MARINA VIEIRA.-  Un estudio recientemente publicado por la revista científica BMC Pediatrics demuestra que el uso adictivo de las tecnologías en adolescentes está relacionado con el fracaso escolar, el consumo de tabaco y las intoxicaciones alcohólicas. La investigación ha sido liderada por Raquel Muñoz, una enfermera del Equipo de Atención Primaria Plaza Cataluña de Manresa (Barcelona) y se ha realizado en 28 escuelas de Cataluña analizando a más de 5.500 alumnos de entre 12 y 20 años de edad. El análisis ha determinado que el tabaco, el consumo abusivo del alcohol, las drogas, el fracaso escolar y los problemas en el ámbito familiar están relacionados con las conductas adictivas de estas tecnologías. Por otro lado, también se observa que el papel de la familia puede ser fundamental en los esfuerzos de prevención.

La idea nació a raíz de un programa que enfermeras de toda la comunidad realizan en diferentes escuelas “nos acercamos a los institutos para ofrecer ese espacio que ellos tengan para conversar sobre temas que les preocupan en la adolescencia” explica Raquel Muñoz, y fue durante estas charlas cuando se dieron cuenta de que los adolescentes podían tener cierta adicción a las nuevas tecnologías y este trastorno estar relacionado con otras problemáticas.  Dentro de estos programas siempre se han dado charlas sobre diferentes adicciones como el “alcohol o el tabaco” y se les ocurrió la idea de centrar un estudio en las nuevas tecnologías para “fomentar el uso responsable de la informática”, puntualiza la enfermera.

La recogida de datos fue hace cinco años por lo que los resultados hoy en día serían “bastante diferentes” explica la enfermera. “Ahora tenemos internet dentro del móvil. Cuando hicimos la recogida de datos estaba muy incipiente y todavía casi nadie tenía WhatsApp ni este tipo de aplicaciones en los teléfonos móviles. Habría que hacer una nueva recogida de datos, plantear otro diseño de estudio, para ver si esto sigue siendo real”, especifica.

Con esta investigación se dieron cuenta de que en las sesiones no había sólo que “trabajar los hábitos tóxicos” sino también habría que trabajar las “adicciones sociales”.  Si este trabajo se realizase hoy en día,  posiblemente los datos obtenidos de él serían mucho más alarmantes “si en 2011 obtuvimos que un 2.4% de los encuestados tenían un uso problemático del móvil. Hoy en día sería mucho más. Teniendo en cuenta que en aquella época había un 13.6% de uso problemático de internet y ahora tenemos internet en el móvil, posiblemente las cifras del uso problemático del móvil se equipararía al uso problemático de internet. Pero para ello habría que hacer otro diseño de estudio para saber si esta nueva hipótesis se cumple” puntualiza la enfermera.

Resultados esperados

Aunque pensaban que “obtendrían mayor adicción en los videojuegos”, en general los resultados fueron lo que esperaban y dejan claro la necesidad de trabajar para prevenir este tipo de adicciones en adolescentes.   

Los investigadores consideran que es muy importante fomentar esta clase de investigaciones por su utilidad a “nivel preventivo y a nivel detección” para que los profesionales sanitarios sean conscientes de que es una problemática presente en nuestra sociedad y en las propias consultas “reflexionar sobre qué debemos preguntar a los adolescentes”. Teniendo presente la existencia de este tipo de trastornos se pueden focalizar las consultas en otro tipo de preguntas “no sólo preguntar cómo va la escuela o qué tal sus amigos, sino también conocer si el paciente está pasando el límite de un uso normal a un uso problemático de las nuevas tecnologías. Pero para ello sería necesario contar con cuestionarios validados y adaptados para estas patologías”, reclama la enfermera.

Este estudio establece un precedente para crear conciencia de que las nuevas tecnologías pueden constituir un problema en los niños y adolescentes y sirve para dar un toque de atención de que esto puede llegar a ser una adicción. “Nuestro objetivo realmente cuando planteamos el estudio era primero hacer la foto,  pero quisimos llegar un poco más adelante e intentar hacer algún tipo de intervención educativa que sea realmente efectiva para fomentar el uso responsable de las nuevas tecnologías”, concluye la enfermera.

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