ALICIA ALMENDROS.- Los primeros comentarios que oíamos cuando se empezó hablar del COVID-19 es que era una “gripe más”. En cambio, esto no ha sido del todo así. “Evidentemente se pueden establecer similitudes con la gripe, pero lo que está claro que el daño psicológico y económico que está dejando esta enfermedad en la sociedad no es comparable”, sostiene Ernesto Prieto, enfermero del Hospital Puerta de Hierro de Madrid. Para él, como para el resto de compañeros, están siendo días duros, “con una gran carga emocional. Por un lado, tienes miedo a traer la enfermedad a casa y contagiar a mi hijo de casi tres años; y por otro, el sentido del deber me anima a seguirá adelante y proporcionar los mejores cuidados. De hecho, en estos momentos estoy esperando a dejar de tener síntomas respiratorios para volver a incorporarme, ya que la PCR ha salido negativa”, asegura.
Conciliación
Los turnos son cansados y no hay que olvidar que cuando llegan a casa a muchos de ellos les esperan sus hijos. Compaginar ambas cosas no es fácil. En el caso de Ernesto hay un factor más. Su mujer es enfermera de Cuidados Intensivas y también está volcada en la atención de pacientes con coronavirus. “Sin duda, para nosotros, compaginar el trabajo con el cuidado de nuestro hijo es lo más difícil”, apunta Ernesto. La planta donde trabaja fue una de las primeras en ser habilitada como planta COVID-19, “en concreto el 13 de marzo. Unos días antes ya había dos plantas más para estos pacientes”, comenta. Y es que los hospitales se han convertido en verdaderos “Transformers” estos días, gracias en parte a la labor de las enfermeras. “Los cuidados son una parte esencial del sistema sanitario, ahora y siempre, por eso la enfermera es un profesional indispensable para ganar la batalla a esta epidemia. En mi planta en particular, desde el primer día hicimos un grupo de trabajo formado por todo el equipo de enfermería, y realizamos un protocolo de funcionamiento de la unidad, que está en continuo cambio, según la aportación de todas las compañeras. El trabajo no acaba nunca, siempre tienes que estar revisando los cambios adaptados a las mejoras que se realizan. Conseguimos convertir una unidad de cirugía general en una unidad de atención a pacientes COVID-19 en menos de 24h”, explica este enfermero.
La otra cara de la moneda es la falta de material. “Esto nos está dejando vendidos. No puede ser que en una sanidad de gestión pública del siglo XXI no hubiera una previsión para aguantar un par de meses en situaciones de epidemia”, denuncia. Ante esta situación, los aplausos diarios les alivian. “No sabéis cuánto se agradece el apoyo del conjunto de la sociedad, en estos momentos tan difíciles, que salgan a darnos ánimos es algo increíble, sobre todo después de tantos años olvidados por parte de la administración, espero que cuando salgamos de esta, la gente pida a sus gobernantes que la sanidad de gestión pública salga más reforzada que nunca”, afirma.
Miedo
Miedo es una de las palabras más oídas estos días, pero quienes más lo sienten son los pacientes, que se enfrentan a esto más solos de lo que están acostumbrados. Estos días, sanitarios como Ernesto son su principal apoyo. “Hacemos especial hincapié en presentarnos, explicarles las circunstancias y que siempre estamos ahí, que no los vamos a dejar solos. Intentamos aliviar el sufrimiento no sólo con medidas terapéuticas, sino también con cariño y apoyo, ya que son momentos de especial dureza para el paciente y sólo nos tienen a nosotros”, sostiene.
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