REDACCIÓN.- El Consejo General Enfermería ha denunciado que las enfermeras españolas han sufrido cerca de 3.000 agresiones en 2023, un 10% más que en 2022, según los datos recopilados por su Observatorio de Agresiones. En concreto, en Castilla y León, se han registrado 232 agresiones a enfermeras, en este periodo. La última, de hecho, es reciente. El pasado dos de octubre, la Policía Nacional detuvo a un hombre por agredir a dos enfermeras en el Hospital Universitario Río Hortega, en Valladolid. Para explicar esta problemática y el sentir de las enfermeras de la región, Esther Reyes, vicepresidenta del Consejo de Colegios Enfermería de Castilla y León, fue entrevistada en el programa Cuestión de Prioridades de Castilla y León Televisión.
«Con un solo caso que haya de agresión, ya es preocupante. Hay muchos factores que influyen en las agresiones. No hay una causa ni una única solución. Hay muchas causas que provocan esas situaciones: presión asistencial, listas de espera, que los pacientes tengan que esperar durante mucho tiempo en una consulta, la falta de medios… Eso provoca que el paciente se encienda», expuso Reyes.
Aunque en Castilla y León el número de agresiones registradas ha descendido un 8,5%, pues han pasado de 317 a 232, para la vicepresidenta de las enfermeras castellanoleonesas» no es real» esta cifra. «Son muchas más, sobre todo verbales. A veces las enfermeras no denuncian por miedo a represalias. Por ejemplo, en una zona rural, te amenaza la familia de un paciente y luego te lo vas a encontrar por la calle. Te dicen: ‘Te vas a enterar o sé dónde vives’. Esas enfermeras tienen miedo», asegura.
Desprotección
Reyes también denunció «la desprotección y el desamparo» que sufren las enfermeras por parte de Sanidad de Castilla y León (SACyL), cuando intentan denunciar algún tipo de vejación: «Hay un protocolo que, cuando tienes una agresión, rellenas y se tramita. A veces, cuesta que el superior entienda que lo que estás diciendo que ha pasado. Esto es real. El superior siempre es alguien que no es enfermera base, tiene algún cargo dentro de la administración». Para apoyar su discurso, puso de ejemplo el caso concreto de una sentencia que reconocía, como enfermedad profesional, la depresión que sufrió una enfermera tras recibir amenazas por parte de la familia de un paciente. Hasta ese momento, no se había considerado así, ya que argumentaban que la depresión podía haber ocurrido por otras causas.