IRENE BALLESTEROS.- La mujer y la ciencia no siempre han caminado de la mano. A pesar de que la presencia femenina en la educación universitaria ha aumentado de forma sostenida en los últimos años, lo cierto es que en el campo de las carreras de base científico-técnica o STEM no todas continúan en la carrera investigadora, siendo en la actualidad menos del 30% de los investigadores de todo el mundo mujeres, y solo el 12% miembros de las academias científicas nacionales. Las que logran superar la carrera de obstáculos existente en la investigación científica tampoco progresan de la misma forma que sus compañeros.
Como cada año, el 11 de febrero se celebra el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia. Una fecha que sirve como altavoz para reivindicar el papel de las científicas investigadoras que durante años han superado los obstáculos existentes hasta alcanzar el éxito científico y dar visibilidad a sus contribuciones en todas las áreas del conocimiento. Una lucha de géneros, donde todavía en diversos países se continúa negando la participación femenina en disciplinas como la tecnología o las ciencias. La escasa visibilidad, los continuos obstáculos y desafíos, las barreras socioeconómicas y culturales y la dificultad de conciliación siguen siendo las principales barreras que la ciencia se encuentra para abrir sus puertas a este sector de la población.
“Esta conmemoración pretende recordar el papel fundamental que tienen las mujeres y las niñas en la ciencia para fomentar su participación de forma plena y equitativa, así como para lograr la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres y las niñas. También pretende contribuir para acabar con las barreras y los estereotipos de género que, desde los primeros estadios de la educación, frenan el acceso de las jóvenes a estudios científicos, de ingenierías y tecnológicos”, afirma Montserrat Solís, supervisora de Investigación, Desarrollo e Innovación en Cuidados de Salud del Hospital Universitario Puerta de Hierro Majadahonda, Madrid.
Enfermeras científicas, las agentes del cambio
Motivar para investigar en entornos sanitarios se considera una base fundamental del motor de avance de las distintas disciplinas de la sanidad. Por eso, el Consejo General de Enfermería apuesta por potenciar la labor docente, asistencial e investigadora. Reconocer el papel de las mujeres y las niñas en la ciencia, no solo como beneficiarias, sino también como agentes de cambio, “ayudará a acelerar el progreso hacia la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible”, tan presentes en este tema, como apuntan desde las Naciones Unidas.
Sin embargo, el problema que desarrollan muchas de las profesionales que pertenecen a este sector es que se ven obligadas a abandonar su labor investigadora. “Conozco a muchas compañeras que han tenido que abandonar, y me parece impresionante el proceso en el que una enfermera se aventura a realizar una investigación científica y, finalmente, termina por abandonar. Esto se debe a todas las barreras que se encuentran en el camino: dificultades económicas, complicaciones para conciliar, facetas de la vida profesional como clínico con la faceta investigadora y, además, con la vida personal. Muchas veces es falta de apoyo por parte de la institución, incluso a veces por parte de propios compañeros, dificultad a la hora de la publicación… En muchas ocasiones faltan también conocimientos o nos encontramos con la dificultad de llevar a cabo un análisis estadístico”, afirma Silvia Arranz, secretaria del Comité Científico y de Investigación de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica de la SEPAR.
Hacer frente a todos los desafíos que supone la carrera de las enfermeras investigadoras se convierte en una verdadera yincana en la que las enfermeras “sienten que tienen que ir pasando pruebas, y en la que en muchos casos ven como se van cerrando puertas”, continúa. Por eso, esta enfermera investigadora, que compagina dos trabajos con la vida en familia, reivindica la importancia que deben jugar los entornos de las sociedades científicas para promover el apoyo a las investigaciones enfermeras. “Así, los enfermeros nóveles que desean lanzarse al campo de la investigación, o aquellos que están en un punto crítico en sus proyectos, no seguirían planteándose si realmente sirve para algo lo que están haciendo. Es importante que sientan todo el apoyo y asesoramiento desde los comités científicos”, afirma Arranz.
Fuga de cerebros
Todas estas barreras unidas a la fragilidad del modelo sociosanitario español han provocado una verdadera fuga de cerebros a otros países que cuentan con un mayor número de medios y financiación para poder llevar a cabo sus investigaciones, hasta tal punto que en la ECUSA (Asociación de científicos españoles en EE.UU.) hay más de mil investigadores españoles.
España no cuenta con un sistema que sepa atraer y retener el capital humano. Apostar por el reconocimiento, apoyar el talento y la excelencia investigadora siguen siendo tareas pendientes. Por ello, las enfermeras investigadoras siguen pidiendo un aumento de financiación y la implementación de una gestión más eficaz para mejorar la ciencia en nuestro país. “Es importante poner de manifiesto que no son casos aislados, sino que la enfermería es una profesión científica, basada en la evidencia y una profesión que debe seguir avanzando en este sentido. Para promover la investigación enfermera es necesario que haya organismos dedicados al apoyo y ayuda de los investigadores enfermeros. Es necesario una mayor implicación de las sociedades científicas. Yo tengo la suerte de formar parte de un comité científico e investigador que está concienciado con generar nueva evidencia científica en enfermería y creo que esto es fundamental”, concluye Arranz.
Investigar sin sacrificar la vida personal
La producción científica enfermera se ha multiplicado en los últimos años a costa del sacrificio personal de las enfermeras, ya que el sistema negó durante mucho tiempo para investigar en cuidados y así contribuir al avance de las ciencias de la salud. Para potenciar la investigación, el Consejo General de Enfermería ha destinado en los dos últimos años cerca de cuatro millones de euros en ayudas a este sector y hace apenas dos semanas se entregaron los I Premios de Investigación del Consejo General, dotados con 55.000 euros que han ido a manos de seis equipos de enfermeras. A pesar de los esfuerzos, las enfermeras siguen luchando contra el reto de conciliar la vida profesional con la personal, lo que hace que un gran número acabe abandonando la profesión. “Cuando trabajaba en el hospital, realizaba la tesis en mi tiempo libre; Fue muy difícil el compaginar mi trabajo asistencial, los estudios, las investigaciones y “tener vida familiar y social”, de hecho, en algunos momentos me fue imposible y tuve que parar, incluso estuve a punto de claudicar. A día de hoy, me alegro de haberme iniciado en el campo de la investigación y, actualmente, poder ayudar a otras enfermeras es sus proyectos”, afirma María Enríquez, enfermera del Instituto de Investigación del Consejo General de Enfermería.
“Muchas enfermeras pueden realizar extraordinarias contribuciones a la mejora de los cuidados, pero la ciencia exige evidencia y la búsqueda de esa evidencia, tiempo. Un tiempo del que no disponen esas enfermeras si no es a costa de su vida personal y familiar, de buscar en ocasiones financiación por su cuenta y de un esfuerzo ímprobo. Se trata de un agravio más del sistema sanitario hacia las enfermeras como enfermeras y como mujeres”, asegura también Pilar Fernández, vicepresidenta del Consejo General de Enfermería.
En esta misma línea se expresa Florentino Pérez Raya, presidente del CGE, que considera que “para promover la investigación enfermera es necesario que haya organismos dedicados al apoyo y ayuda de los investigadores enfermeros. Lo tenemos muy claro y no sólo se trata de apoyar la investigación activa, sino facilitar que las enfermeras puedan acudir a congresos científicos con regularidad para ampliar y compartir conocimientos”.