ANA MUÑOZ.- Una vez conocidos los resultados definitivos del examen EIR celebrado en enero y a la espera del acto de adjudicación de plazas, el programa En primera Línea de CANAL ENFERMERO ha querido acercarse a los enfermeros residentes que ahora están haciendo la especialidad para conocer cómo es su día a día en las distintas rotaciones por las que tienen que pasar en un periodo de dos años.

Rotaciones constantes

Nuestra guía es Mavi, residente en Enfermería Pediátrica en el Hospital La Paz de Madrid. Ahora trabaja en la planta séptima del edificio de la maternidad, en la Unidad de Trasplantes de Pediatría. Ella es residente de segundo año y está a punto de acabar su residencia. “He pasado por las dos neonatologías: la de Cuidados Intensivos y la de Planta, por Cuidados Intensivos Pediátricos, por Cirugía, Pediatría General…  Sólo me queda rotar por Oncología Pediátrica”, explica. Mavi es de las residentes “veteranas” y ya puede llevar ella sola la atención a los niños, aunque siempre de manera tutelada “y preguntando cuando tengo cualquier duda. Nos van dando competencias poco a poco”. Los enfermeros residentes explican que las rotaciones amplían mucho la experiencia adquirida, pero también hacen que, cuando se han acostumbrado a un servicio, tengan que saltar a otro, y así durante dos años.

Nos van dando competencias poco a poco”

Mavi está en su segundo año de residencia y puede desempeñar tareas de manera autónoma

Mavi está en su segundo año de residencia y puede desempeñar tareas de manera autónoma

Mavi llega por la mañana a su unidad, le cuentan cómo ha ido la guardia anterior, prepara la medicación de los niños y empieza su día de trabajo. Ella tiene claro que terminará su periodo de formación como especialista sabiendo muchas cosas más de la profesión que cuando entró: “Eso seguro. Yo, además, no había trabajado antes, y todo lo que he aprendido aquí me ha servido muchísimo. Estoy a punto de terminar la residencia y me siento capaz de trabajar en las plantas por las que he rotado”, asegura.

Totalmente integrados

Herminia Ramos en la supervisora de la Unidad donde está rotando Mavi: “Cuando los EIR llegan al último periodo de residencia suelen tener ya un nivel muy alto de competencia, el nivel de formación es muy elevado. A nosotros, en el equipo, nos estimulan, porque nos hacen plantearnos nuevos retos. Es una simbiosis: ellos vienen a aprender de nosotros y nosotros aprendemos de ellos por su inquietud. Forman parte del equipo, están totalmente integrados”.

Se han acostumbrado a nosotros”

Y es que la cuestión de cómo tratar a un enfermero residente, si como un estudiante o como un profesional, aún a día de hoy sigue generando dudas: “No somos alumnos porque ya somos enfermeros, y de hecho muchos de nosotros, antes de la residencia, ya hemos trabajado como enfermeros antes. Pero tampoco somos enfermeros de su planta, somos algo raro para ellos… Pero bueno, se han acostumbrado un poco más a nuestra figura, a tenernos por aquí”, explica Noelia, enfermera residente de primer curso.

María Jesús Pascau, tutora EIR de Enfermería Pediátrica en el hospital La Paz, explica que los tutores procuran tener “una relación cercana con los EIR. Al final somos la figura que les sirve de intermediario con el entorno hospitalario. Es verdad que, a la vez, tenemos que ser exigentes con ellos, y eso siempre marca una cierta distancia. Saben que ante cualquier problema o dificultad que tengan, su tutor es la primera persona con la que tienen que hablar”.

Mirando al futuro

Los enfermeros residentes se integran plenamente en los equipos de trabajo

Los enfermeros residentes se integran plenamente en los equipos de trabajo

Los enfermeros que están cursando la especialidad saben que tienen dos años de contrato por delante, pero más allá de ese horizonte temporal se enfrentan al futuro con incertidumbre: “Esos dos años pasan rápido y después no sabes qué va a pasar. Yo acabo la residencia dentro de un año y medio y espero que para entonces las cosas hayan mejorado. Sobre todo esperamos que el Hospital La Paz tenga en cuenta que hemos vivido aquí la residencia”, explica Noelia.

No sabemos qué va a pasar después”

A su incertidumbre contribuye, además, el hecho de que sólo la especialidad de Matrona y, en algunas comunidades autónomas, la de Salud Mental, tengan después plazas específicas reconocidas dentro del sistema sanitario. Es decir, que en la mayoría de los casos el reconocimiento de la especialidad no se traslada a la práctica profesional una vez superado el EIR. “Eso lo llevamos mal”, explica Ana, residente de primer año. “Nos hemos preparado un examen muy difícil y hemos pasado dos años especializándonos para que luego eso no esté reconocido”.

Aún con todo, estos enfermeros residentes coinciden en que cursar la especialización merece la pena. “El futuro de la enfermería es la especialización. Es un cambio de mentalidad, sabes mucho más de algo en concreto”, explica Mavi. En la misma línea, su compañera Ana asegura que “el camino es muy difícil, pero hay que cogerlo con ganas. Además, la gente que se lo prepara es porque realmente quiere conseguirlo. Recomiendo hacerlo con ilusión y motivación”.