ALICIA ALMENDROS.- Carmen Ortega es la “puerta de entrada al hospital”. Ella, como enfermera de continuidad asistencial, se encarga de garantizar la atención y el cuidado de los niños cuando se van de alta a casa. “En el caso de los niños con enfermedades crónicas que son más largas e incapacitantes damos sobre todo apoyo a los padres. Lo que hago es facilitar que sus necesidades estén cubiertas y que sigan manteniendo sus cuidados”, explica Carmen Ortega, enfermera de continuidad asistencial del Hospital Gregorio Marañón (Madrid).
Esta enfermera es clave, ya que se encarga de contactar con los centros de salud para favorecer su acogida en Atención Primaria y evitar así una brecha entre los dos ámbitos. “Una vez que tenemos captados a estos niños, cuando se van de alta les doy mi móvil corporativo a los padres y así ellos también pueden contactar conmigo”, añade Ortega.
Seguimiento
De su labor pueden beneficiarse desde un recién nacido con problemas de lactancia materna, grandes prematuros al irse de alta, niños que se van a casa con dispositivo como una traqueostomía o con una bomba de alimentación, con heridas que precisan seguimiento y curas… En definitiva, niños que por su enfermedad o por sus condiciones son más vulnerables, más frágiles que el resto de los pacientes.
En primera persona
Aroa Arranz es madre de una niña que nació con atresia de esófago. Desde entonces sus visitas al hospital son frecuentes. Para ella Carmen es como de la familia. “La primera vez antes de darnos el alta tenía que hacer muchas cosas nuevas para mí. Ella vino a visitarme y desde entonces es muy importante. Nos facilita mucho la vida. Recuerdo un día que se me estropeó la bomba a las 4 de la mañana. Le mandé un mensaje y en cuanto entró a las 8 de la mañana tenía una bomba nueva para que Paula pudiera comer. No es solo una enfermera, es una amiga”, afirma Arranz. “Sin ella, estaríamos perdido. Para los padres con niños así, todo es un mundo. Hay veces que hasta me cuesta encontrar un bote de suero diferente al clásico que tiene en farmacia. Todo se nos hace un mundo y tener una persona de confianza que te pueda facilitar estas cosas nos arregla bastante la vida”, añade.
Rubén Moreno, padre de otro paciente, viaja cada mes desde un pueblo de Toledo al Hospital Gregorio Marañón para acudir a consulta. Carmen es la encargada de organizarles todo. “Ella es nuestra conexión con el centro. Nos facilita todo lo que necesitamos y si tenemos cualquier duda, la llamamos y nos la resuelve en el momento. Al no vivir en la Comunidad de Madrid, siempre que tenemos citas salteadas en diferentes días ella nos la unifica para que solo tengamos que hacer un viaje y no trastocarnos tanto nuestro día a día en el trabajo”, resalta Moreno.
Para contactar con Carmen, el resto de las enfermeras o médicos pueden solicitar una interconsulta como a cualquier otro especialista. Y, una vez “que nos ponen en contacto las familias pueden llamarme o mandarme un mensaje al móvil corporativo para comentarme qué les ocurre o qué necesitan”, explica Ortega. Ella trabaja en el turno de mañana, pero los padres pueden mandar un email o mensaje a cualquier hora y yo al día siguiente los recojo y les da solución a todo lo que le consultan.
Acompañados
Sin duda, una figura muy importante para hacer que tanto pacientes como cuidadores se sientan acompañados en todo momento. “Garantizamos que los cuidados de los pacientes y su atención se va a mantener independientemente del lugar donde estén. Lo que queremos también es que no exista esa brecha tan importante entre los diferentes ámbitos; que se produzca la transferencia de los pacientes sin que sea impactante para ellos y, sobre todo, damos mucho soporte a los cuidadores”, señala Ortega.
Su labor mezcla tanto la parte asistencial como la gestora. “Tenemos mucha parte gestora porque solemos facilitarles, por ejemplo, un procedimiento o facilitarle un material concreto… Pero también tenemos una parte de educación sanitaria para los pacientes, en este caso hacia los niños y los cuidados”, argumenta la enfermera.
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