RAQUEL GONZÁLEZ ARIAS.- La Clínica Universidad de Navarra ha puesto en marcha su primer Centro Integral de la Próstata, con sedes en Madrid y Pamplona. Se convierte así en el primer hospital de nuestro país en ofrecer todas las opciones diagnósticas y terapéuticas para el manejo del cáncer de próstata y la hiperplasia y en él, la enfermería desempeña un papel fundamental desde el primer momento, antes incluso de que el paciente acuda a la consulta con el especialista.

Y es que, como explica Clara Caruana, enfermera coordinadora del Centro Integral de la Próstata, “tenemos una consulta que transcurre de forma paralela a la del médico”. Antes de que el paciente acuda a esa primera cita con el especialista, recibe una llamada previa de su enfermera: “Contactamos con él una semana antes. De esta forma, podemos realizar una primera valoración de enfermería, identificamos el motivo de la consulta y a partir de ahí solicitamos ya pruebas para que los resultados estén disponibles durante la consulta médica”.

El primer contacto: esencial

Ese primer contacto que establecen con el paciente es clave porque cuando este acude al centro por primera vez, subraya Clara Caruana, acude ya buscando a su enfermera: “el paciente viene buscándote. Ya sabe quién eres”. Además, añade, “muchos pacientes vienen de fuera y el hecho de poder adelantar pruebas nos permite ganar mucho tiempo y agilizar tanto el diagnóstico como la instauración del tratamiento”.

Seguimiento

Además de la valoración inicial, las enfermeras acompañan al paciente durante todo el proceso: diagnóstico, tratamiento y, posteriormente, seguimiento, donde la enfermera se encarga de llamar al paciente para valorar su estado. “Estamos preparadas para detectar o interpretar signos o síntomas de posibles efectos secundarios en los que se deba intervenir” o, en su caso, “tranquilizar al paciente si es algo normal”.

Y es que, “la igual que hay revisiones médicas hay revisiones de enfermería. Trabajamos de la mano y siempre hay una comunicación bidireccional y centrada en el paciente. Evaluamos su calidad de vida constantemente: cómo llega, cómo es su evolución y el resultado final”.

Valor añadido

El contacto estrecho desde el primer momento, subraya, “crea un vínculo muy especial entre enfermera y paciente. Conocemos no sólo el motivo por el que viene y el tipo de cáncer que presenta sino cómo este afecta a su calidad de vida, a sus relaciones laborales y familiares, a su vida social…”. En su evaluación, emplean cuestionarios que les aportan la información necesaria para poder actuar en función del estado del paciente. “Vemos lo que funciona, lo que no… y eso es lo que le da un valor añadido a la enfermería”, concluye.

Formación

Para llegar ahí, hace hincapié, ha sido precisa una formación exhaustiva de todas las enfermeras que trabajan en el centro: “Nos hemos tenido que especializar en toda la patología de la próstata y ese conocimiento que hemos adquirido lo aplicamos en la consulta”. De hecho, añade, asisten a los comités multidisplinares junto al resto de especialistas para luego aplicar todo el conocimiento en su consulta. Su formación, en este sentido, abarca tanto el campo urológico como oncológico, diagnóstico y terapéutico.

El resultado: enfermeras expertas que participan activamente en el manejo de los pacientes desde el primer momento.