Los niños cada vez están más enganchados a las pantallas y tienen hábitos cada vez menos saludables. Hacen menos ejercicio, tienen una peor alimentación y, en términos generales, se encuentran peor. Esta es la conclusión a la que ha llegado el estudio ‘PASOS longitudinal 2022-2025’, llevado a cabo por la Gasol Fundation y que ha seguido la evolución de 701 integrantes a lo largo de tres años y medio.
En este periodo de tiempo, el estudio ha recogido que el consumo de pantallas de los niños y adolescentes ha aumentado en 11,3 horas a la semana, lo que se traduce en 25 días más completos al año.
Asimismo, las horas de sueño de los jóvenes también ha disminuido durante este periodo de tiempo, especialmente durante los findes de semana. «La población participante crece un promedio de 3,5 años y eso provoca que probablemente aumente su ocio nocturno, especialmente durante el fin de semana», indican en el informe.
Si hablamos de alimentación, el estudio indica que los jóvenes han disminuido durante la horquilla de tiempo analizada su nivel de adherencia a la dieta mediterránea en más de medio punto en una escala de 16 puntos del índice KidMed. «En este sentido, se
reduce en más de 10 puntos el porcentaje de población que alcanza un nivel alto de seguimiento de este patrón dietético», indican.
Menor actividad física y bienestar psicológico
En lo relativo a actividad física, el estudio apunta hacia un descenso medio de 18 minutos diarios en la práctica de actividad física moderada o vigorosa. Y, además, recoge un dato que tildan de alarmante: el porcentaje de población que declara sentirse
preocupada, triste o infeliz que ha formado parte del estudio se ha incrementado en 17,3 puntos. El bienestar psicológico durante la adolescencia y la primera etapa de la edad adulta es básico para la construcción de la identidad propia y un pleno desarrollo saludable.
De esta manera, el estudio apela a que es urgente que se intensifique la implementación «de políticas públicas que contribuyan a generar entornos promotores de la salud, y que, a su vez, contribuyan a disminuir las desigualdades socioeconómicas de
partida que otros estudios, informes y artículos». «Asimismo, conviene impulsar la implementación de intervenciones holísticas e integrales que consigan cambios sistémicos en los entornos en los que se desarrolla la población infantil y sus familias, que prioricen a las comunidades más desfavorecidas para disminuir su punto de partida desigual en relación al estilo de vida y al estado ponderal», recomienda.