MARINA VIEIRA.- La quimioterapia salva la vida a muchos pacientes con cáncer. Sin embargo, estos fármacos son a veces peligrosos para los trabajadores sanitarios, como las enfermeras oncológicas, que están en contacto diario con ellos. A pesar de los riesgos, muchas enfermeras siguen trabajando sin los equipos de protección recomendados como guantes o trajes. Así lo demuestra un estudio elaborado por investigadores del Centro de cáncer Rogel de la Universidad de Michigan que ha sido publicado en el Oncology Nursing Forum.

Reducir riesgos

El estudio tenía como objetivo mejorar el manejo de la quimioterapia por parte de las enfermeras mediante una intervención educativa con recordatorios trimestrales y mensajes personalizados. Sin embargo, el método no surtió efecto y no aumentó el uso de equipos de protección por parte de las sanitarias. «Como enfermera es decepcionante. Esperábamos poder desarrollar una intervención combinada que pudieran utilizar diferentes centros sanitarios», explica Elizabeth Tone Hosmer autora principal del estudio, profesora de enfermería y profesora de administración y políticas de salud en la Universidad de Michigan. La quimioterapia afecta a los trabajadores sanitarios a través de la inhalación de vapores o por entrar en contacto por tocar superficies contaminadas. Hay estudios que certifican que las enfermeras que han estado en contacto con estos medicamentos peligrosos tienen el doble de riesgo de tener problemas reproductivos, otros, explican que hay riesgo de desarrollar cánceres raros o afecciones respiratorias o de la piel como consecuencia de esta exposición continuada.

Amenaza invisible

Los investigadores han calificado este riesgo como «la amenaza invisible» ya que, explican, «es diferente al pinchazo de una aguja, que se sabe el momento concreto en el que se ha producido la acción. Es fácil entender que con un pinchazo existe un riesgo, algo que es mucho más difuso con el caso de la quimioterapia. La amenaza es sutil pero es una amenaza que existe diariamente para todas las enfermeras que trabajan en oncología», recalcan. Las sociedades científicas ya se han pronunciado al efecto y por ello recomiendan equipos de protección que incluyan guantes dobles, protección ocular y respiradores. Unas recomendaciones que, según informan los investigadores de Reino Unido en su estudio, fueron introducidas en la investigación: en total 396 enfermeras participaron en un ensayo aleatorio que se realizó en 12 centros oncológicos. Dividieron a las enfermeras en dos grupos: unas recibieron formación de una hora sobre cómo usar los equipos de protección personal y las otras simplemente recibieron los equipos, sin formación. A todas ellas se les pidió que informasen sobre derrames de medicamentos de quimioterapia y que presentasen análisis de sangre. Los resultados, comentan, no fueron lo esperado ya que después de dos años del programa no encontraron diferencias entre el uso de los equipos de protección de los dos grupos, ninguno de los dos habían aumentado su uso.

Un sistema incómodo

Los responsables de la investigación se plantean diferentes hipótesis que puedan justificar que el método no funcionase. Una puede ser que la calidad del contenido de la formación o que no se utilizase la tecnología adecuada. Otro problema que se plantean que haya ocurrido es que los sistemas de protección son incómodos y las enfermeras no podían realizar correctamente su trabajo. Muchas de ellas argumentaban que el traje no era útil, se pasaba demasiado calor y era difícil de utilizar de forma segura.  Sea lo que fuere, los investigadores reclaman que esta situación tiene que cambiar. Tal y como explica Christopher R. Friese, otro de los investigadores principales, «los trabajadores sanitarios continúan informando que se encuentran expuestos a medicamentos peligrosos. Casi el 17% de las enfermeras de las enfermeras que trabajan en oncología declaran haber estado expuestas a quimioterapia en un piel o en sus ojos en algún momento de sus vidas». Friese reclama «más investigación en este campo» y que exista un «trabajo conjunto entre sanitarios para asegurarse de que las personas que manejan estos medicamentos lo hacen de la manera más segura posible».

Además, el equipo británico de investigadores ha desarrollado tres pautas para aumentar la protección en este grave problema para los sanitarios. En primer lugar ,consideran necesario «involucrar al sistema nacional de salud para aumentar el diálogo con el personal sobre la protección personal de los que manejan medicamentos peligrosos», por otro lado, piden que se desarrolle «un mejor equipo de protección personal, que sea más fácil de usar y que proteja contra la exposición a medicamentos peligrosos» y por último, reclaman «recopilar datos a través de un registro para identificar y rastrear los riesgos que hay sobre la salud derivados de la exposición a estos fármacios». Asemejan que estas recomendaciones de seguridad han de ser tan habituales como las que recibimos al subirnos a un avión, como aquello que recitan de «antes de ayudar a alguien a ponerse la máscara de oxígeno, póngasela usted mismo».

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