Enfermeras: grupo de riesgo y agentes de la solución en insuficiencia venosa crónica

ANA MUÑOZ.- Aunque en la calle, en los medios de comunicación y en la publicidad a menudo se hable de las varices como un problema estético más que médico, lo cierto es que no son sino la manifestación exterior de la insuficiencia venosa crónica (IVC), un problema de salud muy extendido, especialmente entre las mujeres, y alrededor del cual perviven muchas falsas creencias. Entre las profesionales que más lo sufren se encuentran dependientas, profesoras, camareras, peluqueras y, por supuesto, enfermeras. En un alto porcentaje de casos, además de varices y arañas vasculares, la IVC “provoca heridas que son difíciles de tratar y que, cuando aparecen, se convierten en el primer problema de las pacientes, por encima de cualquier consecuencia estética”, explica M.ª Jesús Munuera, enfermera experta en úlceras vasculares de la Fundación Jiménez Díaz de Madrid.

Según esta enfermera, las pacientes de IVC pueden clasificarse esencialmente en dos grupos: de un lado, “mujeres jóvenes con varices importantes, llamativas y úlceras que tardan mucho en curar porque, aunque ellas no pasan de la treintena, probablemente lleven padeciendo las lesiones cinco o seis años”; y de otro, “mujeres mayores, que no tienen tanta insuficiencia venosa aguda como las jóvenes pero que, como llevan mucho tiempo con ella, tienen más daño tisular y edema, acentuados por condicionantes de la edad como la movilidad reducida”.

Qué es la IVC

La insuficiencia venosa crónica (IVC) es la incapacidad de las venas para realizar el adecuado retorno de la sangre al corazón, lo que provoca su acumulación en las piernas, dando lugar a diferentes síntomas y problemas que afectan ya a tres de cada diez adultos españoles, según datos del Capítulo Español de Flebología y Linfología de la Sociedad Española de Angiología y Cirugía Vascular. Hablamos por tanto de un problema que afecta a unos 15 millones de personas en nuestro país, de las cuales el 60% no está diagnosticado. Además, la incidencia de la patología aumenta con la edad, aunque cada vez más gente joven la padece en los últimos tiempos debido a pautas de estilo de vida.

Una de las causas más frecuentes de la IVC es la inmovilidad, como en el caso de las personas que trabajan muchas horas de pie —las enfermeras, sin ir más lejos— o que realizan a menudo largos viajes. La prevalencia también está muy relacionada con factores hereditarios y aumenta durante el embarazo. Otros elementos que pueden influir aumentando el riesgo de IVC son las alteraciones hormonales, el sobrepeso y el calor.

Entre los primeros síntomas destacan dolor, hormigueo, pesadez y cansancio habitual en las piernas, calambres nocturnos, sensación de calor y aparición de arañas vasculares y varices.

Estudio revelador

Para medir con exactitud la incidencia de la IVC entre las mujeres españolas y, sobre todo, para contribuir a la búsqueda de soluciones, el laboratorio Cinfa ha llevado a cabo el II Estudio CinfaSalud, sobre las percepciones y hábitos de las mujeres españolas en relación a la salud de sus piernas y la IVC, en el que ha recogido la percepción de 2.000 mujeres españolas de entre 30 y 60 años. El trabajo está avalado por el Capítulo Español de Flebología y Linfología (CEFyL) de la Sociedad Española de Angiología y Cirugía Vascular (SEACV).

De los resultados del estudio se desprende que entre los síntomas que más afirman padecer las mujeres con problemas de circulación en las piernas son: pesadez (47,3%), dolor (39,7%) y calambres (33,6%). De estos síntomas derivan distintas dificultades, como son: acabar con las piernas muy cansadas (79,7%), no poder estar mucho tiempo de pie (55%) o tener problemas para dormir (53,5%).

En la misma línea, siete de cada diez mujeres españolas (72,4%) están preocupadas por que los problemas circulatorios en las piernas puedan limitar su actividad diaria. También les inquieta que deriven en complicaciones que afecten de manera más grave a su salud (71,2%) y que puedan provocarles dolor (69,4%).