ALIPIO GUTIÉRREZ.- Ser enfermera y trabajar en un centro escolar a tiempo completo es una alternativa laboral al alza frente al tradicional empleo en centros socio-sanitarios. Las capacidades científicas de la enfermería permiten el desarrollo pleno de tareas como la promoción de la salud, la prevención de enfermedades y los cuidados en el ámbito escolar. Rosa Soriano, enfermera del Centro de Parálisis Cerebral Infantil de Cruz Roja en Valencia, es un buen ejemplo. Su caso es especial porque los niños a los que se dedica también son especiales, pero de igual forma ocurre en los centros escolares convencionales. La figura de la enfermera escolar no sólo es garantía de salud para los niños, sino que además aporta un plus de seguridad y de tranquilidad para padres y profesores.
En su día a día Rosa –Rosana para todos en el centro– controla la administración de medicamentos de medio centenar de niños con parálisis cerebral, realiza cuidados personalizados a cada uno de ellos, supervisa los alimentos del menú diario así como el triturado de los mismos para evitar atragantamientos, ayuda en las tareas de fisioterapia y psicoterapia, elabora informes para padres y médicos, atiende las demandas puntuales de salud que le reclaman los niños en función de procesos agudos o crónicos y mantiene un exhaustivo archivo de incidencias y actuaciones.
Rosa ya está acostumbrada a la realización de rutinas diarias a sabiendas de que estas pueden cambiar sin aviso previo, porque un niño con parálisis cerebral es tan complejo en sus cuidados y necesidades que nunca hay dos acciones idénticas.
Objetivo conseguido
En el Centro de Parálisis Cerebral Infantil de Cruz Roja en Valencia vieron la necesidad de disponer de una enfermera hace tiempo y lucharon por conseguirla. “En el año 2008, la Generalitat valenciana hace pública la ley que reconoce el derecho a la salud de los niños y acogiéndonos a ella, fue por lo que reclamamos la figura de la enfermera escolar”, apunta Paloma Sánchez Abril, ex directora del este centro valenciano. “No queríamos una enfermera que viniera al centro una hora o dos horas, sino a tiempo completo, continúa Paloma, porque el tipo de niños que tenemos exige una dedicación plena que sólo una enfermera podía llevar a cabo”
Desde hace cuatro años el objetivo está conseguido. Desde entonces, las llamadas a los servicios de urgencias para traslados de niños a hospitales, por crisis epilépticas en la mayoría de las ocasiones, han disminuido; la vida es más tranquila en el centro; los educadores y voluntarios pueden centrarse más en sus labores específicas y despreocuparse un poco porque cualquier emergencia de salud está cubierta por Rosana.
“Entre las cosas que más se registran –apunta Rosana— están todas las curas, administraciones de medicamentos, los informes para algún médico, las entrevistas con los papás e incluso hacemos informes de los asuntos tratados en las mismas para luego saber si hemos cumplido lo hablado o no. En cuanto a las medicaciones, todas se hacen con prescripción médica. Nunca damos nada sin saber la dosis ni qué médico la prescribe porque es una garantía de seguridad nuestra y del niño. También hacemos registro diario de control, por ejemplo, de niños diabéticos con la glucemia de la mañana, de la hora de comer y de antes de irse en autobús”
Seguimiento
Atender las necesidades de niños con parálisis cerebral no es una tarea fácil. Así lo afirman los educadores de este centro de Valencia en el que hacen de la necesidad virtud y eso les permite mantener unos niveles de calidad asistencial que, por desgracia, no se mantienen en la mayoría de las familias de estos niños.
Es tan alto el nivel de dependencia que entrañan que la mayoría de los padres se ven superados por las circunstancias. Les falta información y, con frecuencia, buscan en Rosana orientación y consejo psicológico. Es por esto que todos los años, al inicio del curso, Rosana envía a los padres una ficha de salud de cada niño para que ellos la cumplimenten en detalle y le permita saber al término del mismo cómo ha evolucionado su hijo tanto durante su estancia en el centro como fuera de él.
“El número de historia, el médico que lo lleva y el hospital al que corresponde, si toma medicación crónica, si autorizan a administrar medicación en caso de emergencia son cuestiones básicas que sólo manejo yo como enfermera –apuntilla Rosana con firmeza— y ese fichero, que guardo bajo llave, se modifica cada vez que hay cambio de medicación o cuando observo alguna alteración en las pautas del niño”.
Gracias a esa estrategia se realiza un trabajo de investigación que, en algún caso, ha servido para descubrir síntomas desconocidos por los padres y por los médicos y que, gracias a la aportación de la enfermera escolar, ha permitido mejorar la calidad de vida de estos “niños especiales”.
Un Comentario
Gustavo
soy de argentina…y la verdad que la zona donde vivo dista millas de lo que muestran uds…felicito a todos y por supuesto a Rosana que es un ejemplo……me gustaria recibir informacion