REDACCIÓN.- “Padecemos una escasez global de enfermeras”, así de rotundo se muestra James Buchan, consultor del Consejo Internacional de Enfermeras, en la publicación de un informe sobre la retención de enfermeras al objeto de determinar qué políticas son eficaces para mantenerlas en sus puestos y en la práctica e informar al respecto a las Asociaciones Nacionales de Enfermería (ANE) y a quienes formulan las políticas.
El informe, que además de examinar por qué es importante mejorar la retención de las enfermeras, determinar la repercusión en términos de costes, productividad, calidad de los cuidados, carga de trabajo y situación laboral de las enfermeras que abandonan las organizaciones y la profesión, además de facilitar una descripción de la base de evidencia al respecto centrándose también en la formulación de un planteamiento marco para realizar intervenciones políticas dirigidas a mejorar la retención de las enfermeras.
“Somos conscientes de que nos estamos enfrentando a una escasez mundial de enfermeras y que la solución ha de basarse tanto en la retención de las que tenemos en la actualidad como en la contratación de nuevas enfermeras,” según declaraciones de Howard Catton, Director de Enfermería y políticas en el CIE. “La evidencia muestra claramente que cuando las enfermeras están empoderadas y apoyadas para realizar el trabajo para el que se formaron es menos probable que abandonen la profesión. Hemos de facilitarles la motivación que provocó su acceso a la profesión en primer lugar, es decir, prestar cuidados de la mejor calidad posible a los pacientes, lo cual supone garantizar condiciones y entornos laborales que las apoyen/sean positivos, incluyendo una remuneración justa, desarrollo de la carrera profesional, políticas compatibles con la familia, conciliación entre la vida profesional y la personal, etc. Sin embargo, tal y como deja claro el informe, no hay ninguna varita mágica para mejorar la retención: lo que necesitamos es un paquete diseñado, integrado y entrelazado de medidas.”
El informe pone de manifiesto cuatro aspectos interrelacionados en materia de análisis político e implementación: (1) acceso a datos e información; (2) desarrollo de un planteamiento estratégico respecto al personal de enfermería; (3) diseño de un marco centrado en la implementación práctica de las políticas y (4) alineamiento o coordinación de las opciones políticas.
Buchan también ha declarado que: “Con demasiada frecuencia las políticas se centran en ‘resolver’ esta escasez únicamente mediante la contratación de nuevo personal. Sin embargo, todas las organizaciones han de prestar la misma atención a mejorar la retención del escaso personal de enfermería capacitado y experimentado.”
“Es fundamental proporcionar mayor apoyo y un entorno de trabajo más seguro y positivo que aliente a las personas a entrar en la profesión,” según el Dr. Franklin A. Shaffer, presidente y director general de CGFNS International, Inc. “Las enfermeras están en primera línea a la hora de prestar cuidados de calidad a los pacientes. Y los empleadores tienen el deber de reconocer y remunerar a las enfermeras en consonancia mediante programas como el desarrollo profesional continuo, un horario laboral manejable y un sueldo justo.”
Cada vez que una enfermera se marcha, la repercusión en la organización en términos de costes equivaldrá al menos al sueldo de varios meses, y a menudo incluso más, si la enfermera posee mucha experiencia y habilidades difíciles de encontrar.
Un elevado índice de renovación de las enfermeras también puede contribuir a una repercusión negativa en la calidad de los cuidados mientras que la retención lleva a la mejora de la seguridad del paciente y la calidad de los cuidados que recibe. De manera similar, malos entornos de trabajo y cargas de trabajo elevadas e insostenibles pueden contribuir a errores médicos y se han relacionado con el estrés y el “agotamiento” de las enfermeras, así como con su absentismo y niveles altos de renovación de personal. Ello a su vez puede comprometer la calidad de los cuidados. Por el contrario, unos mejores entornos de trabajo pueden contribuir a reducir el nivel de estrés, así como a mejorar la capacidad de las enfermeras de prestar cuidados de calidad y animarlas a “permanecer a pie de cama”.
4 Comentarios
María
Amo mi trabajo, pero mi salud se resiente cada vez que tengo que asumir una ratio desproporcionada de pacientes a mi cargo, en una planta de hospitalizacion de medicina interna en el bendito Servicio Andaluz de Salud. Mis dolores de cabeza, palpitaciones y falta de energía tras la jornada laboral todavía no me han hecho dudar pero se que esto, es un aviso.
