ALICIA ALMENDROS.- Aunque el panorama terapéutico ha evolucionado en los últimos años el cáncer de pulmón es uno de los principales problemas sociosanitarios actuales ya que es uno de los tipos de tumor con mayor incidencia y supone una de las principales causas de mortalidad en todo el mundo. En España es el tercer tipo de tumor más común y en 2016 se cobró la vida de 22.187 personas (el 19,6% de las muertes por cáncer). Los datos extraídos de un informe “Cáncer de pulmón. Retos y necesidades del paciente y su entorno”, realizado por Boehringer Ingelheim, la Asociación Española de Afectados de Cáncer de Pulmón (AEACaP), la Asociación para la Investigación del Cáncer de Pulmón en Mujeres (ICAPEM) y la Asociación Nacional de Informadores de la Salud (ANIS), responden a la necesidad de ahondar en los diferentes aspectos que afrontan estos pacientes.

Pero no son sólo son cifras. Este tumor tiene un elevado impacto en la calidad de vida de las personas afectadas, tanto el paciente como los profesionales sanitarios, cuidadores, familiares y amigos. “Existen diferentes aspectos que repercuten en la calidad de vida de los pacientes que van desde los problemas físicos relacionados con el propio tumor o al tratamiento, a los problemas emocionales relacionados con el diagnóstico y pronóstico de la enfermedad, sin olvidar los problemas sociales que pueden afectar al propio individuo y a su entorno familiar”, explica Mónica Arellano enfermera especializada en Oncología del Instituto Catalán de Oncología (ICO).

Abordaje integral

Durante su tratamiento, se realiza un abordaje integral del paciente cubriendo las necesidades alteradas de cada caso. Se integra durante todo el proceso oncológico a otros profesionales como psicólogos, trabajadores sociales, nutricionistas, fisioterapeutas que ayudaran al paciente a mejorar su calidad de vida. “El truco está en un abordaje integral y multidisciplinar del paciente y familia siendo las enfermeras las referentes durante todo el proceso asistencial oncológico. Son las personas que coordinan y gestionan los diferentes profesionales y recursos que se precise en cada momento concreto del proceso”, argumenta Isabel Brao, enfermera especializada en Oncología del Instituto Catalán de Oncología (ICO).

El informe recoge diferentes necesidades no cubiertas de pacientes, cuidadores y familiares y analiza posibles acciones para hacerles frente y mejorar la calidad de vida de las personas que viven con cáncer y su entorno. Uno de los principales desafíos es ayudar a los pacientes y a su entorno a comprender la enfermedad y a superar las dificultades que encontrarán a lo largo de ésta. “El diagnóstico implica un gran impacto tanto para los pacientes como para sus familiares. Ayudarles a manejar sus emociones les permite a tener una mejor calidad de vida y a que afronten con mayor fortaleza los tratamientos”, resalta Fátima Castaño, Psico-oncóloga en la Asociación Española de Afectados por el Cáncer de Pulmón (AEACaP).
“En nuestro centro en la visita de la enfermera clínica/ gestora de casos se detectan las necesidades psicológicas alteradas y se realiza un soporte emocional básico”, resalta Arellano. Un soporte emocional básico que se realiza durante las visitas de seguimiento realizadas por enfermería y en la atención telefónica tanto espontánea como programada. “Y, en caso de detección de alteración emocional que precise de una intervención por especialista, se presenta el caso en el comité- psicosocial de nuestra institución donde se consensua junto con el resto de profesionales que lo integran el abordaje a seguir con el paciente/familia”, añade Brao.

Familiares y amigos

Los familiares y amigos también cumplen un importante papel al ser un puntal emocional para los pacientes. Las personas que reciben más apoyo familiar y de amistades suelen tener una mejor respuesta emocional. “El fundamental, tanto para el soporte práctico como para el refuerzo anímico que los familiares proporcionan a los pacientes para seguir adelante. Es bueno que hablen de las preocupaciones y los miedos que tienen tanto los propios familiares como los propios pacientes y evitar la conspiración de silencio y compartir las inquietudes es muy bueno para ambos”, enumeran las enfermeras.