ANA MUÑOZ.- El cateterismo cardíaco y la angioplastia coronaria son dos procedimientos cada vez más presentes en los hospitales de todo el mundo, ante la prevalencia de las enfermedades cardiovasculares motivada, entre otras cosas, por la mala alimentación de los ciudadanos, el sedentarismo y el aumento de la esperanza de vida. Las ventajas de este tipo de procedimientos resultan evidentes: se trata de técnicas menos invasivas que la intervención quirúrgica, permiten un diagnóstico precoz y acortan la estancia hospitalaria. Cada día, cientos de enfermeras en España se involucran en este tipo de procedimientos desempeñando un papel esencial para el bienestar del paciente antes, durante y después del procedimiento.
Una de estas enfermeras se llama Vanesa Gómez Reina y ha trabajado durante casi tres años con pacientes sometidos a cateterismo cardíaco y angioplastia coronaria en el Hospital Universitario Virgen del Rocío de Sevilla. Ese tiempo le ha servido para especializarse en la materia y estudiar a fondo cuáles son las actuaciones de enfermería en un campo tan concreto pero a la vez tan amplio. Sus conclusiones las ha plasmado en un estudio recientemente publicado en la revista científica Hygia, que edita el Colegio de Enfermería de Sevilla.
Preparación física
Lo primero que hay que saber, explica Gómez a DiarioEnfermero.es, es que la enfermera participa de manera activa en todas las etapas del procedimiento: “Es la persona que recibe al paciente a su llegada al hospital, lo acompaña durante el cateterismo o la angioplastia y lo despide cuando la intervención finaliza”.
El primer paso es la preparación física del paciente, cuando éste ya se encuentra en la habitación que le ha sido asignada. Es el momento, resumiendo, de comprobar que su higiene es correcta, que se mantiene en ayunas, retirar prótesis y joyas, tomar las constantes vitales así como peso y talla y canalizar una vía periférica. La enfermera, que conoce la historia y diagnóstico médico del paciente, se encarga de controlar la medicación que toma antes de la intervención, teniendo en cuenta si es, por ejemplo, diabético o anticoagulado.
Para Gómez, este primer paso es a menudo el más estresante, “por la carga de trabajo que tenemos entre recogida de datos, analíticas, etc., porque a menudo el índice de ingresos diarios es bastante elevado – de siete, ocho hasta diez en una misma tarde- y porque tenemos que estar pendientes, entre otras cosas, de si el paciente toma anticoagulantes».
Preparación psíquica
Cuando todas las variables anteriores están controladas, llega el momento de la preparación psíquica del paciente, que consiste esencialmente en informarle del procedimiento que se le va a realizar e intentar tranquilizarle, por ejemplo, mediante técnicas de respiración.
“El noventa por ciento de los pacientes y sus familiares llega con mucha ansiedad. Lo que más les asusta es el hecho de someterse a una prueba que supone acceder directamente al corazón. Lo primero que te preguntan es por los riesgos y si les va a doler”, explica Gómez. El miedo es menor en aquellos pacientes ya experimentados, que se someten a estos procedimientos por segunda o tercera vez. “Ya entienden que es una técnica que se emplea de manera rutinaria, con un resultado de mortalidad bajísimo y que apenas tiene secuelas ni complicaciones”.
El noventa por ciento de los pacientes llega con mucha ansiedad»
En cualquier caso, el mejor remedio contra la ansiedad es la información: “Le explicamos al paciente que se trata de una técnica que no es dolorosa y que se aplica anestesia local. Le aclaramos todas sus dudas y le informamos de algunos detalles necesarios, como que en algún momento del proceso puede notar un fuerte calor extendiéndose hacia los genitales, debido al contraste, y puede tener sensación de orinar. Pasa en pocos segundos, pero es necesario contárselo para que, llegado el caso, no se asuste”.
El check-list
Durante la intervención, la enfermera desempeña una serie de tareas que pasan, entre otras muchas, por comprobar la permeabilidad de la vía, asegurarse de la correcta puesta en marcha de sistemas y aparatos, preparar al paciente en la mesa de exploraciones y colaborar en técnicas como la administración del contraste y la medicación. Además se encarga de completar los registros de enfermería y sabe reconocer signos de alarma y posibles complicaciones.
Aprendes de la experiencia»
Una vez superada esta fase, “ya nos centramos sobre todo en vigilar”, asegura la enfermera. Hay que revisar el tratamiento clínico, el lugar de punción para comprobar que no existe sangrado ni hematoma, controlar las constantes vitales del paciente, estar pendiente de si presenta nauseas o malestar intestinal y, por último, retirar el vendaje compresivo.
Aunque los conocimientos fundamentales para poder llevar a cabo todas estas se adquieren en la universidad, explica Gómez, “el campo de actuación de la enfermería es tan amplio que es imposible que durante la carrera puedas aprenderlo todo y pasar por todos los servicios. Lo normal cuando empiezas a trabajar es que todavía desconozcas muchas cosas, pero completas tus conocimientos con lo que tú misma buscas y lees, con la práctica y la ayuda de los compañeros que tienes al lado. En definitiva: aprendes de la experiencia”.
La clave es la planificación
Después de muchas horas de trabajo sobre el terreno y de una investigación exhaustiva, Gómez ha llegado a la conclusión de que sólo con un proceso de planificación se puede garantizar la eficacia de las intervenciones, desde el mismo momento que se establece contacto con el paciente hasta la finalización del procedimiento y posterior alta. “Esa planificación permite proporcionar cuidados de calidad y mayor satisfacción al paciente, reduciendo sus días de ingreso hospitalario”. Por otro lado, es fundamental conocer el rol propio: “Debemos informarnos muy bien de qué tipo de pruebas son el cateterismo cardíaco y la angioplastia coronaria, qué medidas debemos tomar y cuál es nuestra labor concreta como enfermeras al respecto”, asegura.
Aunque insiste en las ventajas de una buena comunicación dentro del equipo de trabajo para compartir dudas y tratar de resolverlas, Gómez destaca la importancia de que existan protocolos estandarizados para procedimientos tan específicos y que tantas vidas salvan.