Las enfermeras leridanas opusieron resistencia cuando la dictadura franquista unificó las profesiones sanitarias de practicante, matrona y enfermera que pasaron a llamarse todas como Asistente Técnico Sanitario (ATS). Así lo establece la investigación realizada por Miquel Àngel Calderó, Carme Torres, Montserrat Gea, Joan Blanco y Celmira Laza que han presentado estos días en el Congreso Internacional de Enfermería de Helsinki. El estudio destaca la figura de la presidenta del Colegio de Enfermeras de Lleida, Rosa Fernández, que lideró el proceso de oposición a perder la denominación de enfermera, lo que suponía además unificar estudios y colegios profesionales.
Resistencia
La investigación destaca que la unificación de estas profesiones en 1954 supuso una limitación en el desarrollo profesional y asociativo del colectivo enfermero, especialmente en Cataluña donde, precisamente, empezó a gestarse la resistencia. La leridana Rosa Fernández encabezó una fuerte lucha y desafió a la Orden Ministerial que imponía la unificación, manifestando su desacato y negándose a entregar la información oficial de las enfermeras colegiadas en el nuevo colegio unificado. Su actitud fue considerada desacato por las autoridades, que la amenazaron con sanciones y la pérdida de su colegiación y ejercicio profesional.Con la transición democrática, gracias a figuras como Rosa Fernández, se recuperó la denominación de enfermera en los estudios universitarios y en las corporaciones colegiales, consolidando así el reconocimiento de la profesión. Su lucha, constata el estudio, ejemplifica la resistencia del colectivo enfermero para preservar su identidad, autonomía y derecho a decidir sobre su profesión.
La investigación, realizada por estos enfermeros y enfermeras del COILL, Universidad de Lleida y la Asociación FEBE; ejemplifica el liderazgo de Rosa Fernández como un ejemplo del fuerte sentimiento de pertenencia a un colectivo y de la importancia del asociacionismo como herramienta para preservar y conseguir el reconocimiento profesional.