Aunque no sepan nombrarlo, la mayoría de persona lo ha experimentado: ese malestar, o incomodidad cuando uno siente “que se está perdiendo algo”. Ya sea una quedada con amigos, un evento familiar o un concierto, hay algo que de queda encallado en nuestra mente y nos inunda esa sensación, que se denomina ‘FOMO’ (Fear of Missing Out).

Sobre este fenómeno cimenta el enfermero Adrià Blanch su trabajo ‘Fear of missing out: Impacto de una intervención psicoeducativa basada en la consolidación de una relación más sana con las redes sociales en la población juvenil’, en el que plantea una intervención que permita evaluar el impacto que tiene una intervención psicoeducativa basada en una consecución de una relación más sana con las redes sociales en relación al FOMO entre los jóvenes entre 18 y 30 años.  

Aunque la nomenclatura suene moderna, no es algo intrínseco de las generaciones más joven. “Hay metanálisis que indican que el fenómeno aparece de forma indistinta entre adolescentes y adultos y concluyen que no hay una homogeneidad en la distribución del FOMO. Por tanto, este se podría presentar en diferentes franjas de edad y tener impacto en diferentes generaciones”, indica el enfermero responsable del trabajo, que añade que, aun así, es un fenómeno muy relacionado con las redes sociales, “pues se ha vinculado tradicionalmente al medio online”.

Uso de redes sociales

Por esto, el estudio que plantea Blanch quiere ver patrones problemáticos en el uso de redes sociales y su relación con el FOMO. “De confirmarse la hipótesis inicial, el estudio puede ser un buen punto de partida para futuras investigaciones e intervenciones para que diferentes sectores de la población se beneficien y obtengan el mayor grado de bienestar digital posible”, indica el enfermero.

Las redes sociales juegan un papel importante porque “son un caldo de cultivo” en el que comparar nuestras vivencias con las de los demás. “Este bombardeo de información online puede convertir una herramienta de conexión social en una de interacción social disfuncional”, indica el enfermero. Aun así, hace hincapié en el hecho de que no siempre que se siente FOMO se debe relacionar con algo patológico. “Cierto grado de comparación social y de anhelo de lo que otros tienen puede ser funcional e intrínseco a la experiencia humana. Podríamos hablar de un grado de FOMO patológico cuando esta interacción con la sociedad se torna disfuncional”, puntualiza.

Por otro lado, el denominado FOMO puede tener consecuencias directas en nuestro bienestar. Tal como explica Adrià Blanch este fenómeno se ha relacionado con problemas de autoestima, pérdida de la higiene del sueño, un aumento en la insatisfacción vital y una disminución de la autoeficacia social. Además se ha vinculado a problemas de salud mental como la ansiedad, los trastornos anímicos y, por supuesto, las adicciones comportamentales.

Papel de la enfermera

¿Y qué papel juega la enfermera en el manejo de esta sensación? Blanch comenta que enfermería “está a pie del cañón con la población y es precisamente esta cercanía con la misma la que le da la posibilidad de actuar de forma directa”. De esta manera, la figura enfermera se posiciona como un agente de cambio “muy contundente” en lo que se refiere a psicoeducación, ofrecer herramientas de gestión emocional y educación para la salud.

“Actuamos cuando aparece la enfermedad en forma de cuidados, pero también nos podemos adelantar a ella mediante la prevención y promoción de la salud para que la comunidad adquiera el mayor grado de bienestar posible y goce de una mejor salud mental. Hacen falta más enfermeras en colegios, institutos, centros cívicos y, en definitiva, a pie de calle”, desarrolla el enfermero detrás del estudio.

Asimismo, resalta el papel investigador de la enfermera en el abordaje de problemáticas como esta. “La enfermera, además de atender y enseñar, puede y debe investigar. La mirada única de quien pasa gran parte del tiempo con la persona puede ser de gran ayuda. Si queremos saber cómo cuidar a la población, tenemos que preguntarle a los expertos”, puntualiza el enfermero y concluye: “Invertir en entender mejor cómo afectan las redes a la población a través de aspectos como el FOMO nos pueden ayudar a prevenir problemas de salud mental futuros”.