DAVID RUIPÉREZ.- Josep Paris es un enfermero especialista en Geriatría y Gerontología que trabajó en el Colegio de Enfermería de Barcelona, dirigió un centro sociosanitario, fue supervisor en el Hospital de Mollet del Vallès y actualmente es director de Desarrollo de los Servicios Funerarios de Barcelona. Gran gestor de las emociones acaba de publicar el libro Cuídate (Plataforma Editorial).
Empezamos a dejar atrás la fase más dura de la pandemia de coronavirus, sabemos el sufrimiento que ha causado en toda España, especialmente en zonas como Madrid o Barcelona. Las enfermeras han sufrido muchísimo, cuando las UCIs estaban completamente saturadas había personas que fallecían por no tener acceso a un respirador y los profesionales eran plenamente conscientes de ello. ¿Cómo pueden superar ese estrés y tensión a la que han estado sometidas? ¿Puede dejar secuelas?
Realmente ha sido una situación durísima y en muchos casos todavía lo está siendo. Y aunque no estén en la primera línea de la batalla aflorarán una serie de consecuencias que van a tener que ver con su trayectoria profesional y vida personal hasta este momento, pero que sin duda va a tener un impacto por distintos motivos. Uno es la vorágine, el tsunami de pacientes afectados por coronavirus, la incertidumbre de qué es lo que tenían que hacer y también por la falta de equipamiento y de criterios a lo que se suma el debate que se vive estos días sobre si se ha impedido el tratamiento de algunas personas mayores. En definitiva, todo esto junto sí que provoca un estrés postraumático que sí afecta a la salud emocional de las enfermeras. Va a haber una herida que se tiene que cicatrizar y el primer paso es reconocer que existe esa herida.
Todo lo vivido va a provocar estrés postraumático a muchas enfermeras”
Trabajas en una empresa de servicios funerarios, hablamos de las enfermeras, pero hay muchas familias que han perdido a un ser querido sin poder despedirse de él y sin tener un velatorio o un entierro tradicional, ¿eso también puede acarrear secuelas a largo plazo a la sociedad?
Hay un porcentaje altísimo de personas que tras fallecer su familiar por coronavirus o por otras causas no lo han podido acompañar y eso causa un gran dolor en las familias. ¿Cómo se puede superar eso? En muchos casos ya se están retomando las ceremonias de despedida, aunque no sean de cuerpo presente. Conviene buscar otras modalidades de soporte, establecer llamada telefónicas o de vídeo con otros familiares, está el apoyo de los amigos y vecinos… Es un nuevo camino, en ocasiones es difícil, al que nos vamos a tener que acostumbrar todos, profesionales de los servicios funerarios, profesionales de salud y ciudadanos.
Hay que hacer ceremonias de despedida, aunque no sean de cuerpo presente”
La pandemia ha arrasado en el ámbito mundo sociosanitario, ¿debemos repensar el modelo ante la falta de profesionales sanitarios y el bajo salario de los que trabajan en este campo?, ¿Se volverá a repetir el drama de las residencias?
Conviene diferenciar entre el ámbito sociosanitario, donde hay un mayor número de profesionales sanitarios y también enfermeras, del ámbito residencial donde la presencia de enfermeras geriátricas es minoritaria. Existe un debate sobre si sanitarizar las residencias, no digo que esté de acuerdo, pero sí es positivo mantener ese debate, que se ponga sobre la mesa. En cualquier caso, cuando tienes un profesional de la salud, en este caso una enfermera especialista en geriatría, esa persona está preparada para abordar los procesos del final de la vida, con y sin familiares, está preparada para abordar procesos infecciosos, acostumbrada a trabajar con protocolos de aislamiento, etc. Que hay una enfermera coordinando, planificando y dirigiendo esas actuaciones es toda una garantía para esa residencia o centro sociosanitario. Es el momento de explicar todo eso y hacer una reivindicación como colectivo . Donde ha habido enfermeras pivotando la crisis se han puesto en marcha muchas buenas prácticas, a veces soluciones sencillas que podemos exportar a otros centros. Por ejemplo, las enfermeras han montado sistemas eficaces de información a las familias a través de tablets y han hecho una gran labor para el control de la infección. Si tenemos algo claro las enfermeras es que nuestro gran objetivo es CUIDAR -con mayúsculas- , ser esa mano cuando no hay un familiar, ser la voz amiga para la comunicación con los familiares. Conviene hacer una gran reflexión sobre las residencias, pues e muy distinto el perfil de una persona ingresada en un centro en el año 2020 que en 1990 por no irnos más atrás en el tiempo. Son personas con pluripatologías y polimedicados y esto tiene sus consecuencias.
Una enfermera especialista en Geriatría es una garantía para la residencia”
Has mencionado los CUIDADOS con mayúsculas y eso nos lleva a tu nuevo libro Cuídate, quince vivencias personales de ciudadores (Editorial Plataforma) junto a la periodista Gemma Bruna. Es un libro muy “enfermero” ¿Qué va a encontrar el lector en sus páginas?
Es la conjunción entre el ámbito periodístico, por eso la coautora es una periodista como Gemma Bruna, y el ámbito enfermero. El objetivo es dar voz a cuidadores familiares, a esas personas anónimas que quizá viven entre las cuatro paredes de su domicilio o quizá es un compañero de trabajo, un amigo y no sabemos que los que hace es cuidar a su padre, madre o hijo que viven un proceso de dependencia o enfermedad. Había que dar voz y visibilizar esos cuidados no profesionales que tan bien hacen a nuestros familiares. Describimos situaciones familiares muy diferentes que nos han enriquecido mucho, valores que están sobre la mesa en cada acción, como la paciencia, la seguridad o la autovaloración. Ha sido una experiencia muy interesante.
Había que dar voz a los cuidadores anónimos”