MARINA VIEIRA.- Los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística estiman que en España hay más de 20.000 personas sin hogar, aunque algunas fuentes como Cáritas calculan hasta 40.000. En el último recuento de personas en esta situación de la ciudad de Madrid que se hizo en 2016 se censó a más de 2.000 y durante estos últimos años se prevé que la cifra haya aumentado. Muchas de estas personas, además de no contar con un techo bajo el que dormir todas las noches, necesitan asistencia sanitaria. Personas como Michaelo, al que las circunstancias de la vida le han impedido tener un hogar estable y desde hace seis años se encuentra en la red de personas sin hogar. En su caso, y en el de más de 60 usuarios, el equipo profesional del Centro abierto Geranios, gestionado por Accem y el Ayuntamiento de Madrid, les ayuda a que, por lo menos, puedan mantener una vida limpia y alejada de enfermedades. En concreto, su apoyo vital es Eduardo Jiménez, enfermero del Centro Abierto Geranios, quien conoce a la perfección su patología y día a día se encarga de curar las heridas que le impiden mantenerse mucho rato de pie y, por lo tanto, hacer una vida normal.
Coordinación
Jiménez, junto al equipo de trabajadores sociales y el resto de profesionales, se encargan de que el centro funcione correctamente y que las personas que necesitan utilizar

La coordinación entre profesionales es clave para que haya una evolución positiva de los usuario
este servicio tengan la oportunidad de poder disfrutar de una vida digna. El caso de Michaelo es más complicado que el de otros usuarios: tiene las dos piernas edematizadas y con alto riesgo de trombosis por una enfermedad rara que le fue diagnosticada en 2004. Su tratamiento conlleva un seguimiento médico en el Hospital Gómez Ulla y unas curas diarias que, sin la ayuda del centro abierto Geranios para personas sin hogar, serían imposible de materializarse. “Conozco a Michaelo desde hace seis años y siempre le he tratado la misma patología. Todos los días le limpiamos las heridas con suero fisiológico y después le aplicamos vaselina para que no se creen nuevas heridas, además de hidratarle la piel y quitarle la piel muerta”, explica el enfermero. “En la pierna izquierda sí que tiene una herida, aunque no está infectada, pero se la vigilamos diariamente para que no vaya a peor. Al vivir en comunidad, tiene roce con otras personas y aunque por prescripción médica tan sólo habría que curarla cada 48 horas nosotros preferimos hacerlo todos los días”, relata Eduardo Jiménez. Por su parte, Michaelo no puede estar más agradecido por los cuidados y el seguimiento del servicio sanitario del centro: “menos mal que cuento con los enfermeros. En este año tuve heridas y úlceras con un dolor terrible. Gracias a ellos puedo andar”, relata. Michaelo nos cuenta que hasta el mes de marzo del año pasado sufrió úlceras en las rodillas y que gracias a la ayuda del centro Geranios y a sus enfermeros las úlceras han desaparecido.
Más que atención sanitaria
Pero el trabajo de Eduardo Jiménez y del resto de enfermeros del centro no se focaliza únicamente en la atención sanitaria. Los sanitarios son los encargados de hacer un seguimiento exhaustivo de la medicación prescrita a los usuarios del centro, coordinan sus agendas con los asistentes sociales y son los responsables de impartir los diferentes talleres de educación para la salud que se celebran semanalmente. “Hoy tenemos que gestionar un traslado en una UVI móvil”, cuenta Jiménez. “Para ello hablamos con las asistentes sociales y le damos toda la información sobre el paciente para evitar errores de comunicación, ya que nosotros conocemos sus patologías y sabemos cómo comunicarnos. En este caso es un paciente que tiene que ir al Hospital 12 de Octubre para hacerse unas analíticas. Es un usuario del centro que sufrió una necrosis en los dedos del pie y tiene poca movilidad”, enumera el enfermero del Centro Abierto Geranios.
Adherencia al tratamiento

Los enfermeros custodian y suministran los medicamentos a los usuarios, su labor es clave para fomentar la adherencia
Su labor de seguimiento en la adherencia al tratamiento es también clave. “Como viven en la calle es muy común que abandonen el tratamiento y una de nuestras funciones es fomentar su adherencia, que sigan sus pautas médicas, que lo retomen, que lo reajusten. Vamos nosotros con ellos a las citas médicas y les contamos cuándo ha abandonado el tratamiento, en cuánto tiempo o si podemos reajustarlo”. Los enfermeros del centro custodian los medicamentos de todos los usuarios, conocen al dedillo quién es insulinodependiente o necesita metadona para calmar sus adicciones. El control es imprescindible para no cometer errores que pueden hacer que el trabajo de muchos meses se destroce en un día. Sobre todo, en el caso de medicamentos tan sensibles como la metadona. “Tenemos registro de dispensación de metadona y uno de salida. Ya que es un medicamento que es fundamental para ellos en su vida diaria y puede que quieran tomarla doble, por esta razón nosotros nos encargamos de recepcionarla y que firmen cada vez que la tomen”, explica Eduardo Jiménez.
Educación para la salud
Además, los enfermeros organizan mensualmente talleres de educación para la salud para que su incidencia en las personas no se centre únicamente en la atención

El ciclo se completa con actividades formativas que ayudan a los usuarios a mantener una vida saludable
sanitaria. El objetivo es ayudar a las personas sin hogar a salir de esta situación, estas charlas contribuyen a conseguir este objetivo. Los talleres son diversos: desde claves para llevar una higiene adecuada hasta conocer cómo explorarse para prevenir ciertas enfermedades. “Una vez al mes tenemos una actividad sociosanitaria. Implicamos a los usuarios y adaptamos la actividad a ellos”, concreta Jiménez. También se realizan sesiones de temas de actualidad o para ayudar a los usuarios a encontrar un trabajo. Los enfermeros son la mano amiga del centro a la que los usuarios acuden para recibir apoyo y curar sus heridas físicas y emocionales. Forman parte de ese gran equipo de héroes anónimos que, día a día, entregan su vida y su profesión para hacer visibles a los grandes invisibles de las ciudades: las personas sin hogar.
Campaña de frío

El centro está en funcionamiento desde 2017 y cuenta con 30 plazas de día 30 plazas de noche
Durante los meses de invierno, cuando se registran las temperaturas más bajas en la ciudad, el Ayuntamiento de Madrid refuerza sus activos para atender a las personas sin hogar. Accem, la ONG especializada en refugio y migraciones, gestiona la campaña del frío junto al consistorio desde 2012. En la última temporada fueron atendidas un total de 1.608 personas, de las cuales 1.450 fueron hombres y 158 mujeres. La soledad, el frío, la ausencia de un techo bajo el que resguardarse hace que este tipo de acciones sean fundamentales para la supervivencia de las personas que se encuentran en este tipo de situación. Esta campaña se complementa con la atención que se realiza en los centros de acogida que hay en todo el territorio madrileño. Los profesionales que trabajan en las dos campañas se coordinan para que sus resultados consigan, de forma conjunta, ayudar al máximo a las personas en situación vulnerable.
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