D. RUIPÉREZ / A. ALMENDROS.- A Esther Gómez, conocida como Mi Enfermera Favorita (@mienfermerafavorita), le siguen más de 200.000 personas en redes sociales. Esta divulgadora es profesora de Enfermería en la Universidad Autónoma de Madrid y experta en Urgencias y Emergencias. Además, Esther Gómez acaba de publicar el libro De la cabeza a los pies.

¿Qué va a encontrar el lector en este libro?

Es un libro con el que he querido acercar a la población los cuidados básicos, por lo menos para que puedan empoderarse en su salud. Yo creo que siempre estamos poniendo en la palestra al paciente y estamos haciendo que la responsabilidad sobre los cuidados recaiga sobre ellos; pero creo que también necesitamos nosotros dar la información y las herramientas para poder cuidarse.

Sabemos que ocho de cada diez personas buscan información en Internet ante un problema de salud antes que acudir a un profesional sanitario, y es nuestra responsabilidad estar ahí correctamente identificados como sanitarios para que puedan encontrar una información con rigor, porque cuesta mucho encontrar información. Escribiendo el libro, por ejemplo, me costaba discernir cuál es la mayor evidencia científica, qué es lo más actualizado… así que imagínate a los pacientes.

El avance tecnológico posibilita tener una cantidad de información jamás vista de la historia de la humanidad al alcance de la mano, pero también es muy fácil propagar bulos y desinformación. Incluso hemos visto cómo personas que no son profesionales sanitarios dicen auténticas burradas en redes sociales.

Absolutamente. De hecho, a la hora de generar contenido para redes diría que me viene bien sin que se me malinterprete, porque este tipo de cosas nos sirven para precisamente para crear contenido en contra esas fake news y ayudar a la gente a encontrar esa información de referencia. En el libro hay en cada sección un apartado de mitos y bulos con respecto al uso de pasta dentífrica para las quemaduras, el consumo de bebidas isotónicas para el tratamiento de diarreas… De hecho, fue una de las cosas por las que creé las redes sociales. Desde que estudié la carrera siempre me ha llamado mucho la atención la educación para la salud, y es en los proyectos de salud donde puedes empoderar a la población.

Yo siempre digo que no quiero que la población tenga acceso al tratamiento, que por supuesto, lo que quiero es que no necesite el tratamiento. Y eso se consigue con educación para la salud, porque es la herramienta más rentable, más barata y que más impacto tiene en la salud de las personas a largo plazo. Por tanto, tanto desde este libro como desde las redes quiero llegar a ellos. Los jóvenes, por ejemplo, no venían al centro de salud desde que acababan la vacunación salvo que tuvieran un problema de salud, es decir a partir de los 30, así que debemos de ir donde están ellos para que los mensajes les lleguen.

Cada vez se va rebajando más la cifra del tiempo en el que puedes captar la atención de una persona. ¿Cómo es posible condensar un tema complejo y que quede totalmente resumido en vídeos de menos de un minuto?

Es difícile, por eso yo estoy en diferentes redes. Uso mucho LinkedIn, Twitter, Instagram… e intento moldear ese mensaje y  distribuirlo de forma diferente.

En Instagram, por ejemplo, me pasa: mi hermano pequeño tiene 20 años, le iba a enseñar un vídeo impresionante de una craneotomía y duraba un minuto y medio; y cuándo lo vio me dijo “¿un minutazo y medio?” Entonces te das cuenta de que la gente necesita instantaneidad, que le llame la atención, que sea poderoso, visual y que se vaya a quedar.  ¿Cómo lo hago? Es  difícil, no siempre me funciona.

Sí que es cierto que sabemos que en Instagram tenemos diferentes formatos: los stories de 15 segundos, directos que pueden ser de más de una hora incluso y, luego, tenemos el formato de vídeo corto que intentas que dure entre un minuto y un minuto y medio. Entonces primero lanzo esa pregunta poderosa, por ejemplo “¿sabías que puedes tener alergia al sol?” Entonces gente captas la atención de la gente y ya se queda y lo ve.

