REDACCIÓN.- La contención mecánica limita la movilidad de una persona en una cama o silla. Esta práctica usa dispositivos como muñequeras, cinturones o tobilleras y supone una práctica muy controvertida, pero muy habitual en los servicios asistenciales. Por ello, el número de enfermeras que quieren reducir el uso de contenciones mecánicas ha aumentado en los últimos tiempos. Ellas piden más formación -ya que 7 de cada 10, es decir, el 74% no reciben formación específica sobre esta intervención- recursos y una legislación más clara que les ayude a poner a los pacientes en el centro de los cuidados.
Por este motivo, un equipo de docentes y profesionales expertos en diferentes especialidades ha puesto en marcha Delta Project, un programa que ayuda a las instituciones que desean evitar el uso de contenciones mecánicas, con orientación a conseguir resultados tangibles y que contribuyen a mejorar la alianza terapéutica de sus profesionales con los pacientes. De este programa nace #yonoato, una plataforma que se ha convertido en un movimiento necesario para poner sobre la mesa la problemática que rodea al uso de contenciones mecánicas en la práctica asistencial. Este movimiento nace desde la voluntad de la enfermería y de otros profesionales sanitarios con el objetivo de reducir esta práctica e incluso eliminarla siempre que sea posible. «Nuestra prioridad es siempre proporcionar bienestar al paciente, así que la contención mecánica es una opción a evitar a toda costa, ya que suele producir efectos negativos a todos los pacientes. La gran cantidad de compañeros que están dando su apoyo a la iniciativa demuestra el compromiso por proporcionar unos cuidados cada vez más humanizados, afrontando el problema con valentía, responsabilidad y profesionalidad», afirma Alonso Pérez-Toribio, enfermero de salud mental y especialista en desescalada verbal.
La humanización de los cuidados y poner al paciente en el centro es el principal objetivo que cada vez más centros sanitarios y asistenciales se han propuesto conseguir, una tarea de largo recorrido que requiere de iniciativas como éstas, que suman el esfuerzo y compromiso de todas las partes. En España no se cuentan con datos fiables y actualizados sobre el uso de contenciones mecánicas. A esto hay que sumarle que tampoco existe una regulación que delimite claramente cuándo y cómo se debe aplicar, dificultando que se puedan garantizar los derechos de los pacientes y de los profesionales.
Durante los últimos años se ha manifestado un claro interés para reducir este uso en las residencias de mayores, sin embargo, en el ámbito sanitario no se había considerado, hasta le fecha, una prioridad hacer los cambios necesarios para reducir este uso e incluso llevarlo hasta su completa eliminación. Además, ya son numerosos los colectivos de pacientes los que han mostrado su preocupación y malestar por los efectos negativos que esta práctica produce.
Enfermería
A pesar del dilema ético que produce esta práctica entre los profesionales sanitarios, éstos consideran que la falta de recursos, de una regulación más clara y de la formación necesaria para abordar estas situaciones los exponen a un grave riesgo para la seguridad física y jurídica, tanto de ellos mismos, como de los propios pacientes. «Los servicios de enfermería son los profesionales que mantienen una relación más directa con los pacientes, dado que comparten con ellos las 24 horas del día. Así que tenemos que lidiar con situaciones complejas en las que no resulta sencillo mantener la seguridad y el bienestar de los usuarios. Se requiere de la preparación adecuada para saber gestionar conflictos y detectar los signos de alarma de una escalada de agitación que pudiera desembocar en una situación de pérdida de control. Aquí la prevención es la clave y para eso hace falta entrenamiento y recursos», concluye el enfermero.