ALICIA ALMENDROS.- Evaluar los efectos de la implantación de recomendaciones basadas en la evidencia en los resultados de salud de los pacientes y en la mejora de la calidad de los cuidados de salud es el objetivo del proyecto Sumamos Excelencia. Una iniciativa en la que participa el Hospital Universitario de Móstoles. “Se trata de un proyecto a nivel nacional que ha impulsado la dirección del hospital. A través de la unidad de apoyo de investigación del propio hospital se ha acercado este proyecto a los trabajadores y a las propias unidades del centro. Y nuestro servicio, anestesia y reanimación, ha participado en el área temática de control y manejo del dolor. Es importante incorporar la evidencia científica a nuestra práctica diaria clínica porque estamos actualizando continuamente los conocimientos y habilidades técnicas en nuestro día a día y así disminuimos la variabilidad entre profesionales y unificamos criterios”, argumenta M.ª Ángeles Merchán, enfermera de Anestesia y Reanimación del Hospital Universitario de Móstoles.
Temáticas
Incontinencia urinaria, caídas y dolor son las tres temáticas en las que se lleva a cabo este programa. Al unirse, las unidades participantes se comprometen a realizar una formación acerca del proceso de implantación de buenas prácticas, a llevar a cabo una medición basal de los indicadores preestablecidos según el área seleccionada, a implantar las recomendaciones y a realizar mediciones de seguimiento a los tres, seis, nueve y doce meses. Los datos se obtienen de las historias clínicas y de los registros clínicos por los investigadores responsables de cada unidad y son volcados en una plataforma online disponible para el proyecto.
Enfermeras
El dolor es la quinta constante vital y para la enfermería es clave trabajar teniéndolo en cuenta. “Hemos desarrollado una herramienta adaptada a las condiciones que teníamos dentro del servicio que nos sirve para registrar el dolor específico en nuestra unidad. Una vez creada la herramienta se realiza una auditoría y un seguimiento de ese registro del dolor en diferentes momentos secuenciales que el paciente va desarrollando en su ingreso en las diferentes áreas del hospital”, resalta Merchán. “Y, estas auditorías nos demostraron la importancia de monitorizar el dolor desde reanimación hasta las áreas de hospitalización para poder hacer ese seguimiento del mismo”, añade.
Una vez salen de la unidad de reanimación llegan al área de hospitalización donde la enfermera continúa con el seguimiento. “Según llegan a planta vemos cuáles son los pacientes a los que tenemos que observar. Registramos los nuevos y analizamos las últimas 24 horas de los que llevan más tiempo. Nos ponemos en contacto con todos los pacientes y les explicamos el dispositivo que llevan para el manejo del dolor y de alguna forma les tranquilizamos haciéndole saber que vamos a ser nosotras las que les llevemos el control durante su ingreso en la unidad. Que estamos a pie de cama, tenemos tiempo para dedicarles, para hablar y, sobre todo, vamos viendo cómo van evolucionando y les transmitimos esa información a los anestesistas que en definitiva son los que van a modificar tratamiento y a tomar las decisiones”, puntualiza Elena Gasco, enfermera de la Unidad del Dolor del Hospital Universitario de Móstoles.
Ventajas
Y es que los beneficios son muchos: aprender una metodología de implantación de buenas prácticas, adecuar la práctica clínica a las recomendaciones basadas en la evidencia y mejora de los resultaos de salud de los pacientes y la calidad de los cuidados, disminuir la variabilidad ya que todos los participantes implantarán las mismas recomendaciones, formar parte de una red de excelencia de cuidados y recibir feedback periódico de los avances obtenidos con la implantación, de modo individual y del proyecto global, para poder realizar una comparación de la situación de cada unidad.
2 Comentarios
Refolk
Por suerte el dolor no es una “constante vital”. Por otro lado sería terrible llamarla “signo vital” puesto que no es necesario para la vida. No encuentro otro apelativo qué síntoma puesto que todo dolor es innecesario. Un saludo.
Encarna Martínez Oliveras
Si bien no estoy de acuerdo con la denominación de «la quinta constante vital», ya que a veces es la primera o la segunda, etc., entiendo que es un síntoma muy difícil de desubrir, catalogar e, incluso, según estado y personalidad del paciente, de diagnosticar, diferenciar, descubrir o incluir en la escala analógica. Usted dice: El dolor es innecesario; aunque comprendo lo que quiere decir, el dolor es, muy al contrario, necesario, puesto que es un indicador imprescindible para llamar la atención, un grito que indica que algo no va bien. Entiendo que por innecesario quiere decir que no debería haber dolor en un paciente diagnosticado y estable; sin embargo, no siempre es posible tal precisión por diversos motivos, empezando por el dolor neuropático y terminando por los efectos secundarios de medicaciones en un momento dado imprescindibles para terminar con el dolor de un paciente determinado.
Por eso, apoyo el sentido que veo implícito en «constante vital». A mí me parece que en muchas ocasiones, por desgracia, hasta que el paciente no toca el timbre y dice «me puede dar algo para el dolor», este no ha sido valorado correcta o suficientemente desde la llegada del paciente a la unidad. Tensión, temperatura, pulso… hay que hablar con el paciente y valorar su estado cognitivo, su orientación, etc., etc. Y en ese etcétera pongo en primer lugar la valoración del dolor.