ALICIA ALMENDROS.- El 46% de los estadounidenses asegura que no podría vivir sin sus móviles. Una tendencia en alza ya que cada vez más personas dependen de los dispositivos electrónicos para comunicarse, obtener noticias, jugar o realizar llamadas. Pero esto va mucho más allá, ahora unos investigadores han encontrado un desequilibrio en la química cerebral de los jóvenes con esta adicción.

En el estudio, presentado en la reunión anual de la Sociedad de Radiología de América del Norte (RSNA), el equipo de científicos de Hyung Suk Seo utilizaron la espectroscopia de resonancia magnética para obtener una visión única de los cerebros de estos jóvenes. “Esta técnica mide la composición química del cerebro”, aclara Seo. Y es que junto a la creciente preocupación de que pasar tanto tiempo pegado a estos dispositivos aleja de interactuar con otros jóvenes surgen preguntas sobre los efectos inmediatos en el cerebro y las posibles consecuencias a largo plazo.

El trabajo involucró a 19 jóvenes diagnosticados con adicción a Internet o a los smartphones y a 19 sanos de igual edad y sexo. Doce de los jóvenes adictos recibieron nueve semanas de terapia cognitiva conductual, modificada a partir de un programa de terapia cognitiva para la adicción al juego, como parte del estudio. Los investigadores utilizaron pruebas estandarizadas de adicción a estos dispositivos para medir su gravedad, una resonancia y se les realizaron preguntas centradas en el uso que hacen y que puede afectar a las rutinas diarias, la vida social, la productividad, los patrones de sueño y los sentimientos. “Comprobamos que los adolescentes adictos tenían puntuaciones más altas en depresión, ansiedad, severidad del insomnio e impulsividad”, asegura Seo.

Los investigadores realizaron resonancias a los adictos antes y después de la terapia para medir el ácido gamma aminobutírico (GABA), un neurotransmisor que hace que las neuronas se exciten más eléctricamente. Y es que estudios anteriores relacionaban este transmisor con la regulación de funciones cerebrales, como por ejemplo la ansiedad. “Hemos observado que el GABA aumenta significativamente en los jóvenes adictos y un exceso de este neurotransmisor provoca fuertes efectos secundarios como la depresión y la ansiedad”, resalta Seo. La buena noticia es que estas tasas elevadas de GABA disminuyen en aquellos jóvenes que se someten a una terapia cognitiva conductual para tratar su problema. “Nos gustaría continuar analizando los niveles de GABA en la corteza del cerebro ya que podría contribuir a comprender la fisiopatología y el tratamiento de las adicciones”, añade Seo.