IRENE BALLESTEROS.- La mala alimentación ya supone un problema de salud pública alarmante. Estos malos hábitos son, en muchos casos, el detonante de ciertos tipos de cáncer, como el hepático. Un tipo de cáncer agresivo, duro y que requiere de un tratamiento concreto y de un manejo por parte de la Enfermería de Práctica Avanzada. Aspectos en los que se ha profundizado en el X Curso de Enfermería en Hepatología de la Asociación Española para el Estudio del Hígado (AEEH), que celebra su 48º Congreso Anual y que ha dejado un espacio dedicado para la enfermería, con Lourdes Oña, enfermera del Hospital Ramón y Cajal al frente como directora del curso.
Nuevas perspectivas de cuidado
Nuevos tratamientos, seguimiento multidisciplinar o educación en salud. La enfermería se sitúa como el nexo de unión entre el equipo de trabajo y el paciente con cáncer de hígado. Elaboran guías para mejorar el manejo de ese paciente y tienen un papel clave en cuanto al seguimiento de su enfermedad, desde la asistencia telefónica, con herramientas que garantizan la recopilación de información y datos hasta la elaboración de programas y vídeos para implantar tratamientos concretos. La enfermería “les ayuda estando en todas las partes del recorrido del paciente dentro del sistema hospitalario con educación, acompañamiento, con el control de las diferentes pruebas, con el refuerzo en la consulta telefónica, para dudas, efectos secundarios, para el manejo de los tratamientos y de la enfermedad”, afirma Neus Llarch, Enfermera de Práctica Avanzada en la Unidad de Oncología Hepática del Hospital Clínic de Barcelona.
La enfermera además sitúa al paciente como miembro activo en su propio proceso de enfermedad. Aquí la gestión emocional del paciente es fundamental y es la enfermería quien se encarga de gestionar emociones como la negación, el enfado, la incertidumbre e incluso también la esperanza. Posteriormente, ellas también se encargan de la revisión de pruebas y resultados y elaboran un seguimiento práctico. En definitiva, “las enfermeras realizan una medicina basada en el valor, destacando qué elementos son importantes para que el paciente tenga una mejor percepción de la salud. De hecho, los pacientes que están en contacto con la enfermería lo consiguen”, continúa la Enfermera de Práctica Avanzada.
Nutrición
La Enfermera de Práctica Avanzada está presente durante todo el proceso, desde el diagnóstico hasta el tratamiento y pasando por un recorrido complicado donde la nutrición es un punto determinante. “Cada vez hay más consultas de enfermería para este tipo de pacientes, en esa consulta no solo hay que informarles de las medidas de tratamiento farmacológico sino las modificaciones que hay que hacer en la dieta cuando hay que hacer algunas, porque los pacientes tienen que estar bien informados para aceptar un cambio importante en su alimentación y ahí esta la enfermera para enseñar y sobre todo conseguir el adiestramiento en esa nueva forma de comer y eso enlentece la aparición de complicaciones y mejora la calidad de vida de los pacientes”, cuenta Carmen Salinas, presidenta de la Asociación de Enfermeras de Nutrición y Dietética (ADENYD).
Este colectivo resulta imprescindible para el abordaje del paciente hepático, pues son expertas en el cuidado de pacientes muy diversos, sin embargo, siguen siendo un colectivo olvidado. “Las enfermeras somos un pilar importante en el cuidado de la salud y no se nos puede dejar de lado porque no somos peones que van por ahí a cualquier sitio, sino que cada vez se determinan más las especialidades que tienen que tener porque no es lo mismo el cuidado nutricional de un paciente con cáncer hepático que un paciente cardiaco, de ahí el desarrollo de la Enfermera de Practica Avanzada, que es importante para que pueda hacer frente a la diversidad de pacientes que tenemos”, concluye Salinas.