Casi dos millones de niños en España se encuentran sin atención pediátrica en Primaria, y 600.000 sin ningún tipo de atención médica. El modelo de Atención Primaria está en riesgo y la fuga de cerebros es real. Los pediatras en su mayoría se están centrando en la privada, donde cuentan con mejores condiciones laborales, también son muchos los que se marchan al extranjero a encontrar nuevas oportunidades, generando una preocupante falta de profesionales. En el caso de las enfermeras especialistas en Pediatría la variabilidad es total. La implantación de la especialidad es lenta y desigual en toda España. Existen comunidades que siguen sin apreciar la necesidad de contar con una enfermera pediátrica en los centros de salud, quedando así relegadas al ámbito hospitalario, donde muchas de ellas no ejercen su especialidad, atendiendo a un retroceso en todo el sistema sanitario donde los principales afectados son los niños, niñas y sus familias.

Así se ha expuesto en el Manifiesto por el derecho de los niños, niñas y adolescentes a ser atendidos por pediatras y enfermeras pediátricas de Atención Primaria que han presentado seis asociaciones y sociedades de Pediatría y Enfermería Pediátrica con el objetivo de denunciar el déficit de profesionales especialistas de estos ámbitos que existe en Atención Primaria en España. Una escasez que pone en riesgo la calidad, garantía y seguridad en la atención sanitaria de niños, adolescentes y sus familias. Según explica el documento, bajo el lema «¡Ningún niño sin pediatra! ¡Ningún niño sin enfermera pediátrica!», ninguna comunidad autónoma puede garantizar al 100% que la población infantil y adolescente sea atendida por enfermeras Pediátricas o pediatras en los centros de salud.

«Las enfermeras pediátricas estamos aquí con un único objetivo: que no se nos excluya. Somos el profesional mejor formado para prestar cuidados de enfermería especializada a la población infantil y adolescente. Hacemos prevención, atención de la salud y formamos un completo equipo de salud con pediatras, psicólogos, trabajadores sociales… ese es el modelo que mejor puede atender a esa población. La enfermería Pediátrica tiene un papel importante en la educación sanitaria, donde hay tres ejes fundamentales: la alimentación, el ejercicio y la higiene. Son bases fundamentales no solo para tener una población infantil y adolescente más sana, sino también para tener una población futura más saludable», explica Isabel María Morales, presidenta de la Asociación Española de Enfermería Pediátrica (AEEP).

Representantes de las seis sociedades y asociaciones de Pediatría y Enfermería Pediátrica en la presentación del Manifiesto

Continuidad de cuidados

En la comunidad también hay población infantil y adolescente enferma, con patologías complejas y crónicas en muchos casos. En la presentación de este manifiesto se han hecho mención a determinados estudios que destacan que los menores atendidos en el primer nivel asistencial por estas profesionales reciben mejores resultados de salud que aquellos atendidos por otros profesionales que no cuentan con el mismo nivel de conocimiento, experiencia y formación.

«Con los pacientes con problemas complejos, la enfermería Pediátrica garantiza la continuidad de cuidados, en el hospital, en Atención Primaria y también el apoyo a la familia, que es fundamental. Cuando prestamos cuidados de una manera segura y con calidad, estamos dando un valor añadido. Esa seguridad es lo que garantiza la adherencia a los protocolos del cuidado infantil y además hay muchos menos errores y problemas con los tratamientos o las medicaciones. Por ello es importante apostar por la enfermería especializada y preparada, porque esto se traduce en la reducción de la morbimortalidad», sigue Morales.

Atención no garantizada

Las enfermeras Pediátricas se encuentran relegadas a otros ámbitos, por lo que, la población más vulnerable, que son los recién nacidos, se están enfrentando a una situación que pone en riesgo su salud. «Somos los primeros rostros profesionales que ve esta población y sus familias. Trabajamos en la investigación y en la edición de protocolos y nuestros pacientes confían en nosotras porque somos las profesionales en los que se han dejado llevar a nivel de asesoramiento y pruebas diagnosticas. No solo detectamos, que es muy importante. El número de horas que dedicamos a la formación y a la especialidad nos da un expertise mayor al resto de profesionales. Nos prefieren porque sabemos cómo actuar y tenemos la capacidad para brindar cuidados seguros, individualizados y de calidad. Sin embargo, esta atención no está garantizada, ya que ninguna comunidad autónoma puede asegurar que todos los niños y niñas sean atendidos por una enfermera pediátrica ni pediatra. Esto amenaza el principio de equidad. El hecho de relegar esta especialidad es un retroceso de nuestro sistema sanitario», concluye Leticia Bazo, presidenta de la Sociedad Española de Enfermería Neonatal (SEEN).