ALICIA ALMENDROS.- Abrazada por dos ríos, la Costa de Luz de Huelva se extiende desde la desembocadura del río Guadiana hasta la desembocadura del río Guadal-quivir. En esta zona se unen y combinan agua, marismas, dunas y pinares. Un auténtico paraíso para los amantes de la arena blanca y los deportes de vela. Ayamonte, Almonte, Cartaya, Isla Cristina, Lepe, Palos de la Frontera, Moguer y Punta Umbría son los pueblos encargados de refrescar las provincias con sus inigualables playas. Asimismo es un lugar ideal para los adictos a fiestas tan tradicionales y renombradas como El Rocío, así como para los aficionados a deportes de toda índole.

Punta Umbría

Este paraíso escondido re-descubierto por los ingleses mineros a finales del siglo XIX cuenta con pinares, sabinas y enebros. El paso de los británicos quedó patente durante años con sus típicas casas de madera construidas sobre pi-lares entre dunas y pinares, aunque hoy sólo podemos disfrutar de algunas en el paseo de la Ría que conservan el aire de las antiguas “Casas de salud” inglesas; además de la Casa Museo de los Ingleses, réplica de las de otros tiempos; y algunos edificios civiles inspirados en la época pero con tintes vanguardistas. La torre de la Umbría —iniciada en 1577 y finalizada en 1614— aglutinó a su alrededor los inicios de este pueblo eminentemente pescador, y como si de agua se tratase, fue inundando sus alrededores hasta conformar la actual Punta Umbría. Un rincón con más de 14 kilómetros de finas playas.

Almonte

La Torre del Loro (S.XVI), derruida en la actualidad, pe-ro activa en el pasado, al igual que las demás del litoral por su función de vigía ante los ataques piratas, nos ofrece uno de los lugares más tranquilos y vírgenes de nuestra costa; y curiosamente el punto de encuentro territorial entre cuatro municipios: Palos, Moguer, Lucena y Almonte. A partir de los acantilados del Asperillo, la playa de Castilla avanza hasta el extremo más oriental de la costa, refrescando y aportando más vida a Doñana, Patrimonio de la Humanidad y lugar donde los almonteños adoran a su Virgen, en la aldea cerca de El Rocío, celebrando su Romería —de gran renombre mundial—, que acoge en me-nos de una semana a más de un millón de personas.

Doñana, El Rocío, Matalascañas y sus playas, atractivos suficientes para acercarse a es-tas tierras almonteñas y a su núcleo principal: Almonte. Municipio con tintesbarrocos sobre mudéjar en sus calles, edificios e iglesias. Municipio con sabor a vinos afrutados y espumosos, don-de el caballo toma un protagonismo inusual, con ferias, competiciones y la “saca de las yeguas” cada 26 de junio, tradicional y única en el mundo por su escenario natural y sorprendente: las marismas de Doñana.

Isla Cristina

Isla Cristina y sus playas na-cieron del mar en 1755. Di-vertida y acogedora; marinera y pesquera como lo demues-tra su proyecto y lonja, de las más importantes en el escenario nacional en la compra-venta de pescado fresco. No hay que volver de Isla Cristina sin probar platos típicos como: raya en pimentón, atún con tomate o con lo que se quiera adornar, la “coca isleña” como postre o para el café, y lógicamente la gamba de Isla Cristina.
Y como el estómago es un buen compañero de viaje durante las vacaciones no hay que dejar de probar el jamón ibérico que se produce en el corazón de la Sierra de Aracena. En este entorno existe hoy un Museo del Jamón, situado en pleno centro del histórico municipio, que ofrece una compleja interpretación de este patrimonio cultural y gastronómico de la comarca.

Más información: http://www.turismohuelva.org/es

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