DAVID RUIPÉREZ.- La epidemia silenciosa de la diabetes está ahora en un segundo plano por la emergencia brutal que supone el COVID-19. Sin embargo, las previsiones para los próximos años son demoledoras. El 14% españoles mayores de edad tiene diabetes mellitus tipo II. Esa cifra sube al 20 por ciento entre los mayores de 65, una quinta parte del total. El horizonte es inquietante e incluso desolador. En apenas 15 años, una cuarta parte de los mayores de 65 años tendrá diabetes, lo que se traduce en muchísimos ciudadanos españoles a tenor de la forma de la pirámide poblacional en nuestro país. Canal Enfermero ha querido reunir a algunas de las enfermeras que mejor conocen esta patología desde distintos ángulos y entre todas aportar nuevas ideas para abordar una patología con un gran impacto en mortalidad, morbilidad y recursos sanitarios. Marisa Amaya es una de las autoras de la Guía Manejo del paciente con diabetes tipo 2 para enfermeras (LINK), publicada por el Consejo General de Enfermería con la colaboración de Lilly y trabaja en la Unidad de referencia de Diabetes del Hospital Punta de Europa de Algeciras (Cádiz). Ha participado también Gema Estévez, enfermera de Atención Primaria en el Centro de Salud Lezo-Pasai Donibane, además es vicepresidenta del Colegio Oficial de Enfermería de Guipúzcoa, Desde el Hospital Universitario Puerta de Hierro de Majadahonda, interviene la enfermera educadora en diabetes Carmen Navarro, mientras que, también en la Comunidad de Madrid, la enfermera pediátrica Pilar Carpintero aporta el punto de vista del paciente infantil.

La necesidad de tomar cartas en el asunto ya es imperiosa. Gema Estévez, asegura que la diabetes está “muy presente en nuestro día a día, un problema grave englobado en el sedentarismo y los malos hábitos de la sociedad española. La diabetes tipo II está entrando en la adolescencia y la infancia. Todo ello unido al COVID, a la pobreza, a los problemas económicos que deja este tsunami de salud, a otros determinantes sociales, familias obesas y sedentarias en las que la diabetes y otros problemas de salud van en aumento de manera progresiva y brutal. Las profesionales tenemos que hacer el abordaje desde un punto de vista multidisciplinar y comunitario. Trabajar con las personas, con la familia y la comunidad”.

Cambio de hábitos

Por su parte, la receta para que el paciente cambie sus hábitos de vida y evitar o retrasar la intervención farmacológica pasa, en opinión de Carmen Amaya, “para empezar, por contar con más enfermeras. La OMS estima que, a raíz de la prevalencia de la diabetes, hacen falta más de seis millones de enfermeras que se dediquen a la diabetes en todo el mundo para afrontar esta pandemia oculta que nos amenaza. Hay que hacer frente a la prediabetes de forma activa,  y la pieza clave es la enfermera”.

Uno de los retos que la Enfermería tiene por delante es cómo conectar con el paciente de tal manera que se implique en su propia salud. “Lo fundamental es empatizar con el paciente. En mi ámbito, el pediátrico, hay que negociar mucho, con el paciente, con los padres…”, asegura Pilar Carpintero. Para Carmen Navarro, del Hospital Puerta de Hierro, se trata de “identificar necesidades y priorizar en función de lo que el paciente quiere. Si su objetivo principal es mejorar su diabetes o cumplir con unos objetivos de alimentación saludable si nuestra estrategia va encaminada hacia ese objetivo que tiene importancia para el paciente será más fácil conseguir los logros propuestos”.

Cooperación y coordinación

A la hora de identificar a ese paciente prediabético en la consulta en AP o detectar aquellos que presentan menor grado de adherencia al tratamiento o son menos proclives a cambiar hábitos de vida, para abordar a ese paciente no cumplidor no basta con la Atención Primaria como puerta de entrada al sistema, sino que las enfermeras que participan en el debate ver crucial un trabajo coordinado y a varios niveles. Gema Estévez asegura que “desde primaria tenemos la oportunidad de que nos salte la sospecha por una pregunta o por la evidente obesidad o sobrepeso. Las “todólogas” -si se me permite la expresión- de AP podemos derivar a la compañera especialista. Yo puedo detectarlo, pero me va a costar mucho en el tiempo cambiar estilos de vida. Eso lleva años, aunque el paciente tenga confianza en mí, me puede conocer pero de ahí a que la pueda llegar a cambiar estilos de vida se requiere mucho tiempo y es mejor que la lleve una enfermera especialista”.

“Entre las dos podemos llevar al paciente -añade Estévez-. Yo, como enfermera de calle, le puedo aportar muchos datos a la compañera de hospital, de su familia, de su entorno, que no le puedes mandar a pasear porque donde vive es monte por arriba y mar por abajo y hay que buscar otros métodos, pero siempre con esa coordinación entre especialista y comunitaria, entre las que tiene que haber comunicación fluida”.

Pilar Carpintero opina que “durante muchos años hemos ido por caminos diferentes y es fundamental que estemos unidas. En Madrid estamos empezando con la monitorización continua de glucosa y la monitorización Flash. Andamos un nuevo camino con esos sistemas unidos y de repente hablas más con tu compañera, nos comunicamos, todos a una porque es por el bien del paciente. En Madrid empezamos a ver una pequeña luz en este sentido, pero trabajar en equipo es fundamental.

Para Carmen Amaya se requiere “un plan de cuidados desde el inicio de la enfermedad, desde AP hay que trazar un plan de acompañamiento terapéutico y ya irle hablando de la posibilidad de necesitar de insulinas en el futuro, Para motivar a una persona tú tienes que hablarle de algo que la persona conozca ya. Si cree que la insulina es una fracaso, el final , los problemas, lo malo…. Y todos sabemos que en el trascurso de su vida va a necesitar del tratamiento con inyectables, sobre todo insulina. Si lo enfocas desde esa perspectiva es más fácil que se motive y mejore. La labor de la enfermera educadora es fundamental. En España necesitamos más de 300.000 enfermeras para asegurar que las personas con enfermedades crónicas, para que la cronicidad no se va a comer nuestro sistema público de salud”.

Enfermera escolar

Las cuatro enfermeras son firmes defensoras de la implantación de enfermeras escolares en todos los centros educativos. ”Su función resulta fundamental en la diabetes y todo tipo de patologías o emergencias. Por supuesto, contribuyen al diagnóstico de la diabetes, contactar con AP o el hospital. En los colegios donde hay enfermeras se registra un mejor control metabólico, los padres están más tranquilos”. Carmen Navarro cree que es el momento, cuando más pequeños son los alumnos, “de inculcar hábitos saludables que se mantengan el resto de la vida. Mejor a los 2 o 4 años que a los 30,40 o 60”.

Amaya asegura que las enfermeras escolares han sido cruciales en Inglaterra para evitar la obesidad infantil. La satisfacción no sólo afecta a los padres de niños diabético o con alergias, sino que bajaba el Índice de Masa Corporal (KMC) y subían los percentiles de las tallas en detrimento del peso”.