RAQUEL GONZÁLEZ ARIAS.- A estas alturas, es de sobra sabido que no todas las grasas tienen el mismo efecto sobre nuestra salud y mientras unas son beneficiosas y ejercen un efecto protector frente a multitud de enfermedades como las cardiovasculares o el cáncer, las otras son en sí mismas factores de riesgo de dichas enfermedades. Una batalla entre grasas en la que el bando bueno viene abanderado por uno de nuestros productos estrella, el aceite de oliva; del malo, el desgraciadamente todavía “omnipresente” aceite de palma. A pesar de la evidencia científica al respecto, el NutriScore no lo tenía en cuenta.
Francia da marcha atrás
El NutriScore es una iniciativa que parte de Francia con vocación de extenderse a todos los países europeos y cuyo objetivo es que el consumidor pueda saber rápidamente si un alimento es o no saludable. Para ello, idearon una especie de semáforo que se incluye en el etiquetado y se interpreta fácilmente: verde para los productos que forman parte de una dieta saludable y rojo para aquellos que pueden ser perjudiciales. En el medio, una gradación cromática que no da lugar a dudas.
La adopción de este sistema es voluntaria y Francia ha sido, como creador, el primero en adoptarla. Este mismo año, Bélgica se ha sumado oficialmente a la iniciativa y otros países se han posicionado favorablemente a seguir el mismo camino. Entre estos últimos, se encuentra España, que hace unos meses manifestada su interés en este sistema pero hacía un llamamiento al país galo para que incluyera ciertas salvedades, concretamente, en lo que afecta al aceite de oliva. Y es que, como explica Mari Lourdes de Torres, enfermera supervisora Unidad de Nutrición y Dietética del Hospital Universitario Miguel Servet de Zaragoza, “no se puede equiparar el aceite de oliva a otros tipos de aceite como el de palma. No tiene sentido”. Y es que el color con el que el NutriScore calificaba el aceite de oliva era nada menos que naranja, una incongruencia ante la que el Ministerio español ha sabido reaccionar a tiempo. El resultado de sus negociaciones con sus homólogos franceses ha dado sus frutos y así se lo han transmitido al resto de miembros del Observatorio de la Nutrición y de Estudio de la Obesidad en su última reunión: “Francia se ha comprometido a modificar el NutriScore”, nos adelantaba Mari Lourdes de Torres, representante del Consejo General de Enfermería en el Observatorio, al término del encuentro.
De momento, ha explicado de Torres, se desconoce el cuándo y el cómo. Habrá que esperar para conocer los detalles de esta adaptación, pero lo que está claro es que el aceite de oliva al igual que los pescados azules, que también salían perjudicados en este semáforo, tendrán un tratamiento de excepción que ponga de relieve su perfil saludable. Para esta enfermera, “se trata de un paso muy importante” y es que, como explica, de mantenerse el semáforo original e introducirlo en nuestro país, habría que explicarle a la población que unas sardinas en aceite de oliva, por ejemplo, son saludables aunque el NutriScore diga lo contrario y eso generaría inseguridad y desconfianza, justo lo contrario de lo que se pretende.
Además, señala Mari Lourdes de Torres, lo previsible es que cada vez más países europeos adopten el NutriScore y en la medida en que este valore positivamente nuestra Dieta Mediterránea se estará también fomentando nuestra cultura y el consumo de nuestros productos. Aunque la adhesión es voluntaria, se muestra optimista a este respecto y es que, recuerda, “en alimentación, todos los grandes hitos han comenzado siendo recomendaciones que, finalmente, se han convertido en obligatorias”. Tampoco las empresas están obligadas a incluir este semáforo en su etiquetado. En este sentido, de Torres señala que si bien las grandes empresas lo adoptarán, quizás haya otras más pequeñas que, por distintos motivos, no puedan hacerlo, motivos, por ejemplo, económicos, ya que hay que adaptar las etiquetas. Esto, señala, puede dar la falsa sensación de que los alimentos que incluyen el semáforo son mejores que los que no lo incluyen, cuando no guarda relación alguna. “Las enfermeras tenemos un papel muy importante en la educación de la población para la promoción de la salud y no cabe duda de que tendremos que explicar a nuestros pacientes todas estas cuestiones para que sigan, de la forma más sencilla posible, una alimentación saludable que les ayude en la prevención de enfermedades o en la mejora de su estado de salud”, subraya.