REDACCIÓN.- Hasta ahora se sabía que ni los óvulos ni los espermatozoides pueden transmitir el virus SARS-CoV-2 y, según dos estudios realizados en Estados Unidos, y que acaban de ser publicados en la revista Journal of American Medical Association, tampoco al dar de mamar a los recién nacidos.
El primer estudio, realizado en un gran hospital de Nueva York, ofrece los resultados obtenidos en un grupo de 101 neonatos nacidos de 100 madres afectadas por el COVID-19. En ningún caso se detectó una transmisión de la enfermedad de la madre al neonato, a pesar de que compartían la habitación con sus madres y fueron amamantados. En la misma línea van los resultados del segundo estudio, realizado en la Universidad de California, que demuestran la ausencia del virus activo en la leche materna.
Desde el inicio de la pandemia de COVID-19, Jan Tesarik y Raquel Mendoza Tesarik, directores de la clínica MARGen de Granada, han animado a las parejas infértiles a continuar con sus proyectos parentales. Una recomendación fundada en argumentos científicos que indicaban que ni los espermatozoides ni los óvulos pueden transmitir al virus a la descendencia.
“Estos nuevos resultados deben animar, aún más, a las parejas infértiles para seguir adelante con su proyecto de reproducción asistida ya que el virus no se transmite mediante los óvulos ni de los espermatozoides ni tampoco en contacto de la madre con el bebe ni al amamantarle”, afirman.
La importancia de la leche materna
La leche materna es el alimento ideal para el bebé. Contiene todos los elementos nutritivos que necesita para su crecimiento y desarrollo, así como las sustancias que lo protegen contra infecciones y alergias. Los bebés amamantados tienen menos probabilidades de desarrollar obesidad tanto en la infancia como en la época adulta. La lactancia materna también favorece el desarrollo cognitivo y sensorial del bebé. Según un informe de la Organización Mundial de la Salud, “la lactancia materna exclusiva reduce la mortalidad del lactante por enfermedades frecuentes en la infancia, tales como la diarrea o la neumonía, y ayuda a una recuperación más rápida de las enfermedades”. Pero la lactancia también favorece a la misma madre. Según la misma fuente, “la lactancia materna contribuye a la salud y al bienestar de las madres. Ayuda a espaciar los embarazos, reduce el riesgo de cáncer de ovario y mama, aumenta los recursos familiares y nacionales, es una forma de alimentación segura, y carece de riesgos para el medio ambiente”.