Mucho se ha dicho de la labor asistencial que desempeñaron las enfermeras durante la pandemia. Sin embargo, en los primeros meses, especialmente de febrero a junio de 2020, tanto el Consejo General de Enfermería como las distintas sociedades científicas de la profesión también tuvieron un papel relevante en la información y documentación técnica coordinada por el Ministerio de Sanidad, a través del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias (CCAES), destinada fundamentalmente a los profesionales sanitarios. Un desconocido papel de las enfermeras como asesoras durante la pandemia que, cinco años después, ha caído en el olvido.

En total, 10 sociedades científicas de enfermería participaron en el desarrollo de siete documentos técnicos, con ocho áreas de distintas competencias, y un total 19 de revisiones. Como señala Guadalupe Fontán, coordinadora del Instituto Español de Investigación Enfermera, “fue un gran ejemplo de trabajo interdisciplinar efectivo que evidenció la necesidad de integrar la perspectiva enfermera en la formulación de políticas de salud pública, favoreciendo un enfoque más integral y centrado en el paciente”.

Imagen de la reunión de expertos en coronavirus
Imagen de la reunión de expertos de las sociedades científicas de enfermería (marzo 2020)

La colaboración establecida desde el Consejo General de Enfermería, que incluyó a expertos de distintas sociedades científicas de enfermería, contribuyó significativamente a la creación de protocolos basados en evidencia científica, abordando aspectos clave como el control de infecciones, la administración de terapias de soporte vital, la protección de los profesionales para garantizar la asistencia y la optimización de los recursos sanitarios.

Así, Inmaculada Fernández presidenta de la Asociación Española de Enfermería de Prevención y Control de Infecciones, a nivel profesional recuerda esa colaboración de forma muy positiva: «Creo que el trabajo que se realizó con los expertos de diferentes sociedades científicas, el CGE y el CAES fue muy riguroso teniendo en cuenta la información disponible en cada momento».

EPIs

“Un aspecto crucial -recuerda Fontán- fue la estandarización de medidas para el uso de equipos de protección personal (EPP), la prevención de la transmisión nosocomial y la implementación de los protocolos para todos los nivele asistenciales y ámbitos comunitarios”. “En los lugares de trabajo hicimos prevención, formación, buscamos exhaustivamente EPIS, comprobábamos su autenticidad, controlábamos el uso, nos encargábamos además de la gestión de compras y la dotación de los servicios, del diagnóstico de casos, los estudios de contactos, pautar y explicar medidas de aislamiento, pruebas de antígenos cuando hubo disponibilidad, consultas por síntomas..”, recuerda Ana Guerra, presidenta de la Asociación de Enfermería del Trabajo (AET)

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Esos meses supusieron “jornadas interminables de más de 10 horas, que se alargaban luego en casa con estudio de nueva evidencia científica según se iba publicando. Revisiones interminables de nuevos protocolos que se renovaban cada 15 días, webinars, reuniones online con diversos grupos de trabajo: con el Ministerio de Sanidad, con otras sociedades científicas, con el Consejo General de Enfermería, con compañeros que consultaban dudas o tenían ideas novedosas que podrían valer para evitar los contagios….”, relata la presidenta de la AET.

Para Fernández, «la dificultad más importante, vista desde la distancia que dan estos cinco años, fue la magnitud del problema y la velocidad con la que se sucedían los casos. También fue un reto añadido la falta de evidencia científica mínimamente sólida que sustentara las decisiones».

Sin reconocimiento

“Meses después, tras varias olas de contagios, la población más relajada, y conociendo un poco más acerca del virus, nosotros tardamos más en volver a la normalidad. Lo habíamos dado todo. Quedamos exhaustas, tocadas física y mentalmente. Una vez recobrada la «normalidad», habíamos demostrado a toda la sociedad la importancia del cuidado, el enorme potencial de la enfermería, la infrautilización e infravaloración de esta profesión. Pero no hubo ningún reconocimiento tangible, ninguna reorganización del sistema sanitario, nada”, subraya Guerra.

Ahora, cinco años después “se observa a la luz de la realidad que no se tiene en cuenta el criterio de la profesión, ni su experiencia en gestión sanitaria, ni su valor como activo en puestos de dirección”, destaca Ana Guerra, presidenta de la Asociación de Enfermería del Trabajo (AET). A su juicio, “es necesario recordar que la enfermería es quien mejor conoce el sistema sanitario, y quien, por su proximidad al paciente y a las familias, primero conoce los problemas que se presentan en el día a día”.

Para la coordinadora del Instituto Español de Investigación Enfermera, “en la actualidad, el rol de las enfermeras en las políticas de salud pública ha ganado mayor visibilidad. Existen iniciativas que buscan garantizar su participación en la toma de decisiones, especialmente en ámbitos como la promoción de la salud, la prevención de enfermedades y la gestión de futuras crisis sanitarias. Sin embargo, a pesar de los avances logrados, persisten desafíos en la consolidación de la presencia enfermera en órganos directivos y de planificación sanitaria. Es fundamental continuar promoviendo el liderazgo enfermero en salud pública y fortalecer su representación en la formulación de políticas, asegurando que sus contribuciones sean reconocidas y valoradas de manera equitativa”, concluye Fontán.

Sobre si estamos más preparados ahora que hace cinco años, la presienta de las enfermeras de prevención de infecciones subraya sus «serias dudas» al respecto. «Aunque se está haciendo un esfuerzo importante con la creación de la Agencia de Salud Pública, la reserva de material y equipos de protección, creo que no se ha realizado un análisis profundo de los errores más básicos para aprender de ellos. Uno de los problemas más graves, en mi opinión, fue que no se supo, por diversas razones, aplicar las recomendaciones generales que provenían de las administraciones a los protocolos específicos de los centros», incide Fernández.