GEMA ROMERO.- Los conflictos emocionales de los futuros padres, incluyendo los problemas de pareja durante el embarazo, predicen problemas de conducta en menores de 2 años. Así lo demuestra un estudio publicado en la revista Development & Psychopathology que, por primera vez, analiza la influencia del bienestar de las madres y los padres antes y después del nacimiento, en el comportamiento de los niños a los 14 y 24 meses de edad.

El equipo, integrado por investigadores de las universidades de Cambridge, Birmingham, Nueva York y Leiden (Países Bajos), analizó las experiencias de 438 futuros madres y padres, con seguimiento a los 4, 14 y 24 meses tras el nacimiento. Los padres procedían del este de Inglaterra, del estado de Nueva York y de los Países Bajos.

En su investigación observaron que el bienestar prenatal de las madres primerizas tenía un impacto directo en el comportamiento de sus hijos a los dos años. Así, las madres que sufrieron estrés y ansiedad en el período prenatal tenían más probabilidades de ver a su hijo mostrar problemas de comportamiento como berrinches, inquietud y rencor. Además, los niños tenían más probabilidades de presentar problemas emocionales, estar preocupados, ser infelices, llorones, asustarse con facilidad o ser más dependientes, si sus padres habían tenido problemas de pareja tras el parto.

Para Claire Hughes del Centro de Investigación Familiar de Cambridge y autora principal del estudio, “nuestros hallazgos resaltan la necesidad de un apoyo más temprano y más efectivo para que las parejas los preparen mejor para la transición a la paternidad. Durante demasiado tiempo, las experiencias de los padres primerizos han sido marginadas o tratadas de forma aislada de las madres. Esto debe cambiar debido a las dificultades en los niños. Las relaciones tempranas con las madres y los padres pueden tener efectos a largo plazo.

Primer estudio en parejas

Otros estudios previos ya habían demostrado vínculos entre el bienestar de los padres y los resultados del niño, pero este es el primero en involucrar a las parejas, en rastrear el bienestar de ambos progenitores durante un período prolongado de tiempo, centrándose en el comportamiento del niño en los dos primeros años de vida. Para ello utilizaron cuestionarios estandarizados y entrevistas en persona En cada una de estas visitas, los padres también completaron cuestionarios estandarizados sobre la calidad de la relación de pareja y las emociones y el comportamiento de los niños.

Como explica Hughes, “nuestro estudio se basa en una muestra relativamente grande y es único porque ambos padres respondieron las mismas preguntas en cada etapa, lo que nos permitió hacer comparaciones directas”.

Esta investigación es parte de un proyecto más amplio ya en marcha que examina el bienestar y la influencia de las nuevas madres y padres. En un estudio estrechamente vinculado, publicado en Archives of Women’s Mental Health en julio de este año, el equipo descubrió que los padres comparten recuerdos traumáticos de nacimiento con sus parejas mucho más de lo que se ha reconocido previamente. Este estudio comparó el bienestar de los padres en el tercer trimestre del embarazo con el de su hijo cuando tenía cuatro meses.

“Lo que muestran ambos estudios es que debemos hacer que el apoyo prenatal sea mucho más inclusivo y brindarles a las madres y padres primerizos las herramientas que necesitan para comunicarse entre sí y prepararlos mejor para esta transición importante”, subraya Sarah Foley, también del Centro de Investigación Familiar de Cambridge.

A la vista de sus resultados, este estudio destaca la necesidad de extender este apoyo a los futuros padres e ir más allá del bienestar individual para considerar la calidad de la nueva relación de pareja de con la llegada del nuevo miembro de la familia.