ÁNGEL M. GREGORIS.- Llegó diciembre y con él los preparativos de Navidad. Fechas señaladas en las que las familias se reúnen, los amigos festejan y el ambiente en las calles se llena de luces y color. Con la llegada del frío también llegan Papá Noel, el olentzero y los Reyes Magos para repartir regalos a los más pequeños de la casa, mientras que los mayores contemplan su ilusión desde la madurez y la experiencia que dan los años.

Pero este 2020 todo es distinto. Las distancias, que se acortan habitualmente en estos días, deben hacerse aún más grandes y las ganas de cantar y bailar con todo el mundo deben reprimirse para evitar la expansión del COVID-19 y frenar la posible tercera ola de la pandemia en enero. Las reuniones deben minimizarse al máximo y es imprescindible que se cumplan las medidas sanitarias contra la propagación. Mascarilla, lavado de manos, distancia, ventilación, pocos contactos y no salir con síntomas son las seis premisas claves para atajar la enfermedad. Cualquier paso en falso puede hacer retroceder al país a una situación como la del pasado marzo, con un colapso nunca visto de la Sanidad.

Enfermeras del Hospital Clínico San Carlos (Madrid)

Pero estas normas, que se deben interiorizar enormemente en las calles, en las zonas de ocio y en los domicilios, también están muy presentes en los hospitales, donde miles de personas tendrán que celebrar las fiestas más atípicas de su vida, ingresadas y, debido a las circunstancias actuales, en soledad. Porque, sin duda, la soledad es uno de los mayores problemas que ha traído esta pandemia. Lo que ya de por sí no es algo bueno para nadie ni nunca lo ha sido, este año se convierte en una situación todavía peor. En 2020 no habrá visitas especiales en las plantas de hospitalización ni los acompañantes de los enfermos podrán permanecer en las habitaciones para, de alguna manera, festejar que se acaba el año.

La nueva normalidad a la que se enfrentan los hospitales en esta primera Navidad en pandemia es muy distinta a la antigua, pero las enfermeras, como responsables de los cuidados, consideran fundamental que la humanización continúe siendo la misma o incluso mayor.

Atención

“La atención tiene que ser igual cualquier mes, pero sí es verdad que empatizas mucho más con la gente que está ingresada en Navidad, hablas más con ellos… pero la humanización está presente en nuestro trabajo todos los días”, afirma Laura Gallego, supervisora de la 4ª sur de Medicina Interna en el Hospital Clínico San Carlos (Madrid). Igual piensa Encarna Fernández del Palacio, directora de enfermería del mismo centro, que subraya que está segura de que “las enfermeras y enfermeros que trabajen durante las fiestas y, sobre todo, en los días más señalados van a dar mucho más de lo que ya damos habitualmente para que los pacientes se sientan arropados”.

Ana Mª España, enfermera H. Infanta Leonor (Madrid)

Es en las plantas de COVID-19 donde el aislamiento debe ser total, por lo que las visitas estarán totalmente prohibidas. “Pasar la Navidad en el hospital siempre es terrible, pero ahora que no van a poder recibir visitas nos toca poner a nosotras de nuestra parte. Por mucho que hagamos, no suplimos el afecto de la familia porque pasar un rato no es lo mismo que estar toda la mañana o la tarde, pero sí que hemos pensado decorarnos los EPI y ponernos algún motivo navideño”, cuenta Laura Gallego.

En esta misma línea opina su compañera Ana Isabel Urbano, enfermera de Medicina Interna del Clínico San Carlos: “Estamos muy limitados, pero debemos tener empatía, gestos, muestras de cariño. Con el EPI, la comunicación no verbal está muy limitada y sólo tenemos la mirada y las palabras; preguntarles cómo están y entrar de buen humor, aunque luego por dentro estés más fastidiada”.

Confianza

La misma opinión tiene Mª Teresa Climent, enfermera adjunta del Área Clínica de Enfermedades Respiratorias del Hospital La Fe (Valencia), que considera que “las enfermeras debemos siempre procurar establecer una relación de confianza con las personas a las que cuidamos. Estar atentas a sus necesidades de comunicación y estado de ánimo, ofrecerles seguridad y confianza para mitigar la soledad y la tristeza que conlleva la pérdida de su entorno y de las personas que lo forman”. Además, afirma que “el aislamiento de los pacientes ha constituido una de las mayores preocupaciones de las enfermeras”. “Dar respuesta y adaptarse a esta situación extrema no ha sido nada fácil. Pero las enfermeras somos profesionales comprometidas acostumbradas a adaptarnos a situaciones de crisis y de respuesta inmediata generando ideas y reinventándonos según las necesidades”, asevera.

