ALICIA ALMENDROS.- El progresivo envejecimiento de la población y el incremento de la esperanza de vida conllevan un aumento de las patologías crónicas. Estas han sido sobre las que ha girado la tercera mesa de la jornada. Su control y asistencia representan uno de los principales retos a los que debe hacer frente el sistema para cumplir y satisfacer las necesidades de los pacientes y las enfermeras son las principales gestoras de estos cuidados. “El paciente crónico es una gran responsabilidad para la enfermería porque requiere unos cuidados muy concretos y especializados. Entre ello encontramos, por ejemplo, los pacientes anticoagulados que requieren mucha educación para la salud para poder manejarse con este tipo de tratamientos, sobre todo con los nuevos fármacos de acción directa”, ha argumentado Marisol Estévez, enfermera referente de paciente anticoagulantes del Hospital de Alcorcón (Madrid). El manejo de estos fármacos es todavía complejo, “al ser de uso reciente todavía no se han establecido los mecanismos para la monitorización y seguimiento de los pacientes. Esto es una asignatura pendiente. Es una labor especialmente de las enfermeras y en la que debemos formarnos”; ha añadido.
Según datos de la OMS, las enfermedades crónicas son la causa del 60% de las muertes a nivel mundial y desencadenan el 75% del gasto sanitario público. “Llevamos muchos años centrándonos en la asistencia en consulta y menos en domicilio; y los pacientes en fase de cronicidad avanzado especialmente en las últimas etapas de la vida necesita que las enfermeras intervengamos en sus domicilios y trabajemos en conjunto con sus familias. Creo que es en este ámbito donde tenemos una oportunidad de liderazgo en los equipos para seguir avanzando hacia unos cuidados de calidad”, ha comentado Mª Esmeralda Torralba, enfermera Centro de Atención Primaria Mª Auxiliadora de Madrid. “Debemos utilizar todos los medios a nuestro alcance para establecer relaciones terapéuticas entre los pacientes y las familias e ir a los domicilios de forma proactiva”, ha señalado.
El suicidio y el miedo
Pero en cronicidad no todo son patologías físicas, también las hay psicológicas. “Hay muchos miedos al suicidio, pero los profesionales debemos centremos en abordar y preguntar a los pacientes sobre las ideas suicidas. Muchas veces sabemos que ocurre algo, pero no preguntamos y es fundamental hablar. El primer paso para prevenir el suicido es hablar de ello. Si lo normalizamos conseguiremos que los pacientes expresen su angustia”, ha argumentado Ana Isabel Gutiérrez Salegui, psicóloga forense. “Con el dolor físico se puede recurrir a los analgésicos, pero hemos sido incapaces durante estos años de transmitir a la población que el dolor psicológico también tiene tratamiento y se puede curar. Si las enfermeras quieren liderar este ámbito deben formarse y sobre todo ayudar a la sociedad a derrumbar los tabúes relacionados con el suicidio. Hay que apoyar tanto al paciente como a la familia y derivar a asociaciones de afectados si fuese necesario”, ha puntualizado.