También juego mucho con la parte gráfica, por eso el libro tiene más de 400 páginas. Si hubiera sido sólo de texto, estoy segura de que no lo hubiera comprado nadie. Hemos jugado con muchas ilustraciones gráficas, tablas… Una parte que me ha gustado mucho hacer es la de los códigos QR en los que salgo yo en vídeos, hablando y explicando.

Hemos elegido, también, cuatro puntos que creemos que pueden cambiar con el paso del tiempo para que el libro no se desfase muy pronto, como son las recomendaciones de RCP, de atragantamiento, administración de adrenalina; que además veíamos que tenía que ser algo un poquito más visual para que la gente pudiera aprender a hacerlo.

Siempre decimos que las redes sociales tienen dos caras: sabemos del beneficio, pero también del riesgo. Alguna vez se ha criticado que haya enfermeras que están en un turno de noche en el hospital y se graben vídeos, hagan bailes, etc. ¿Puede ser contraproducente para la imagen de la profesión este tipo de contenido?

Aquí quiero dar mi opinión como un ciudadano más. Existe una falta de información, también para nosotros, en la que no sabemos qué se puede hacer y qué no. Yo, por ejemplo, no sabía si podía salir en casa grabándome un vídeo con un uniforme para que la gente supiera que soy sanitaria. De hecho, como habitualmente no estoy en la práctica asistencial, estoy más en la docencia, intento no vestirme con algo que me identifique con una institución. Pero, se echa en falta que las autoridades digan qué se puede hacer y qué no.

Mi perfil es @mienfermerafavorita, y por tanto ya me estoy identificando a la población como una enfermera y no hablo sólo como Esther Gómez, e intento no dar mi opinión, porque represento a un colectivo.

Por tanto, creo que hay cosas que no se deberían hacer, aunque se haga en un descanso porque eso el público no lo sabe y el que lo ve desde fuera puede pensar que su familiar no está siendo atendido porque este compañero se está grabando.

¿Crees que la población percibe que es una enfermera en el año 2023 o te da una imagen distorsionada, arcaica, de una profesión supeditada a otra?

La pandemia vino “bien” para visibilizar la profesión. Creo que se han hecho muchas cosas y se ha visibilizado lo que hacíamos. Ahora hay que mantenerlo y seguir enseñando, que no nos de vergüenza.

Hay que compartir lo que hacemos y  debemos mostrar a las nuevas enfermeras. Yo, por ejemplo, soy profesora asociada en la Autónoma y siempre que puedo invito a compañeras para que los alumnos vean que no sólo existe la enfermera asistencial que hay enfermeras en gestión, docencia, investigación… En definitiva, que hay cosas maravillosas y el punto fuerte de nuestra profesión es que es polivalente.

¿Por qué crees que las enfermeras tienen potencial para ser buenas divulgadoras, pero muchas no dan el salto?

Yo creo que uno de los factores es que falta liderazgo desde las universidades. Nos falta esa semillita de emprendimiento, de liderazgo,  para mi gusto creo que está un poco ausente, no se potencia, que vivimos todavía un poco en el paraguas de vivir debajo del médico.

Yo la verdad es que he visto que algo se me daba bien y simplemente he intentado potenciarlo. Y sí que creo que a veces no nos apoyamos entre las compañeras. No veo ese corporativismo. Hay una falta de compañerismo. No se nos tiene que dar a todas bien todo, pero sí a mí se me da bien divulgar y tú estás haciendo una buena investigación intento potenciarla. Entrevisto, por ejemplo, a un montón de enfermeras dentro de mi canal también, que están haciendo cosas maravillosas, impactantes y relevantes, y ellas tal vez no saben o no tienen el altavoz. De hecho, desde aquí hago un llamamiento a quien quiera compartir su historia, yo feliz de hacerlo.