ÁNGEL M. GREGORIS.- La realización del marcaje preoperatorio de los pacientes ostomizados mejora su calidad de vida (65,4) frente a los que no se les realiza esa técnica (62,96), tal y como se revela en el estudio “Stoma life. Calidad de vida en los pacientes ostomizados un año después de la cirugía”, publicado en la revista Metas de Enfermería. Si bien la diferencia no llega a ser estadísticamente significativa, “este hecho no exime de la realización de un adecuado marcaje del estoma de modo protocolizado e individualizado previo a la cirugía para asegurar una buena localización del mismo y que debería ser realizado en el 100% de los casos”, explica la investigación.

El estudio, que analizó el índice de calidad de vida de 464 pacientes ostomizados un año después de la cirugía, resaltó la importancia del seguimiento periódico al paciente ostomizado, ya que hay una relación directa entre la mejora de la calidad de vida y la realización de un seguimiento periódico por un profesional experto. “La importancia de las consultas de enfermería expertas en ostomías es vital para conseguir que el sistema sanitario proporcione accesibilidad y continuidad a los pacientes ostomizados desde el momento en el que se decide intervenirle quirúrgicamente”, afirma Javier Campillo, autor principal del estudio y enfermero en el Hospital Royo de Villanova (Zaragoza).

Campillo destaca que estas consultas son coste/efectivas para el sistema sanitario, ya que “la atención prestada por profesionales expertos en ostomía es más eficiente si se habla en términos de gestión económica que la atención no especializada”.

Tras un año de seguimiento después de la cirugía, el estudio constata que los pacientes que son autónomos en el cambio del dispositivo tienen una mayor calidad de vida, “dato que resalta la importancia de una adecuada educación sanitaria al paciente ostomizado desde que se conoce el hecho de que se le va a realizar una ostomía”.

Existen casos en los que el paciente ostomizado no es independiente y son los cuidadores y familiares los responsables. “Es imprescindible una educación sanitaria integral para estos cuidadores que sirva como soporte para los cuidados a realizar. Estos deben tener posibilidad de resolución ante posibles complicaciones, teniendo a personal experto en ostomías como referente para resolver los problemas que puedan surgir”, subraya Campillo. Además, el enfermero considera que estos cuidadores deben intentar que el paciente tenga una vida lo más normal posible, siendo cooperantes en todo momento para ello, mostrando empatía y responsabilidad en los cuidados, siempre bajo la supervisión de un profesional experto.

Asimismo, también se vio que un año después de la intervención los pacientes tenían mejor calidad de vida que seis meses después, “lo que significa que requieren de un periodo de adaptación de al menos un año para mejorar su calidad de vida”. Campillo considera que el papel de la enfermería experta en ostomías es fundamental durante todo el periodo perioperatorio, es decir, en el preoperatorio con una educación sanitaria correcta y objetiva, y en el postoperatorio con una atención integral continuada y accesible.

En esta misma línea, la investigación también apunta que los portadores de una ostomía permanente tienen mayor calidad de vida durante su seguimiento que los que portan una ostomía temporal. “Este dato podría hacer reflexionar sobre si hay una mayor implicación del paciente en el cuidado de la ostomía permanente por ser consciente de que es para el resto de su vida”, relata el estudio.

Por último, el estudio concluye que los portadores de dispositivos de una pieza han tenido mayor calidad de vida un año después de la cirugía que los usuarios de dos piezas. “Siendo conscientes de que cada usuario tiene que ser valorado de modo individualizado, este hecho lleva al análisis de las ventajas e inconvenientes de cada tipo de dispositivo respecto al otro. No cabe duda de que los dispositivos de una pieza aportan una mayor flexibilidad y confort al usuario”, apunta el estudio.

Otros factores como el sexo del paciente, la edad, el tipo de ostomía o el hecho de que la cirugía haya sido programada o realizada de modo urgente no han tenido diferencias significativas en la calidad de vida del enfermo, según la investigación.

“Las principales dudas de los pacientes van asociadas a miedos y temores y a su posibilidad o no de resolverlos, como son el miedo a las fugas de efluente, uso inadecuado de los dispositivos de ostomía, miedo al mal olor, incapacidad para controlar la emisión de gases y ruidos intestinales, incontinencia fecal o urinaria (según sean ostomías digestivas o urológicas) y posibilidad de métodos continentes, dudas sobre su posibilidad de relacionarse socialmente, qué complicaciones pueden aparecer y cómo resolverlas, dudas de índole dietético…”, comenta el enfermero.

Artículos relacionados

La intervención de enfermeras expertas mejora la calidad de vida del paciente ostomizado