MARINA VIEIRA.- Un equipo de enfermeros de Santa Cruz de Tenerife ha elaborado un estudio que ha sido publicado en la revista ROL de Enfermería donde se preguntaban si el humor podría ser considerado una intervención enfermera. La muestra, en la que han participado 224 enfermeras a través de correo electrónico y redes sociales, concluye que el humor es una herramienta muy utilizada en el contexto profesional de las enfermeras. «En el trato con el paciente el ‘buen uso’ del humor puede disminuir la ansiedad generada por la enfermedad, aliviar el estrés y mejorar el afrontamiento, propiciando una relación basada en la colaboración y buena actitud», especifican en el estudio.

 «La idea original que nos motivó a realizar este estudio surgió desde el ámbito de la docencia, en el cual trabajamos, cuando algunos alumnos nos comentaron que nuestro uso del humor durante las clases aportaba aire fresco y mayor interés por el desarrollo de las mismas, cambiando la rutina habitual de las clásicas lecciones magistrales, sin feedback ni espontaneidad alguna, a un proceso de aprendizaje que llegaba a resultar divertido en ocasiones. Fue entonces cuando, impulsados por este hecho que partió de comentarios de los alumnos, acudimos a la clasificación de intervenciones estandarizadas de enfermería para comprobar que el humor es una de ellas y valorar su pauta procedimental. Tras realizar una revisión bibliográfica no demasiado exhaustiva, pudimos comprobar que existe suficiente evidencia sobre los beneficios del humor como intervención en el ámbito de la salud», introduce Pedro Ruyman, enfermero de Atención Primaria de Santa Cruz de Tenerife y uno de los investigadores principales del estudio.

El enfermero tinerfeño argumenta que «el buen uso del humor con los pacientes contribuye a disminuir la ansiedad, aliviar el estrés o mejorar la predisposición para afrontar situaciones difíciles, entre otros beneficios. Incluso se ha constatado como recurso útil en situaciones críticas como el morir y la muerte. Respecto a los ámbitos de aplicación, sus efectos se han comprobado en contextos asistenciales diversos, como el pediátrico, el de personas con demencia y sus cuidadores, ancianos con depresión, pacientes oncológicos o con problemas de salud mental», y que por esta razón decidieron centrar su estudio en este asunto. A pesar de que el muestreo del estudio es exacto Ruyman afirma que «podría mejorarse con un muestreo aleatorizado y con mejor representatividad de la diversidad de enfermeras de todo el territorio nacional. Esto es totalmente factible y replicable, dado que presentamos en la publicación, dentro de la metodología empleada, el procedimiento de recogida de datos y los análisis realizados» y así con estos resultados llegar al objetivo que se han marcado «suponer un punto de partida para nuevas investigaciones en esta línea, diseñando nuevos proyectos que nos permitan planificar intervenciones enfermeras para problemas concretos que estén basadas en el humor y evaluar su efectividad», concluye.