DAVID RUIPÉREZ.- Todos conocemos la ingratitud y la tensión que lleva aparejada la profesión de árbitro de fútbol, Iragatze Fernández se enfrenta a la ira de jugadores, jugadoras y aficionados y además cuida de sus pacientes como enfermera del centro de salud de Rekalde (Vizcaya). Nació en Algorta hace 27 años y compatibiliza dos facetas laborales a priori tan distintas, de lunes a viernes como enfermera de Atención Primaria y los fines de semana sobre el césped de los estadios de la Primera Iberdrola de fútbol femenino y de 2º División B en categoría masculina. Debido a la pandemia no se pone ante las cámaras del plató de Canal Enfermero, sino que conocemos su historia a través de una conexión remota desde el País Vasco.
Iragatze, ¿Cómo surge esta pasión por el fútbol? ¿y por qué arbitrar en lugar de jugar?
Desde los cinco años he jugado al fútbol y he estado ligada a ese ámbito. Lo que sucede es que una lesión me obligó a dejarlo a los 21 años. Desde pequeña me ha gustado el fútbol en su totalidad y siempre sentía una cierta curiosidad por el arbitraje. Me fijaba en las decisiones que tomaban en los partidos, cómo actuaban y por casualidad una amiga mía del equipo donde yo jugaba también tenía la misma inquietud, esa espinita clavada de querer hacer el cursillo de arbitraje. Y justo con la lesión pues nos apuntamos y hasta hoy.
Una lesión me obligó a dejar el fútbol a los 21 años”
¿Qué decía tu familia? Ya sabemos cómo tratan a los árbitros y encima por ser mujer los más energúmenos podrían cebarse contigo. ¿te animaron a seguir ese camino?
Al principio es un mundo desconocido y la gente tiene miedo por lo que se ha escuchado siempre de que a los árbitros les insultan y todo eso. A los primeros partidos, que eran de benjamines, de niños pequeños, mi padre me acompañaba y vino a verme a un partido y creo que allí se dio cuenta de los que significa la figura del árbitro. Ves esa parte tan humana y te das cuenta de lo bonito que puede llegar a ser. Mi familia me ha visto arbitrar desde entonces, desde hace cinco años, y me apoyan en esto.
¿Te gustaba tanto la enfermería como el fútbol de pequeña o llegaste un poco por accidente a la profesión?
Han sido dos cosas vocacionales en mi vida. En mi familia tengo enfermeros y otros profesionales del ámbito de la salud y siempre me llamó la atención. La sanidad es algo que también te tiene que gustar.
Tanto el arbitraje como la enfermería son vocacionales”
Hace más o menos un año llegó la pandemia y las competiciones deportivas se suspendieron por unos meses y te volcaste a tiempo completo en la enfermería, ¿Cómo has vivido esta emergencia de salud pública sin precedentes?
El centro de salud de Rekalde se hizo referente en COVID y éramos los primeros que veíamos a pacientes con una sintomatología COVID. Se cerró el ambulatorio para personas “sanas”, me refiero a las que iban a hacer sus curas o una consulta normal y sólo nos dedicábamos a ver pacientes con sintomatología COVID. Éramos la primera barrera para cribar y decidir qué pacientes había que llevar al hospital. Se hacía una placa de tórax para ver si tenía neumonía bilateral y decidir también qué pacientes tenían que estar ingresados en su casa. Fue un cambio de protocolo total. Nuestro ambulatorio dejó de funcionar como había funcionado toda la vida para dedicarse 100% al COVID. Es un cambio increíble. Poco a poco hemos ido adaptándonos, ya hemos abierto dos áreas distintas, una para pacientes que no tienen sintomatología, porque el centro es muy grande, y que van a sus consultas rutinarias de su médico o enfermera.