Caridad Vela, supervisora de Cirugía de la Gerencia de Atención Integrada de Alcázar de San Juan (Ciudad Real), resalta que “suelen ser hospitalizaciones largas y las estancias en el hospital son muy monótonas, todos los días parecen iguales, y a las únicas personas que ven es a nosotros y vestidos con un EPI.  No debe ser fácil para un paciente ponerse en manos de alguien al que solo ven los ojos y detrás de unas gafas. Si a ello le sumamos la incertidumbre en la evolución de su enfermedad y la ausencia de familiar acompañante la situación debe ser realmente dura. Nosotros a través de la cercanía en nuestros cuidados y nuestra escucha tenemos que estar más cerca que nunca de ellos”.

María Teresa Climent, Hospital La Fe (Valencia)

Si bien es cierto que las fuerzas de los profesionales sanitarios empiezan a flaquear tras nueve meses de crisis en los que se han visto obligados a luchar contra el virus muchas veces sin material suficiente, tienen claro que la Navidad de 2020 en los hospitales debe contener, al menos, una pizca de la antigua normalidad. Con seguridad y sin grandes eventos de celebración, todas las áreas se han engalanado para despedir uno de los años más fatídicos de la historia.

“En mi planta los pacientes son COVID positivo y ni pueden salir a pasear ni vienen a verlos, pero sí vamos a decorar. Además, hemos pensado hacer unas felicitaciones para dárselas en los días clave con algunas frases. Como no tenemos muchas formas de transmitir ánimo físicamente, seguro que nos pintamos los EPIs con dibujos navideños”, explica Eva Villaseñor, enfermera del Clínico San Carlos.

Además de esta decoración, hay días claves en los que el paciente necesita aún más atención. Aunque este año no habrá conciertos ni las asociaciones de payasos pasarán por las habitaciones, los hospitales sí preparan algunos eventos con las medidas de seguridad para que todos puedan disfrutar de la Navidad. Entre ellos, los menús especiales, que se mantendrán como en años anteriores.

“La decoración navideña de las unidades de hospitalización y de los servicios es algo que se viene haciendo todos los años y este año con más motivo. Otra de nuestras funciones es el de cuidar su estado de ánimo y alegrar un poco su estancia en la medida de lo posible, incluso el personal incluye algún detalle navideño en su uniforme. También el servicio de cocina ofrece en sus menús platos típicos de estas fiestas. El objetivo es acercarles la Navidad dentro de nuestras posibilidades”, afirma Fernando Villora, supervisor de Recursos Humanos de la Gerencia de Alcázar de San Juan (Ciudad Real).

Niños y niñas

Y son los niños y niñas los que más necesitan esta aura de festividad. Ellos, por su propia condición, sí contarán en la mayoría de los hospitales con la compañía de sus padres, que les acercarán de alguna manera un poco a las fiestas de otros años.

Enfermeras del Hospital Puerta de Hierro (Madrid)

“Estamos trabajando para mantener el espíritu navideño; los niños han decorado todas las puertas con ayuda de los sanitarios. Si conseguimos hacerles el entorno lo más familiar posible, tienen todo lo que necesitan. También solemos disfrazarnos de Papá Noel o Rey Mago para que vivan en el hospital lo mismo que en su entorno cualquier otro año”, destaca Jacinta Muñoz, supervisora de área del Hospital Materno-Infantil de La Paz (Madrid).

La inocencia de ellos y la preocupación de los padres hacen que los cuidados humanizados de las enfermeras cobren todavía más importancia. “Dar una noticia mala en cualquier momento del año es duro, pero en esta época más todavía. Intentamos ayudar lo máximo que podemos, intentando que el diagnóstico lo vean como un tránsito en su vida. Siento el dolor que sienten esos padres e intento entregarme al máximo, ser siempre alegre, no tener nunca una mala cara y hacérselo todo más fácil”, argumenta Tina Guerrero, enfermera del Área de Pediatría del Hospital Sant Joan de Déu (Barcelona). Ella trabaja en la zona de oncología y, aunque otros años han tenido visitas de personas externas como los jugadores del Barça, este 2020 no podrá hacerse, pero insiste en que harán todo lo posible para que, con seguridad, los niños estén acompañados y los padres arropados.

