ÁNGEL M. GREGORIS.- “Claudia comenzó con la diabetes tipo I cuando tenía dos años y cuatro meses. Fue una situación horrible y si no fuese por la ayuda de nuestra enfermera, hubiese sido todavía más difícil. Es impresionante no la huella que deja, sino el camino de huellas que nos permite seguir avanzando para poder llevar la enfermedad con normalidad”, afirma Paloma Fuertes, la madre de Claudia, una adolescente que lleva 14 años diagnosticada de diabetes. Para ella, su enfermera ha sido su ángel de la guarda porque “ha estado siempre ahí”. Emocionada, Graciela Porres, enfermera del Hospital Niño Jesús, de Madrid, asegura que no tiene palabras para agradecer esto. “Quizás por mi personalidad o por lo que yo espero de los niños es por lo que decidí escoger esta profesión”, subraya.
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