A. ALMENDROS / D. RUIPÉREZ.- Irene Ferb es enfermera en la UCI del Hospital Universitario de Getafe (Madrid), pero dedica su tiempo libre a escribir novelas. Su universo creativo abarca desde historias de amor a tramas policíacas. Su profesión está detrás de muchas de ellas y, de hecho, en algunas de ellas las protagonistas son precisamente enfermeras, como en la última, Enfermera, al cielo o al caldero, que acaba de publicarse.

¿Por qué decidiste hacerte enfermera?
Nunca tuve una gran vocación por nada, por eso creo que hago tantas cosas. Sabía que quería hacer algo en el ser humano y me gustaba la gente, y cuando terminé selectividad y vi la nota puse de primera Enfermería y de segunda Farmacia. Luego con el tiempo he pensado que también me gusta la Psicología, pero la verdad que con 18 años no solemos tener las cosas muy claras, y es verdad que después del primer año de carrera me di cuenta de que había elegido bien y soy feliz con ser enfermera. Es cierto que ha habido momentos más difíciles, de ahí sale el libro Enfermera, al cielo o al caldero. Trabajé durante mucho tiempo en planta y fue muy duro, y ahora estoy feliz en la UCI.

¿Quieres decir que no es todo color de rosa?
Eso es. La enfermería depende mucho de donde trabajes. La enfermería es muy diferente en gestión, en pediatría, en medicina interna, quirófano… Depende de donde te manden cuando te llaman y no tienes plaza, te puede gustar más o menos. A mi me pasó que estuve 9 años en Medicina Interna feliz con mis compañeras, aprendí mucho, pero yo quería cambiar y hasta que no aprobé la oposición no puede hacerlo.

Hemos visto por otros autores de éxito que la enfermería da mucho juego a la hora de escribir historias como ocurre tanto en este libro como en el primero, Abrázame que no te quiero, cuya protagonista es una enfermera. Abrázame que no te quiero lo escribí hace ya siete años que fue cuando empecé a escribir. No tenía pensado escribir una novela, pero se me cruzó esta idea y me pareció tan buena, acababa de terminar de estudiar interpretación, estaba con la mente muy abierta… y dije “esto lo tengo que escribir yo”. Me senté, me puse a escribir y descubrí que me encantaba.

¿Fue una especie de revelación?
Sí. Yo escribía las escenas de teatro, me resultaba muy sencillo escribir… Pero nunca pensé en escribir libros. Al final creo que nos ponemos nosotros nuestros propios límites y te suena que esto de escribir una novela es muy difícil… pero tras terminar interpretación, con la mente tan abierta se me ocurre esta idea, pienso que es una idea para un libro y me pongo. Y es ahí cuando tengo esa revelación de decir esto me encanta y me resulta muy sencillo. Lo termino y lo presento a editoriales. A los cinco meses me llaman de mi editorial, Ediciones Kiwi, con la que camino desde el principio y la sonrisa se me tatuó porque se me ha abierto un mundo muy bonito.

Tu trabajas de enfermera, no te dedicas exclusivamente a escribir, y tienes muchos libros propios en un periodo corto de tiempo… ¿cómo te organizas el tiempo porque todo esto lleva muchas horas de trabajo?
Ahora mismo trabajo cuatro mañanas, dos noches y cuatro libres. También soy madre. Pero muchos de estos libres caen en lunes, martes, miércoles, jueves… y a hasta que no tengo que ir a buscar a mi hija pues escribo. Aprovecho los días libre durante la semana para escribir a tope. Lo que no hago es quitarle tiempo a mi vida en familia por escribir. Entonces me levanto a las 8 y hasta las 5 de la tarde tengo tiempo. Conozco escritores que escriben tres o cuatro libros al año, yo no puedo, tampoco es mi intención. Yo quiero escribir novelas que tengan calidad y sean diferentes, y creo que si escribo tres o cuatro al año no me va a dar para tener tantas ideas, va a ser siempre la misma voz. Creo que hay que descansar, escribir una novela, parar… y así más o menos sale una al año. Que no está mal.

¿De qué manera influye la profesión y el día a día como enfermera en los libros?
Es divertido. En Abrázame que no te quiero, que es la primera novela, ella es enfermera y si que sale alguna cosita, y luego en otra publicación como Crimen se escribe con A, jugué a lo contrario: hacer ver que no tengo ni idea de sanidad. Y en otros pues sí que sale algo relacionado con la medicina o con la enfermería. Y en este último: Enfermera, al cielo o al caldero, que es claramente enfermería pura, monólogos de enfermería y la historia de una enfermera.

¿Te gustaría vivir de la literatura y dejar la enfermería?
Yo no tengo una vocación clara por nada. A mi me gusta hacer muchas cosas. De repente un día me pongo a pintar un mueble u otro día me pongo hacer pulseras… al final soy una persona creativa, pero creo que tengo que pisar un poco el suelo y la enfermería me hace pisarlo. Además, me nutre y me da muchas ideas. No creo que pudiera ser solo escritora, necesitaría ser algo más porque igual me aburriría. Y luego tienes que ser alguien muy disciplinado si quieres trabajar de escritor, porque al final es un trabajo. Creo que la enfermería es mi profesión y me gusta. Me gusta combinar las dos cosas porque en nuestro trabajo vemos cosas muy buenas y cosas no tan buenas y te hace vivir muchos momentos.

Porque además de coger ideas, escribir te vale de evasión…
Por supuesto. Por eso creo que tengo la sonrisa tatuada porque escribir me da horas y horas de estar en otros mundos, y no estoy en el hospital o con problemas en casa o en la familia. Donde trabajo ahora, has dos médicos y yo que escribimos. Al final los que trabajamos en el mundo sanitario necesitamos evadirnos un poco y somos un mundo lector, y al leer mucho puede surgir la idea de escribir. Somos un mundo muy creativo, con un esparadrapo podemos hacer de todo los enfermeros.