Asun
Me parece muy interesante el artículo. Hay mucha falta de motivación y la sensación de que nuestro trabajo no se valora. Se nos sigue considerando heroínas ( por no decir chicas para todo), que tenemos que ser resignadas y siempre calladas para que no te pongan el cartel de » problemática» o de «loca». Realmente va a ser un problema esta escasez de enfermeras, como no se haga algo y recordemos que todos tenemos falta de salud, en algún momento de nuestra vida. Ahí si que no se puede mirar para otro lado.
Rosa ridruejo
Me ha gustado el tema
Yo era feliz en mi trabajo. Comtenta con mis pacientes y ellos conmigo
Mi medica y mi supervisora han conseguido q me vaya de baja…
El acoso existe.
No tengo apoyo
Isidoro Jiménez Rodríguez
¿Y SI HABLAMOS DE DIGNIDAD Y RESPETO PROFESIONAL?
Grave es el tema que trata la noticia anterior sobre el abandono de enfermeras. A diario en nuestros puestos de trabajo escuchamos los comentarios de compañeras y compañeros que no dudarían en abandonar su profesión y dedicarse a otra, aunque esta última no guardase relación con la Enfermería. Y ello me preocupa profundamente y me hace pensar que es lo que falla. Hablo de error porque en nuestro caso, en España, nunca la profesión enfermera ha tenido un desarrollo legislativo y académico como el que vivimos.
En primer lugar me pregunto porqué esta evolución, materializada en la formación académica y en el reconocimiento de los cuidados profesionales, a nivel legislativo, no se ha proyectado en unas mejoras laborales y en el acceso (real) a la gestión y administración de la sanidad por las enfermeras.
Tampoco entiendo como la Enfermería, sin duda la rama sanitaria con la mejor proyección de futuro, si tenemos en cuenta las condiciones sociales que ya se empiezan a vislumbrar (envejecimiento de la población y aumento de enfermedades crónicas) y que no harán sino afianzarse en el futuro, puede ser ignorada y ninguneada a la hora de abordar este porvenir.
Es frecuente en nuestros días asistir a continuos ataques a la profesión enfermera, desde los sectores más diversos y variopintos. Y así alguna profesión sanitaria, cuyo contenido y campo, han quedado obsoletos, no dudan en querer abordar tareas preventivas y de promoción de la salud. A estos en mi pueblo los llamaríamos sencillamente «meanidos», pues lo único que persiguen es hacer daño.
Más triste es aún la tradicional postura de otro colectivo sanitario, que día a día nos demuestra que no ha salido de los tiempos pasados, defendiendo el vasallaje y endiosamiento que las distintas administraciones siempre les han consentido…y les siguen permitiendo gozar. Estos demuestran ser como «el perro del hortelano», por lo que siguiendo la nomenclatura de mi lugar de origen, no dudaríamos en denominarlos «cuatreros», pues hacen y deshacen a su antojo, sin que nadie les pida responsabilidad alguna.
Pues bien, en medio de este panorama al que podríamos sumar las mil y una ocurrencias que vivimos continuamente en nuestra administración relacionada con los temas de salud, la Enfermería en nuestro país no puede evolucionar y desarrollarse de una forma natural. Y esto implica un alto coste para nuestra sociedad. Un coste muy caro, bajo mi punto de vista. Realmente el paciente no es el centro de nuestro sistema sanitario, sino los intereses corporativos de algunos casposos y consentidos colectivos.
Espero que nadie se sienta molesto por los términos empleados en las líneas precedentes. También podemos hablar de ruindad, mezquindad y fariseismo para describir las atenciones que nuestra administración brinda a la Enfermería en España. Tales términos resultan muy moderados, si tenemos en cuenta que ya bastante avanzado el siglo XXI, las enfermeras no pueden organizar, dirigir y evaluar su propio trabajo.
Por lo tanto hablemos de respeto, dignidad, salarios adecuados, reconocimiento o empoderamiento a la hora de abordar la situación que vive, al menos en nuestro país, el principal colectivo de su sanidad.