RAQUEL GONZÁLEZ ARIAS.- Ante los problemas de salud, no todo son fármacos. Cada vez más, se demuestra cómo determinados cambios asociados al estilo de vida y una humanización de la profesión sanitaria contribuyen también a mejorar el pronóstico de muchos pacientes. Es el caso de las terapias ocupacionales. Estas no pretenden ser un sustituto de los tratamientos convencionales, pero indicadas de manera complementaria, los beneficios son claros.

Así lo entienden en el Hospital Universitario de Torrejón que, desde 2014, cuenta con un huerto y un jardín terapéuticos, dirigidos fundamentalmente a pacientes con trastornos psiquiátricos graves. Esta actividad, explica Rosa Martín Lobo, enfermera especialista en Salud Mental del centro, se enmarca “dentro de nuestro Programa de Continuidad de Cuidados de los pacientes con trastorno mental grave. Desde la enfermería, junto con psiquiatras y psicólogos, les proponemos que participen y les prestamos apoyo. Aquí encuentran un espacio para ellos, en un ambiente protegido que comparten con otros enfermos. En ocasiones, cuando se trata de pacientes que necesitan más soporte, creamos un grupo específico al que acompañamos hasta que pueden venir de manera más autónoma”.

Muchos de ellos padecen psicosis, están muy desmotivados y presentan síntomas negativos que les llevan a perder la capacidad para relacionarse con los demás. También acuden aquí mujeres con trastornos depresivos graves y trastorno bipolar que, en muchos casos, sufren el síndrome del nido vacío. Estas mujeres pierden el interés por realizar cualquier tipo de actividad, experimentan una sensación de apatía y abulia que las lleva a encerrarse en sí mismas.

Autoestima

El hecho de acudir cada día al huerto les lleva nuevamente a ser capaces de asumir responsabilidades y a sentirse útiles. Mejoran su autoestima y sociabilidad al tiempo que, en el plano físico, se consiguen beneficios de tipo motor y de movilidad. Además, como explica David Blanco, trabajador social del centro, “se ha llegado a conseguir que se reduzcan las consultas en Salud Mental e incluso se pueden disminuir los posibles ingresos psiquiátricos por recaída y hasta la medicación, aunque evidentemente esto es una actividad terapéutica y los pacientes tienen que seguir con sus consultas con el psiquiatra y con el psicólogo”.

La actividad se desarrolla fundamentalmente en primavera, verano y, según el tiempo, en otoño, aunque los pacientes han pedido continuar durante el invierno. Y es que la terapia se prolonga más allá de la hora que pasan en el huerto o en el jardín. Muchos de ellos quedan después de la actividad para tomar café con otros compañeros, vuelven a visitar a sus familiares y amigos para llevarles las flores o los tomates que han recogido y empiezan a apuntarse a otras actividades fuera del ámbito hospitalario, como informática y pintura, mejorando aún más sus relaciones sociales. María Jesús, paciente, lleva un año yendo a cuidar el jardín. Ante la pregunta de qué le aporta esta experiencia, no duda: “Me ha dado la vida”. María José, su compañera de jardinería, asegura que gracias a esta iniciativa “he podido salir de mi cascarón y abrirme a la gente”.

Cada año, pasan por aquí unos 40 pacientes que, como explica Elena García López, terapeuta ocupacional de la Unidad de Salud Mental del Hospital de Torrejón, asumen la responsabilidad de estos espacios: “Nosotros no somos expertos ni en jardinería ni en horticultura, son los pacientes los que tienen que buscar información sobre cómo cuidar las plantas. Esto se ha hecho por y para ellos y así lo perciben, toman decisiones entre todos y eso mejora su autoestima. De esta forma, es como conseguimos que se motiven; si no hubiera motivación, esto no tendría sentido terapéutico”.

Estas actividades, apunta Rosa Martín Lobo, contribuyen también a humanizar la relación entre profesionales sanitarios y pacientes: “En la consulta vemos un acercamiento, una mejora en nuestra relación terapéutica, ya no nos ven tan medicalizados. Perciben que no vienen sólo a que les pesemos o les pinchemos, aunque es cierto que en Salud Mental nos cuentan muchas más cosas, pero esto estrecha el vínculo”.

Con su esfuerzo y trabajo, estos pacientes, reconvertidos en jardineros y hortelanos, dan sentido a un terreno antes baldío y, sobre todo, a sus propias vidas.