REDACCIÓN.- España ha realizado 274 trasplantes de órganos durante la crisis sanitaria causada por el nuevo coronavirus, pese a las enormes dificultades que supuso el pico de la pandemia. Para retomar el excelente ritmo de actividad previo, al tiempo que se continúa garantizando la seguridad de los pacientes, la Organización Nacional de Trasplantes (ONT), junto con las comunidades autónomas, ha puesto en marcha un Plan Post-COVID para reactivar un programa que, como otras actividades, se ha visto muy afectado durante la crisis.
Según datos de la ONT, hasta el pasado 12 de marzo la actividad se mantenía en niveles muy elevados, con una media de 7,2 donantes y 16,1 trasplantes diarios, cifras incluso superiores a las del año pasado. Desde el 13 de marzo hasta el 19 de mayo se han realizado 274 trasplantes a partir de 127 donantes, lo que corresponde a una media de 1,9 donantes y 4 trasplantes por día. En total se han efectuado 148 trasplantes renales, 77 hepáticos, 34 cardíacos, 11 pulmonares, tres de páncreas-riñón y uno de hígado-riñón.
La donación y el trasplante es una actividad esencial del Sistema Nacional de Salud. No obstante, por las circunstancias sanitarias excepcionales que estamos viviendo, el número de intervenciones se ha reducido, si bien el programa español de trasplantes ha conseguido mantenerse abierto y en las últimas cuatro semanas se percibe una importante mejoría. A medida que se va superando la crisis sanitaria, la ONT aprecia una recuperación progresiva de la actividad y espera volver a las cifras previas a la pandemia. El proceso de donación y trasplante es un buen termómetro de la situación dentro de los hospitales por lo que, de confirmarse esta tendencia, indicaría una mejora en el nivel de saturación asistencial.
Son dos motivos interrelacionados los que explican el descenso de la actividad en los peores momentos de la crisis. El primero, la sobrecarga del sistema sanitario y de las Unidades de Cuidados Intensivos (UCI) que se han volcado en la atención a los pacientes con COVID-19. Es importante recordar que la donación de personas fallecidas ocurre en las UCI y que gran parte de los pacientes han de estar ingresados en estas unidades durante el post-trasplante inmediato.
El segundo motivo está relacionado con la seguridad. Los pacientes trasplantados reciben terapia inmunosupresora para evitar el rechazo del órgano trasplantado, lo que les convierte en vulnerables a las infecciones en general y a la infección COVID-19, en particular. El esfuerzo por evitar la infección en este grupo de pacientes en momentos con limitados espacios libres de COVID-19, también explica la reducción en el número de procedimientos.
En los momentos más críticos de la crisis sanitaria, se ha priorizado a los pacientes en urgencia cero o en situación clínica muy grave, para los que el trasplante no puede esperar, así como a pacientes difíciles de trasplantar por sus características inmunológicas o de tamaño (caso de aparecer un donante idóneo durante la crisis). En este último sentido, destaca el trasplante de 25 niños en lista de espera y de 30 pacientes en urgencia cero en las últimas diez semanas.
Durante este periodo de tiempo, también se han podido trasplantar cinco pacientes renales hiperinmunizados, gracias al programa PATHI. En las últimas cuatro semanas, la mejoría se ha demostrado con la expansión de criterios a la hora del trasplante e incluso se ha realizado el primer trasplante renal de donante vivo, programa que había permanecido inactivo durante la crisis, puesto que son intervenciones programadas que, en general, pueden postergarse.
Protocolos específicos frente al nuevo coronavirus
El 23 de enero la ONT emitió las primeras recomendaciones para garantizar la seguridad de la donación y el trasplante en relación con el nuevo coronavirus. Las recomendaciones se han desarrollado con las Coordinaciones Autonómicas de Trasplante y con el Grupo de Estudio de Infección en el Trasplante y el Huésped Inmunocomprometido (GESITRA-IC) de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (SEIMC).
Desde entonces, estas recomendaciones se han ido actualizando a medida que se ha tenido un mayor conocimiento sobre la infección COVID-19. Hasta la fecha, se desconoce el potencial de transmisión del virus mediante el trasplante. Ante esta situación, las directrices emitidas se basan en el principio de máxima precaución:
- Se descarta la donación en el caso de personas con COVID-19 o con síntomas compatibles con la infección.
- En personas que han superado la infección COVID-19, para la donación se exige un mínimo de 21 días desde la resolución de los síntomas y la finalización del tratamiento, con dos controles microbiológicos negativos separados por un mínimo de 24 horas.
- En el resto de casos, se realiza un cribado con test PCR. Si el resultado es positivo o no concluyente, también queda descartada la donación.
- Del mismo modo, en los candidatos a trasplante, se descarta la infección por el nuevo coronavirus inmediatamente antes de la intervención.
- Dada la restricción para la movilidad de los equipos sanitarios entre centros, se ha promovido la extracción de órganos por parte de equipos locales, evitando el desplazamiento de profesionales desde otros centros o Comunidades Autónomas.
Un plan para la reactivación del programa de donación y trasplante
La ONT y las Coordinaciones Autonómicas de Trasplante han diseñado un plan específico “post-Covid” para recuperar lo antes posible la actividad previa a la crisis sanitaria, con garantías de seguridad para los donantes vivos, los receptores de un trasplante y los profesionales sanitarios implicados en esta actividad, un Plan que ya está dando sus primeros resultados.
El Plan prevé la progresiva reactivación de los programas de donación y trasplante de órganos, retomando los procedimientos electivos (no urgentes), que ya se han puesto en marcha en muchas regiones, y el trasplante de donante vivo. Cada centro lo hace de forma individualizada de acuerdo a su situación epidemiológica, si bien el punto crítico es la existencia de circuitos libres de COVID-19.
La continua adaptación de los protocolos a los conocimientos de la enfermedad y la apuesta por la investigación del impacto del nuevo coronavirus en los pacientes trasplantados son otros de los elementos del Plan. El refuerzo y el reconocimiento de la red de coordinación y de trasplantes y la apuesta por su formación continuada son pilares básicos para afrontar la época “post-COVID”.
Durante estas semanas se ha vuelto a demostrar que el programa nacional de donación y trasplante es un excelente ejemplo de cohesión y cooperación entre comunidades autónomas dentro de nuestro sistema sanitario. Todos los profesionales y entidades de diferentes sectores que intervienen en este proceso han sumado esfuerzos para posibilitar el trasplante de los pacientes que más lo necesitan en cualquier punto de nuestro país.