Hay quien comenta que después de esta pandemia se va a ver una pandemia de otras patologías que han sido descuidadas, por falta de seguimiento, diagnósticos tardíos por pacientes que no han ido al médico por temor a infectarse, etc…
Al final tenemos que adaptarnos. El ser humano tiene una capacidad de adaptación maravillosa. Si que es verdad que nos hemos centrado muchísimo en conocer mejor este virus y hemos tendido a olvidarnos, a dejar un poco de lado a esos pacientes crónicos. Poco a poco se va retornando a la normalidad, a las analíticas, recuperando controles rutinarios, etc. Hubo una emergencia, algo que priorizar que fue el COVID, ero ya vamos compaginando todo. Los pacientes crónicos que siempre ha habido y van a seguir existiendo.
Los pacientes crónicos van a seguir existiendo, aunque haya COVID”
¿Tuviste miedo en esa fase en la que no había materiales de protección, ni mascarillas, ni EPIs, ni guantes?
Me acuerdo de que cuando empezó todo esto pasábamos la consulta COVID sin mascarilla, porque no teníamos, llevábamos una bata que era permeable, es decir, que podían pasar las microgotas que el paciente podía expulsar por la boca. Entonces sí fue un momento de miedo, de decir, piensas “hay una pandemia mundial y yo no tengo protección, no tenemos los recursos necesarios para poder llevar esto a cabo”. No sólo había miedo, también teníamos mucho desconocimiento sobre el virus, no se sabía bien cómo se transmitía, los pacientes entraban a un espacio cerrados sin mascarillas, las consultas eran, en general, sin mascarilla y eso aumentaba mucho más el riesgo de contagio. Yo, personalmente, tengo la suerte de no haberme contagiado, pero ver gente joven que lo está pasando mal en las UCI te recuerda que nos puede pasar a todos. Pero, poco a poco, hemos aprendido, qué recursos necesitamos y se ha invertido mucho dinero en ese material que antes faltaba. De los errores siempre se aprende y el primer error fue que no estábamos preparados para lo que se nos venía encima.
Claro que había miedo, pasábamos consulta sin mascarilla”
Está claro que sientes pasión tanto por la Enfermería como por el arbitraje, si te diera a elegir sólo una profesión, ¿cuál escogerías?
Con ninguna (risas), no puedo decantarme por ninguna. En mi caso, una no funciona sin la otra. Son complementarias. Si eligiese una me faltaría algo en la vida. No puedo elegir, no podría ser feliz.
¿Qué aporta la labor en el arbitraje a tu trabajo como enfermera y viceversa?
Son dos profesiones que se basan en la toma de decisiones. Como enfermera sigo a un paciente que tiene estos síntomas y tengo que tomar una decisión, le derivamos a un hospital, le cojo una vía… y eso también se traslada al campo de fútbol, donde también nos vemos obligadas a tomar decisiones muy rápido. Son profesiones totalmente diferentes, pero que se complementan. Tenemos una carácter que implica imponerse, de tomar nuestras decisiones, de estar sola ante esa decisión, que tiene que ser rápida y correcta. A veces fallamos, en los dos ámbitos, pero yo creo que en eso se basa. Se complementan. Ir al centro de salud entre semana y poder disfrutar del arbitraje el fin de semana para mí es una vía de escape, sobre todo ahora que tenemos toda esta pandemia y estas circunstancias tan especiales. Son diferentes, pero de fondo está la toma de decisiones.
Si te pregunto cuál es tu sueño como enfermera y como árbitro, ¿qué me respondes?
En el caso de la Enfermería no tengo un sueño que diga “quiero llegar a esto” sino que creo que es una camino muy bonito por recorrer y mi objetivo es aprender y no quedarme con la boca a vierta si un día me sucede algo y no sé cómo abordarlo. Mi objetivo como enfermera es curtirme de conocimientos y aprender, que no me pueda quedar en blanco en una situación de estrés en la que haya que tomar una decisión. Por parte del arbitraje, el sueño de cualquier árbitro y, no creo que me esté equivocando, es llegar a una final, de una Champions, de una Supercopa, de alguna competición importante y, aparte de llegar allí, acertar y tomar las decisiones correctas y salir del campo con buen sabor de boca.
Mi objetivo como enfermeras es curtirme de conocimientos y aprender, para no quedarme nunca en blanco”