MARÍA ALCARAZ.- La utilización de micropigmentación para ‘recuperar’ las cejas o aureolas de pacientes oncológicos es un vehículo no solo para la mejora estética, sino para reforzar el autoestima y salud mental de estas personas. La realización de estos procesos, que entra dentro de la cartera de servicios del Sistema Nacional de Salud (SNS) recae en las enfermeras, que son las profesionales que lideran los equipos volcados en el denominado microblading. Desde la profesión se defiende la realización de este procedimiento en el ámbito sanitario, especialmente si se habla de pacientes oncológicos, que cuentan con peculiaridades concretas.
Héctor Nafría, supervisor de Oncología del Hospital Universitario Puerta de Hierro Majadahonda de Madrid, reivindica la relevancia de que sean las enfermeras las que asuman este rol. “Para realizar la técnica de microblading es importante reconocer en qué momento del proceso oncológico se puede llevar a cabo”, recuerda Nafría, que pone de ejemplo que la evidencia científica recomienda hacer el microblading 14 días antes de la quimioterapia y nunca durante el tratamiento.
Así, Nafría refuerza la idea de que el microblading se realice “en un entorno clínico seguro y supervisado por enfermeras”. Esto, puntualiza, garantiza que se cumplan los protocolos de seguridad correspondientes. “Las enfermeras estamos entrenadas para gestionar cualquier complicación que surja durante la técnica; aunque generalmente es segura, pueden ocurrir reacciones adversas como alergias o cicatrices, y nosotros sabemos reconocer cualquier signo de alarma”, pone de manifiesto.
Falta de formación adecuada
Sobre la aparición de clínicas o lugares donde estas técnicas son realizadas por personal “no preparado”, Héctor Nafría comenta que, en primer lugar, es necesario que estos lugares cumplan con ciertas normativas y regulaciones para evitar efectos adversos y peligros. “La falta de formación adecuada puede ocasionar desde una valoración médica deficiente que derive en complicaciones, hasta infecciones, alergias o daño en la piel, además de la ausencia de un seguimiento adecuado para los pacientes”, indica.
Carmen García Retorta, enfermera de quirófano del Hospital Universitario La Paz en Madrid, y enfocada a la realización de estos procedimientos, hace hincapié en que el microblading es una técnica que entra como prestación englobada en el SNS y que se realiza en unidades lideradas por enfermería, por lo que no debe tener una traslación a otros ámbitos. “Hablamos de un corte de la epidermis en un paciente oncológico, que se tiene que hacer una cura… hablamos de salud”, advierte la enfermera.
Importancia del seguimiento
Además, hace hincapié en que “hay que poner una línea roja que no se puede pasar porque es un paciente oncológico” y que “hay que tener en cuenta su terapia y circunstancias, pues es importante”.
El seguimiento es uno de los puntos que ambos enfermeros destacan como clave a la hora de tener en cuenta la labor enfermera en estas técnicas. Ambos aseguran que el paciente oncológico cuenta con peculiaridades, como una piel más sensible, quimioterapia, tratamientos adicionales… y que el seguimiento de la curación de la micropigmentación es fundamental para evitar complicaciones.
“Las enfermeras oncológicas aportamos una combinación única de cuidado personalizado, conocimiento científico y habilidades técnicas”, concluye Héctor Nafría.