ÁNGEL M. GREGORIS.- Cinco segundos de descarga eléctrica y entre 25 y 60 de crisis convulsiva controlada mediante registro encefalográfico es el tratamiento que recibe Julio Rojas para intentar paliar el trastorno depresivo que padece. Tras dejar de responder favorablemente a los fármacos que le prescribían, el servicio de Psiquiatría del Hospital 12 de Octubre de Madrid le incluyó en el programa de Terapia Electroconvulsiva de mantenimiento y, actualmente, mantiene estabilidad clínica y una mayor calidad de vida. “Esta terapia está indicada fundamentalmente para personas con cuadros psiquiátricos afectivos y de tipo psicótico como la esquizofrenia que sean refractarios al tratamiento farmacológico”, explica Roberto Rodríguez Jiménez, responsable del programa TEC.
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Lo que antes suponía hasta 3 días de ingreso hospitalario, ahora se realiza en unas pocas horas desde que el centro ha instaurado el tratamiento ambulatorio de esta técnica, en la que los pacientes llegan por la mañana y se van cuando se levantan de la sedación.
La efectividad de la técnica llega hasta el 90% en casos de depresión psicótica”
Rojas acude al hospital a las ocho de la mañana cada cuatro cinco semanas. Una vez allí, cuando escucha su nombre por megafonía, comienza una nueva jornada de terapia. Mientras tanto, su mujer aguarda en la sala de espera. El personal de enfermería se ocupa de tenerlo todo a punto para que la sesión salga según lo previsto. Además, las enfermeras son las encargadas de dar seguridad al paciente y a su familia. “Tenemos que evitar que se pueda hacer daño. Hay que intentar que esté lo más cómodo posible y que no se lesione con ninguno de los aparatos”, manifiesta Eva María Arribas, enfermera y supervisora de la unidad de Cirugía Mayor Ambulatoria del 12 de Octubre.
Una vez dentro del quirófano, las enfermeras preparan al paciente, le colocan el pulsioxímetro para tener la saturación de oxígeno controlada, los electrodos para la frecuencia cardiaca, el manguito de la tensión y una vía. Se le informa de lo que se le está haciendo para que no se preocupe y están pendientes de que ninguna parte de su cuerpo toque nada metálico durante la descarga.
Carga a utilizar
El psiquiatra es el encargado de fijar la carga que se va a utilizar, dependiendo de la amplitud de pulso, la frecuencia, la duración, etcétera. En esta ocasión, es de 384 julios, ya que en la anterior sesión fue la carga más eficaz y ha logrado mantener al paciente estable durante las últimas sesiones.
“Muy bien”, responde Rojas al médico cuando este le pregunta qué tal le está viniendo el tratamiento mientras el anestesista le introduce la sedación. Un par de preguntas después, se duerme. La intervención dura apenas unos minutos.
Las enfermeras se ocupan de prepararlo todo para la sesión”
A Rojas se le realiza una aplicación bifrontotemporal, con un electrodo en cada lado de la cabeza, que, aunque es más eficaz que la unilateral, puede producir efectos secundarios de tipo cognitivo. Cuando todo está preparado, Roberto Rodríguez aprieta el botón que hace pasar durante cinco segundos la descarga eléctrica. Un total de 38 segundos dura la crisis convulsiva en esta sesión, lo cual es una buena señal, afirma el psiquiatra, porque “debe estar entre los 25 y los 60”.
Revisión de los resultados
Tras la intervención, las enfermeras son las encargadas de revisar que no se quede ninguna señal en el lugar donde se le ha realizado la descarga y, posteriormente, proceden a ventilarle hasta que se recupera y respira por sí mismo. Poco a poco, Julio Rojas comienza a orientarse y uno de los objetivos principales de la enfermería en este momento es dejar al paciente en las mismas condiciones en las que ha llegado. Pocas horas más tarde, el equipo sanitario (médicos, enfermeras y anestesista) informa a Julio Rojas de que puede volver a su domicilio. La próxima vez que se vean será en otras cinco semanas y mientras tanto él podrá continuar con su vida como hasta ahora.
La intervención ambulatoria dura apenas unos minutos”
Además de explicar todo al paciente, Eva María Arribas considera imprescindible que la familia también sepa lo que se le va a hacer. “Cuanta más información le demos y cuantas más dudas resolvamos, tanto los pacientes como sus allegados van a estar más tranquilos. Nosotros les contamos cómo está reaccionando el paciente y las posibles complicaciones o manifestaciones que puede tener el tratamiento”, recalca Arribas.
Más calidad
Para ella, está técnica ambulatoria da una mayor calidad de vida a los pacientes, que están más contentos porque pueden irse a casa en el mismo día y no quedarse ingresados. “Por el tipo de enfermedad que tienen, lo que más problemas les causa es que los saques de su hábitat y esto lo evitan”, subraya la enfermera.
Aunque la efectividad de la técnica llega hasta el 90% en casos de depresión psicótica, son muchos los psiquiatras reticentes a utilizar descargas eléctricas como tratamiento. Rodríguez apunta que esto sucede debido al desconocimiento de estos profesionales. “El procedimiento es útil y tanto los pacientes como las familias lo sienten así. Les cambia la calidad de vida y to-dos quieren seguir sometiéndose a él”, asevera Rodríguez.
La estafa de la psiquiatría sigue y sigue. Volvemos con los electroshoks. Que verguenza, y que los enfermeros sigamos la corriente, menudo espíritu critico….
Buenos días:
La eficacia del tratamiento es variable;pero sí que es cierto que desde los años 90 ha experimentado un auge.Como especialista enfermero en Salud Mental,sólo recordar que la amnesia posterior es muy desagradable y muchos pacientes desisten por ella.Las contraindicaciones no son menos importantes:HTA no controlada,infarto reciente,glaucoma.No obstante no se puede demonizar esta intervención que CURA a muchos enfermos y les da la vida.Desterremos aquellas viejas imagenes manicomiales y otras en la que Cerletti y Bini(los descubridores) aplicaban esta técnica,allá por los años 30.