REDACCIÓN.- El mítico Happy Meal, el menú infantil de Mc Donalds caracterizado por incluir un pequeño juguete coleccionable, lleva varios años en el punto de mira de las asociaciones de consumidores estadounidenses y, sobre todo, de los nutricionistas infantiles. Estos colectivos denuncian que los juguetes que se regalan junto al Happy Meal engatusan a los pequeños que reciben, además, un menú muy alto en calorías. Todo esto en un país donde la obesidad infantil constituye un verdadero problema de salud pública, afectando a más del 16% de los menores de edad.
Varios territorios han planteado ya reformas para poner fin a esta situación, por ejemplo, la Ciudad de Nueva York, donde el concejal Benjamin J.Kallos impulsó la redacción de un proyecto de ley que estableciera, entre otras cosas, que los menús infantiles de comida rápida que incluyeran juguetes u otros artículos promocionarles deberían contener además una pieza de fruta, verdura o una ración de cereales. El proyecto de ley pretendía además que dichos menús no sobrepasaran las 500 calorías y establecía límites saludables a los niveles de grasas saturadas, azúcares agregados y sodio. Actualmente, el ayuntamiento de la ciudad de Nueva York está estudiando la propuesta, muy similar a la legislación que ya está en vigor en California.
De hecho, en los últimos tiempos McDonalds ha escuchado algunas de estas reclamaciones y ha incluido en sus menús infantiles la posibilidad de elegir verduras como guarnición o gajos de manzana de postre, además de renovar la imagen del producto dándole una apariencia más saludable en sus carteles promocionales.
Ahora, un estudio publicado en la revista American Journal of Preventive Medicine y dirigido por investigadores del Centro Médico Langone de la Universidad de Nueva York, ha llegado a la conclusión de que la implantación de un proyecto de ley como ese podría ser realmente efectivo de cara a reducir las calorías, grasa y sodio que consumen los pequeños en la cadena de restaurantes más famosa del mundo.
Los científicos se propusieron identificar si el proyecto de ley podría tener un impacto en la salud pública de la ciudadanía y en la mejora de su nutrición, y para ello analizaron los recibos emitidos en las ciudades de Nueva York y Nueva Jersey entre los años 2013 y 2014 correspondientes a las cuentas de 358 adultos, recibos que incluían compras de menús infantiles para un total de 422 niños. Gracias a eso pudieron comprobar que los adultos compraron un promedio de 600 calorías por cada niño, el 36% de ellas provenientes de grasas, y que el 98% de los menús que se dieron a los pequeños no reunían los criterios nutricionales descritos en la legislación propuesta.
Si esos menús hubieran cumplido los criterios, se habría producido una caída de las calorías de hasta un 9% -54 calorías menos-, una rebaja del nivel de sodio del 10% y un descenso similar de las calorías procedentes de grasas.
Los investigadores aseguran que si bien una reducción de 54 calorías no puede considerarse muy alta, son pequeños cambios como ése los que pueden afectar a un número muy amplio de personas y multiplicar su impacto. Aprobar el proyecto de ley sería, explican, un paso en la dirección correcta, si bien recalcan que no existe una política única para poner fin a la obesidad infantil. Por otro lado, señalan que los avances que se consiguieran gracias a esta regulación quedarían neutralizados si compañías como McDonalds se esforzaran en neutralizar su impacto con nuevas campañas de marketing o si, por ejemplo, eliminaran para siempre los menús infantiles y abocaran a los niños a pedir mayores porciones de comida, procedentes del menú de los adultos.