DAVID RUIPÉREZ.- La mayor parte de las enfermeras y el resto de profesionales sanitarios han afrontado estos meses el mayor reto de su carrera profesional. Se han enfrentado con coraje y entrega a la mayor emergencia sanitaria de sus vidas y, como reconoce la sociedad, han dado el 200%. Sin embargo, muchas veces la imagen que llega a los ciudadanos cuando se habla de sanidad, en los medios de comunicación por ejemplo, suele centrarse más en los grandes hospitales, las urgencias… y la Atención Primaria queda en ocasiones relegada a un segundo plano.
En la lucha contra el COVID-19, los profesionales de AP han desempeñado un papel imprescindible tanto en el megahospital de IFEMA como en la detección de los primeros días y en los test y pruebas que se practican ahora a la población. Canal Enfermero ha acogido un encuentro digital con tres de los directores asistenciales enfermeros de la Comunidad de Madrid. Son Rosa Arnal, de la Dirección Asistencial Norte; Pilar García, de la Dirección Asistencia Oeste y Juan Antonio Sarrión, de la zona Este de la región. Los tres han expuesto cómo se tomaron las decisiones clave y cuál va a ser el rol de los profesionales de AP en las próximas semanas.
Un cambio radical
Muchos ciudadanos desconocen que más del 90% de los profesionales del gran hospital de IFEMA, hasta el día anterior de ponerse en marcha, ejercían en un centro de salud. “Por IFEMA pasaron cerca de 900 profesionales de AP, médicos, enfermeras, TCAE y celadores”, explica Juan Antonio Sarrión. Por su parte, Pilar García expone que, “estaban en su consulta o haciendo visitas domiciliarias, educación para la salud y pasaron en apenas doce horas a verse en un hospital de campaña. Todo el mundo tuvo que adaptarse superrápido. No sabíamos exactamente a lo que íbamos, sólo a dar una respuesta a la necesidad de la población para que descargasen los hospitales. Fueron muy valientes nuestros profesionales de AP. Incluso cambió el uniforme. De llevar el pijama y la bata o directamente la bata sobre tu ropa empiezas a trabajar con un equipo de protección con lo que eso implica”.
La clave para llevar a buen término su nueva misión, en opinión de Sarrión, ha residido en “haber formado equipo, han trasladado su equipo de AP a los controles de hospital de IFEMA y también ese trabajo es extensivo a nivel directivo. Saber cuáles eran las necesidades del paciente y los compañeros. Ha habido grandes aportaciones de la Atención Primaria en IFEMA”.
Para Rosa Arnal resultó también fundamental “que diseñamos los equipos con la participación de los profesionales, los controles, decidir juntos qué material sanitario tenía que haber allí, etc. En AP estamos muy habituados a trabajar en equipo, allí por las condiciones que había nos unimos mucho más. Hasta profesionales de la UVI eran de AP. Los profesionales de enfermería de España son de los mejor formado del mundo, nos adaptamos a cualquier servicio, cualquier especialidad. Hacemos frente a cualquier cosa”.
Vuelta al centro de salud
Una vez cerrado temporalmente el hospital de IFEMA, centenares de enfermeras de primaria se han reincorporado a sus puestos de trabajo habituales y ahora se enfrentan a un reto no menos importante que la atención a los ingresados en el gran hospital de la pandemia. Tal y como explica Juan Antonio Sarrión, “ya la Atención Primaria se adaptó en un primer momento con los servicios de atención telefónica, gestión en el domicilio, etc y ahora se vuelve a adaptar a las nuevas necesidades como pueden ser la encuesta del Ministerio de Sanidad y las pruebas de PCR a la población, la asistencia a residencias… Lo que ha demostrado es una gran plasticidad”.
“En el terreno de los test, hay varios campos abiertos -dice Rosa Arnal- y casi todo pivota sobre la figura de las enfermeras de AP, un ejemplo es la encuesta de seroprevalencia del ministerio. En la Comunidad de Madrid hay 21 equipos de mañana y 21 de tarde formados por enfermeras y conductores que acuden a los domicilios que ha marcado el muestreo y toman dos muestras -si el paciente consiente-, una venopunción para una serología y una digitopunción que es un test rápido para ver los niveles de anticuerpos IGG e IGM. En Madrid se han seleccionados 6.000 usuarios en 2.400 hogares y todo eso lo hace la enfermera, el médico está en la parte de atrás del proceso haciendo la parte epidemiológica, pero el trabajo de campo, frente a frente con el paciente, lo lleva a cabo la enfermera.
Recuperar la normalidad
Según explica Pilar García, “entramos en esta fase de desescalada para dar cierta normalidad a la asistencia en los centros de salud, tenemos que retomar actividad de forma prudente. La persona que acude al centro de salud ahora pasa por un triaje, principalmente en manos del profesional de enfermería, y se le dirige por dos circuitos diferentes, uno con patología respiratoria y posible COVID y otro para el que viene por cualquier otra patología. Nuestra forma de trabajar tiene que amoldarse a las circunstancias. No nos olvidemos que hay en sus casas pacientes crónicos y vulnerables que hasta ahora han sido seguidos mayoritariamente por atención telefónica o a través de visita domiciliaria. Estamos inmersos en dar esa normalidad y recuperar actividades de prevención. El seguimiento telefónico se ha puesto en valor y también debemos darnos cuenta de lo mucho que ha ayudado el autocuidado. Los pacientes están gestionando sus problemas de salud haciéndose mas participes de su proceso”.
“Los pacientes son capaces de cuidarse mucho más, quizá les hemos hecho muy dependientes, pero lo que también ha demostrado esta crisis es que se reconoce la realidad enfermera, que somos capaces de resolver muchos problemas de salud a los pacientes porque muchos problemas de salud están vinculados a los cuidados y la enfermera es la experta en cuidados”.
Los tres se muestran muy preocupados ante la evidente sobrecarga de trabajo que soportan en estos momentos, esperan refuerzos de las plantillas. “Los responsables políticos al más alto nivel deben comprender con esta crisis que es preciso invertir más en enfermeras, que están muy cualificas en relación al reconocimiento y al sueldo que reciben”.
“Tenemos que creérnoslo. Las enfermeras somos muy válidas y apostamos mucho a este sistema sanitario”, finaliza Pilar García.