ÁNGEL M. GREGORIS.- Ana Hoyo es enfermera escolar en el Colegio Internacional Lope de Vega, en Benidorm (Alicante), desde hace dos años. Anteriormente, ha ejercido como enfermera de Urgencias en Bilbao, su ciudad natal. Lo que para ella iba a ser un inicio de año tranquilo se convirtió rápidamente en una fecha que no olvidará jamás. Era el 1 de enero cuando iba con su marido, sus hijos y un amigo a tomar un helado en la Playa de Levante. Al salir de la heladería vieron a mucha gente, estaba la policía y mucho barullo. En un primer momento pensaron en una pelea, pero rápidamente Ana se dio cuenta de que pasaba algo más. “Vi que había una mujer muy apurada, con una niña que estaba inconsciente en brazos. Me identifiqué como enfermera y la policía me abrió paso”, recuerda.
No dudó ni un momento que su profesión va más allá del puesto de trabajo y se puso rápidamente a actuar para ayudar a la pequeña. “La tumbé en el suelo y, mientras la exploraba, fui preguntando a su madre para que me diera pistas y ver qué había podido pasar. Cuando me dijo que tomaba medicación para una patología, pensé que podía ser una hipoglucemia. Entonces, pedí un azucarillo y se lo administré entero de forma sublingual porque al estar inconsciente y no tener una vía parenteral era la manera más segura. Al poco, la niña comenzó a reaccionar, despertó y empezó a llorar”, explica.
Ambulancia medicalizada
Después llegó la ambulancia medicalizada porque ella misma recalcó en varias ocasiones a la policía que era eso lo que necesitaba. Tras un día ingresada, la menor ya está en su casa y la rápida actuación de Ana supuso un antes y un después en su recuperación. “Una hipoglucemia es una patología que es reversible si la coges a tiempo, pero puede llegar a causarte la muerte”, subraya la enfermera.
Pero no es la primera vez que ella se enfrenta a algo así, en octubre, mientras estaba trabajando en el colegio, tuvo que atender una parada cardiorrespiratoria de un niño con un problema cardiaco que fue descubierto a raíz del incidente. Que el centro tuviese enfermera escolar fue imprescindible para que todo saliese bien. “Contamos con dos desfibriladores semiautomáticos y creo que eso, junto a la figura de la enfermera, marca la diferencia a la hora de salvar una vida. Es fundamental tener esos dispositivos en todos los colegios y también contar con enfermeras escolares, ya no tanto por la labor asistencial que podemos dar, sino por la labor en educación para la salud. Además, también atendemos a alumnos con enfermedades crónicas y nos encargadnos de administrar medicación si la precisan. Sin la enfermera escolar, muchas veces, su asistencia al colegio no es segura y en muchas ocasiones esto implica un aumento del ausentismo escolar”, destaca.
Un servicio de lujo
Tal y como ella misma resalta, desde la Asociación Científica Española de Enfermería y Salud Escolar (Aceese) llevan años peleando esta situación. “La enfermera escolar está considerada un servicio de lujo y no de necesidad, cuando si vemos la realidad es una figura totalmente necesaria. Además de poder atender posibles urgencias y accidentes, nos dedicamos a formar a la población escolar, tanto a los alumnos y alumnas como al personal docente y no docente en temas tan necesarios como primeros auxilios, hábitos de higiene, prevención de adicciones, accidentes…”, comenta.
A raíz de lo que ocurrió ese día 1 de enero, Ana considera necesario que las administraciones valoren y den el lugar que les corresponde a todos los sanitarios, entre ellos, las enfermeras y enfermeros. “Estamos muy poco valorados y mal remunerados y eso hace que muchas compañeras y compañeros acaben marchándose del país en busca de otras oportunidades. Deben ponerse las pilas para que los sanitarios se queden aquí y, por supuesto, es necesario potenciar las especialidades enfermeras porque más enfermeras especialistas, más vidas salvadas”.
Heroína
En este sentido, y tras lo vivido tanto en la puerta de la heladería como en el colegio donde trabaja, Ana reconoce que no se considera una heroína. “Ante todo, soy humana y creo que en una situación así también me habría gustado que me ayudaran. El deber de socorro lo tenemos todos y más aun siendo enfermeras. El nivel de satisfacción está ahí, pero estoy segura de que cualquier compañero en la misma situación habría hecho lo mismo”, concluye.