ALICIA ALMENDROS.- El 94% de las CCAA ofrece una cobertura insuficiente o nula en tratamiento psicológico a personas afectadas por cáncer. Este es uno de los datos que se extrae del estudio del Observatorio del Cáncer de que la Asociación Española Contra el Cáncer ha presentado con motivo del Día Mundial.  A lo largo de la jornada, que ha sido inaugurada por la Reina Letizia y clausurada por la ministra de Sanidad, Consumo y Bienestar Social, María Luisa Carcedo, se ha hablado de que, a pesar de los avances científicos, el cáncer sigue siendo una de las enfermedades más temidas ya que se asocia a sufrimiento y dolor de tal manera que su diagnóstico provocan un impacto psicológico en pacientes y familiares que es diferencial de la conmoción que provoca otras patologías. Así, por ejemplo, cuando un diagnóstico de cáncer aparece en un núcleo familiar surgen reacciones emocionales habituales tras el diagnóstico, y especialmente durante la fase de tratamiento, como rabia, ira, ansiedad, tristeza… además, en el 30% de los casos, las personas afectadas desarrollarán algún tipo de trastorno psicopatológico que necesitaría tratamiento especializado.

Afrontar un diagnóstico de cáncer supone, sin duda, un reto vital que, por supuesto, afecta a todos los planos en la vida del paciente, pero también a los familiares más cercanos que han de convivir con el torrente de emociones y sensaciones que desencadena la enfermedad y que, en muchos casos, precisan de una atención psicológica especializada. “Muchas veces los familiares nos sentimos perdidos queremos ayudar y no sabemos cómo y eso nos angustia. Necesitamos orientación, guía o atención psicológica para seguir adelante”, ha asegurado Daniel, familiar de un paciente con cáncer, durante el acto que ha celebrado el AECC.

Niveles de atención

Todo este tipo de necesidades se puede abordar desde tres niveles de atención distintas, pero necesarias, para garantizar la salud integral de la persona afectada. Carmen Yélamos, responsable de psicooncología de la AECC, señala que, “en un nivel más básico nos referimos al apoyo emocional, de soporte, que todos podríamos ofrecer sin necesidad de tener una capacitación especial; en un segundo nivel estaría aquella atención orientada a la detección precoz de necesidades psicológicas básicas con el fin de derivar a profesionales especializados y poder realizar una actuación preventiva; y por último estaría el nivel donde este tipo de profesionales evalúan y tratan los trastornos psicológicos de pacientes y familiares”.

Patricia Zamorano vivió esta enfermedad a través de su padre. “Detectaron cáncer a mi padre en una revisión rutinaria. Fue en 2005. Le extrajeron el pólipo y la semana que tardaron en tener los resultados fue eterna, la peor de mi vida. El día que le dieron el diagnóstico no pude ir, fue mi hermana y mi madre. Le dijeron que tenía cáncer de colon y al salir del hospital mi hermana vomitó en el aparcamiento y mi madre no acertaba a llamarme con el teléfono. Creo que si tras el diagnóstico les hubiesen hecho pasar a una sala de manera orgánica integrada en el proceso y alguien les hubiera preguntado cómo se sentía, y les hubiera dado unas pautas de cómo iban a sentirse los días posteriores, todo hubiera sido mucho menos traumático”, sostiene.

Más recursos

Se estima que, en el 30% de los casos, las personas afectadas desarrollarán algún tipo de trastorno psicopatológico que necesitaría tratamiento especializado. Se calcula que actualmente en España hay cerca de 236.000 personas afectadas por la enfermedad que necesitarían este tipo de tratamiento especializado. “Lo más impactante es cuando te comunican que tienes cáncer. En ese momento no tenía ningún tipo de dolor físico y todo el dolor que pude sentir fue emocional. Todo lo que tenía importancia hasta ese momento dejó de tenerla y lo único que tenía en mi cabeza eran preguntas: ¿Lo superaría?, ¿cómo lo comunicaba a mis padres?”, argumenta María Teresa Torres, paciente que ha padecido cáncer. “Si en ese momento del diagnóstico en vez de un médico que me hablaba con tecnicismos que no lograba entender, hubiera tenido el apoyo de un psicólogo especialista creo que mi dolor emocional hubiese sido mucho menor”, añade. María Teresa tuvo la ayuda de un psicólogo porque lo solicitó ella misma al hospital donde le llevaban el caso. “Creo que es clave tanto al inicio, como durante el proceso como al final. Porque cuando el oncólogo me dijo que estaba curada, mi familia estaba contenta, pero a mi me dio un bajón enorme. No me creía capaz de volver a mi vida anterior”, sostiene.

Cambio de mentalidad

En cuanto a los hospitales públicos la proporción es que el 48% de ellos tampoco ofrece atención psicológica y el 52% restante, es insuficiente. “Es increíble que, contando con uno de los mejores sistemas sanitarios del mundo, no alcancemos la cobertura necesaria. Creo que, históricamente, nos hemos preocupado más de salva vidas y ser ágiles en el diagnóstico. Quizás deberíamos cambiar de mentalidad, e incluso desde la universidad deberíamos intentar formar más a nuestros profesionales y organizarnos de manera diferente para tener más tiempo y atender mejor a familiares y pacientes”, comenta Ignacio Martínez, gerente de hospital.

Las enfermeras son los profesionales sanitarios que más tiempo pasan con los pacientes y la familia. “Les ayudamos a adaptarse a todas las etapas de la enfermedad y aprovechamos cualquier situación para acercarnos a ellos: una cura, una higiene… Esto nos permite saber cómo se encuentran tanto física como emocionalmente”, explica Ángeles Peñuelas, enfermera oncológica con más de 20 años de experiencia. “Las emociones son diversas (miedo, injustica, culpa, ira, tristeza…) y abordamos de la mejor manera que sabemos que no siempre es la más adecuada porque no tenemos formación para ello”, afirma la enfermera.

“Empezamos nuestros estudios de manera vocacional con el fin de curar a los pacientes. En los últimos años nos hemos organizado en comités multidisciplinares para intentar abordar la enfermedad del paciente como la persona que es. Pero es cierto que nos hemos dejado un poco de lado el impacto emocional que puede tener este diagnóstico y hoy sabemos, además, que esto tiene impacto no sólo en la calidad de vida, sino en la cantidad. Con lo cual creo que estos datos de AECC nos ayudará a tomar medidas”, resalta Ruth Vera, oncóloga.