Cuidados críticos

Mucho más difícil será el trabajo en áreas como las de cuidados críticos, lugares en los que la mayoría de los pacientes permanecen sedados y sin ser conscientes de lo que ocurre a su alrededor. A pesar de esto, es bueno y necesario que las enfermeras y demás sanitarios se dirijan a ellos de manera individualizada. Los ánimos en estas unidades también flojean y a veces es más complicado revivir el espíritu de la Navidad en un momento tan duro como el actual. Lo cuenta Carmen Cañas, enfermera de UCI COVID en el Clínico San Carlos. Lleva desde el principio de la pandemia atendiendo pacientes positivos y reconoce que está “al límite”. “Aunque estén sedados, nosotros llegamos, nos presentamos, les explicamos los procedimientos y yo incluso les contextualizo la fecha en la que estamos. Es verdad que ni nos lo hemos planteado, pero pondremos algún adorno. No hemos llegado a desconectar y estamos un poco más desmotivados porque en la primera ola estabas deseando el fin y ahora es como que esto no acaba”, comenta Cañas.

Fernando Villora y Caridad Vela, de Alcázar de San Juan (Ciudad Real)

Familias

Pero fuera de esas UCIs o habitaciones aisladas están familias completas esperando noticias, aguardando un mensaje desde el hospital o una llamada que reconforte en fechas tan señaladas. Es aquí cuando las iniciativas virtuales que han surgido en los últimos meses cobran más importancia todavía. De hecho, algunas enfermeras abogan porque todo aquel paciente que esté en condiciones pueda, por ejemplo, tomarse las uvas con su familia a través de una videollamada. “No son recomendables, son imprescindibles. Este recurso es algo fundamental, tanto para aliviar la soledad del paciente como la intranquilidad de sus familiares”, asegura Rosa Bodes, supervisora de Área de hospitalización del Hospital Puerta del Hierro (Madrid). De hecho, tal y como afirma Laura Gallego, del Clínico, esta puede ser una buena manera de que esos pacientes aislados tomen las uvas con sus allegados. “Vamos a proponer a todo el mundo que haga su videollamada y los que no puedan, nosotros entraremos, aunque sea con nuestros móviles”, puntualiza Gallego.

Desde el Hospital Infanta Leonor (Madrid), la enfermera Ana María España cuenta que esta será su herramienta de elección “para poder contrarrestar, de alguna manera, el sentimiento de soledad y desamparo que nos invade cuando una persona se ve obligada a estar ingresada en un hospital en estas fechas tan importantes y, más aún en la época COVID en la que nos encontramos”. “Debemos asumir las circunstancias en las que nos encontramos y nuestros cuidados deben ir focalizados en su mayor parte a minimizar la soledad que puede acompañar a las personas durante su ingreso hospitalario”, destaca.

Hospital Sant Joan de Déu (Barcelona)

Aliento

 

Para ellos, que están en el hospital, y para sus familiares, que lo viven desde sus domicilios, unas palabras de aliento pueden suponer un mundo en cuanto al control de la ansiedad y los nervios se refiere. “Sé que son momentos difíciles, pero quiero transmitir que cuidaremos de sus familiares como si fueran los nuestros y que haremos todo lo posible para que puedan irse a casa cuanto antes y en las mejores condiciones”, concluye Rosa Bodes.

En definitiva, una Navidad rara que se suma ya a diez meses de pandemia, en los que la sociedad ha aprendido en tiempo récord unas nuevas normas, que marcarán para siempre la forma de vivir y de relacionarse. Ahora, con las campañas de vacunación contra el COVID-19 ya en marcha, el deseo más pedido este 31 de diciembre será acabar con esta pesadilla para que la Navidad de 2021 vuelva a ser lo más normal posible.

DAR A LUZ EN LA NAVIDAD DE 2020

El nacimiento de un bebé siempre es una buena noticia, pero es cierto que la pandemia por COVID-19 ha obligado a los hospitales y centros de salud a modificar y adaptar las estrategias para evitar el contagio y a la vez conseguir un parto tan humanizado como en la antigua normalidad. Muy bien lo sabe Tania Navarro, matrona de sala de partos del Hospital Sant Joan de Déu (Barcelona), que asegura que “la atención a las mujeres que vienen a parir en Navidad es igual de especial que la que viene en otro momento”. “Las mujeres que vienen a parir en nuestro hospital siguen estando acompañadas por una persona, siempre la que ellas eligen. Pese a que todos tenemos que llevar mascarilla, ellas pueden estar acompañadas en sala de partos y en la planta”, explica. En este sentido, la matrona considera que “lo más importante para ellos es que ningún virus pueda hacer que una mujer sienta que no está acompañada en el momento del nacimiento de su hijo”.