GEMA ROMERO.- Un estudio de la Universidad de Tubinga (Alemania) demuestra que, además de sus beneficios para el metabolismo, el estado de ánimo y la salud en general, el ejercicio también mejora la función cerebral. Las personas obesas y con sobrepeso son propensas a la resistencia a la insulina en el cerebro, donde proporciona información sobre el estado nutricional. Así que los investigadores querían saber si el ejercicio puede mejorar la sensibilidad a la insulina en el cerebro y mejorar la cognición en personas con sobrepeso.
En el estudio, dirigido por Stephanie Kullmann, 22 adultos sedentarios con sobrepeso u obesidad (con un índice de masa corporal de 31) se sometieron a dos exploraciones cerebrales, antes y después de una intervención de ejercicios de 8 semanas, incluidos ciclismo y caminar. La función cerebral se midió antes y después de usar un aerosol nasal de insulina para investigar la sensibilidad a la insulina del cerebro. Los participantes también fueron evaluados en materia de cognición, estado de ánimo y metabolismo periférico.
A pesar de que la intervención con ejercicios sólo resultó en una pérdida de peso marginal, las funciones cerebrales importantes para el metabolismo se «normalizaron» tras 8 semanas. El ejercicio aumenta el flujo sanguíneo regional en áreas del cerebro importantes para el control motor y los procesos de recompensa, los cuales dependen de la dopamina.
La dopamina es un importante neurotransmisor para el aprendizaje de nuevas habilidades motoras y en el aprendizaje relacionado con la recompensa, y esta investigación muestra que el ejercicio mejora significativamente la función cerebral relacionada con ella. Un área en particular, el estriado, tuvo una mayor sensibilidad a la insulina después de las 8 semanas de ejercicio, de modo que la respuesta cerebral de una persona con obesidad después del entrenamiento físico se parecía a la respuesta de una persona con peso normal.
Curiosamente, cuanto mayor es la mejora en la función cerebral, más grasa abdominal pierde una persona durante el curso de la intervención de ejercicio. Desde el punto de vista del comportamiento, los participantes informaron de una mejora en el estado de ánimo y el cambio de tareas, que es un indicador para mejorar la función ejecutiva.
«La conclusión es que el ejercicio mejora la función cerebral», ha afirmado Kullmann. «Y el aumento de la sensibilidad a la insulina en las regiones cerebrales relacionadas con la dopamina, a través del ejercicio, puede ayudar a disminuir el riesgo de que una persona desarrolle diabetes tipo 2, junto con los beneficios para el estado de ánimo y la cognición».