantidad de estas grasas tenían un peor rendimiento en la prueba.
Para evaluar la memoria, los investigadores enseñaron a más de 1.000 personas una serie de 104 tarjetas que mostraban palabras y ellos tenían que indicar si eran nuevas o ya habían salido antes. La principal conclusión del estudio fue que las personas menores de 45 años que comían más grasas saturadas eran las que tenían peor memoria. La asociación entre el consumo de grasas saturadas y la pérdida de memoria se mantuvo incluso después de analizar otros factores como la educación, el grupo étnico y el estado anímico de los encuestados.
En el estudio se constató que cada gramo adicional de grasa saturada que se consumió, se recordaban 0,76 palabras menos. En total, aquellos que más grasas saturadas ingirieron recordaron 11 palabras menos que los que las consumían en menor proporción, que mencionaron 86 palabras.
Efecto acumulativo
El consumo de grasas es una fuente de energía importante y necesaria para absorber las vitaminas liposolubles, para el mantenimiento de algunas células y para fomentar el desarrollo y crecimiento del ser humano, tal y como destaca Marilourdes de Torres, enfermera experta en nutrición y dietética, que apunta a que el equilibrio de ácidos grasos favorece la capacidad mental en las personas jóvenes y mejora la pérdida de memoria en ancianos. El principal problema viene cuando “se consumen grasas saturadas en exceso, porque tienen un efecto acumulativo sobre el cerebro y, en el caso de que la ingesta sea desmesurada durante años, puede llegar a cambiar el funcionamiento y la forma de las células cerebrales, que es lo que acarrearía el riesgo de disminuir el nivel cognitivo”, explica De Torres.
Las grasas saturadas industriales son producidas artificialmente para convertir los aceites líquidos en sólidos a temperatura ambiente y extender la vida de algunos alimentos. Estas se pueden encontrar en las margarinas, comidas rápidas, productos de panadería, bocadillos, cremas para café, pastas refrigeradas, etc. “Desde un punto de vista de la salud, el consumo de grasas saturadas siempre se ha relacionado con engordar y con sufrir enfermedades del corazón, pero lo que me gusta decirles a mis pacientes es que mientras que este tipo de grasas aumenta la vida útil de los alimentos, disminuye la vida útil de las personas”, apunta Beatrice A. Golomb, autora principal de la investigación.
En los últimos años son numerosos los estudios que valoran los efectos de los nutrientes en la salud de las personas y, según Marilourdes de Torres, es importante que se sigan haciendo estas investigaciones porque consiguen que las enfermeras trabajen con la evidencia científica. De esta forma, se logra mayor seguridad en los mensajes que se trasladan a la población y, además, se consigue mayor seguridad en la consecución de objetivos de salud, como la adherencia al tratamiento y desechar informaciones nocivas, sin ninguna base científica y sin ningún rigor profesional.
Otros problemas de salud
Además de pérdida de memoria, las grasas saturadas pueden ocasionar otros muchos problemas porque “tienen fundamentalmente un efecto nocivo para el colesterol de forma doble –según subraya De Torres-, ya que aumentan el conocido como “colesterol malo” a la vez que reduce el “colesterol bueno”. Desde el Observatorio para la Nutrición y el Estudio de la Obesidad de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición, al cual pertenece Marilourdes de Torres, alertan de que el consumo de grasas saturadas unido a una gran ingesta de sal y una vida sedentaria, pueden provocar también hipertensión arterial.
Con estudios como este, el papel de los enfermeros cobra aún mayor relevancia porque estos profesionales son los encargados de implementar los cuidados para la salud y como parte de los mismos están los cuidados nutricionales. “Tenemos un papel fundamental en la promoción de la dieta equilibrada y el movimiento en cualquier fase del ciclo vital, y, además, también tenemos un rol asistencial en la aplicación de las dietas terapéuticas como coadyuvante en los tratamientos de algunas patologías agudas o crónicas”, recalca De Torres, que manifiesta la importancia del adiestramiento nutricional por parte de la enfermera para conseguir la adherencia al tratamiento tanto alimentario como farmacológico.
Agradecer la informacion que nos dais sobre los resultados de los trabajos cientificos